Tras la pantalla

Capitulo 31

Estoy frente a la puerta de la habitación del hotel King Desmond. Mi corazón late con fuerza, y me cuesta controlar la respiración. Manuel está a mi lado, quería hacer esto sola, pero claro que el no dejo que lo hiciera. Solo tuve dos opciones: Maru me acompañaba, o Jean se enteraba. Esto es chantaje, lo sé. Sin embargo, ahora estoy agradecida de no estar sola.

Detrás de esa puerta esta Axel. No el Axel que yo conocía, no del que me enamore; sino el que me destrozo y me hizo caer en depresión tan profunda, que incluso de deje de comer como debía.

Vaya, ahora que recuerdo eso… me doy pena.

—Recuerda, no sabemos cuánto sabe Axel ni lo que quiera; será mejor no dar detalles de nada— dice Manuel, su voz firme y tranquilizadora.

—Lo sé, Maru. Gracias por acompañarme — respondo, intentando sonreír.

—No te muestre débil. — ordena Maru, mirándome con determinación — El no tiene poder sobre ti. Te hizo daño, sufriste y lo superaste. No olvides eso —

Asiento con determinación.

Es cierto, el pasado duele, duele mucho. Pero es solo eso, el pasado. Mi presente es distinto, su repentina aparición me tomo por sorpresa, con la guardia baja y sentimientos encontrados. Ahora estoy lista, no esperare un disculpa de su parte, así será más fácil olvidar.

Toco la puerta con suavidad, y en segundos se abre, revelando a un hombre alto, con semblante serio y mirada fría.

—Soy Julieth Morrison. —digo.

—Adelante, señorita Morrison — responde a aquel sujeto; el cual me atrevo a decir, es el manager de Axel

Doy un paso dentro de la habitación, y Maru me sigue. Antes de que pueda poner un pie dentro, el manager le detiene.

— Solo usted — indica, sin quitar la vista de Manuel.

—Él viene conmigo — digo con firmeza. Es momento de mostrar que no tengo miedo.

El manager frunce el ceño, evidentemente molesto. No esperamos a que nos de su autorización, y avanzamos. Axel está sentado en una silla, su mirada evita la mía. No puedo evitar sentir una punzada de dolor al verlo. No ha cambiado mucho, su presencia sigue siendo tan imponente como siempre.

—Como mencioné antes, señorita Morrison, esta reunión es privada. Su amigo tendrá que esperar afuera — dice el manager, su tono seco y autoritario.

Manuel da un paso adelante, su expresión inmutable pero sus ojos llenos de determinación.

—Soy su consejero legal. Si no puedo estar presente, nos iremos. Y no habrá negociación — dice Manuel con firmeza, cruzando los brazos.

El manager parece dispuesto a discutir, pero Axel interviene antes de que la situación se agrave.

—Está bien, puede quedarse — dice Axel, su voz apenas audible. El manager lo mira de mala gana. — No dirá nada Ricardo. Es amigo de Julieth, sabe que si habla podría afectarla — Aclara Axel, su mirada fría hacia su manager.

Ricardo, no muy convencido acepta. Su relación no parece ser la mejor. Más bien, parece que se odian. ¿Por qué trabajan juntos entonces?

Nos sentamos alrededor de una mesa pequeña. El manager, claramente molesto, no pierde tiempo en comenzar.

—Muy bien, señorita Morrison. Vamos al grano. Axel está interesado en una colaboración con usted, utilizando su alias Julady. —

Axel sigue sin mirarme, y siento una mezcla de frustración y tristeza. La forma en que el manager habla, tan directa y desprovista de emoción, solo hace que la situación sea más incómoda.

—¿Y por qué debería aceptar? — pregunto, intentando mantener la calma. — Como sabrá. Si es que se dio a la tarea de investigar; jamás eh trabajado con terceros. No hago diferencias entre marcas, campañas o artistas. Eso compromete mi identidad —

—Como dije, esto seria algo beneficioso para ambas partes. Podemos ofrecerle una compensación económica significativa y una exposición mediática que beneficiará su carrera —

—La carrera de Julieth es algo que no le compete —dice Manuel — Si vinimos aquí no fue para hacer un colaboración. Queremos llegar a un acuerdo pacifico, donde su cliente se comprometa a no volver a interferir en la vida personal y/o profesional de Julieth —

Como era de esperar; Manuel ya sabia que algo como esto podía pasar. Así que vino prepara con un contrato de confidencialidad. Puede que aun se estudiante, pero es de los mejores de su carrera; si quiera, él podría graduarse en solo meses.

Manuel saca los papeles y los coloca frente al manager, dejando en claro que no venimos a negociar. Ricardo toma los papeles y los lee con cuidado, una sonrisa irónica se forma en su rostro, pare terminar arrojando los papeles al suelo.

—Intente ser amable por la historia que comparte con mi cliente, pero veo que no se va a poder —

—Ricardo… —dice Axel.

—Te callas — le ordena con firmeza. ¿Se supone que un manager puede hacer eso? — No se que pensaron al venir aquí con aires de grandeza, pero siguen siendo unos niños. Y los niños deben guardar silencio cuando hablan los adulto. Eso te incluye a ti Axel —

Axel se queda callado, desvía su mirada hacia otro lado. Su rostro muestra un claro descontento, pero no dice nada. Ricardo sigue hablando

—La carrera de Axel está yendo en picada. — dice sin tapujos. Axel sigue sin decir nada, pero puedo ver como aprieta su puños con enojo — Necesitamos la fama de Julady para salvarla. —

Siento una mezcla de pena y rabia. Axel, una estrella en ascenso, ahora necesita mi ayuda para no hundirse. Yo, la chica que no era más que un estorbo en su camino de fama éxito; ahora era su única esperanza; irónico.

Debería estar contenta, sentir que ahora yo tengo el poder… pero ¿Por qué siento pena?

Dejaste tus amigos, tus principios, y tu hogar por esto. Y ahora todo se te derrumba. Me dejaste a mí, a mí que te amaba por lo que eras y no lo que tenías. Puedo verlo, en el fonde sigues siendo ese niño encerrado en la situación. Pero no tienes el valor de aceptarlo; de ser sincero.



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En el texto hay: ajedrez, romancejuveniel, música fama

Editado: 30.06.2024

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