Tras la sombra de los Klat’ka 2: La heredera perdida

Encontrar para luego perder

Rose se despertó asustada. Apenas podía dormir después de lo sucedido en el laboratorio de Épsilon. Su cabeza daba vueltas alrededor de las palabras de esa doctora. ¿Qué sabía exactamente sobre ella y los Sujetos R? Pero sobre todo, ¿su papá aún seguiría vivo?

Y es que esa interrogante la perseguía desde hacía más de veintitrés años.
Comenzó a recordar ese día.

Su padre entró apurado a la cabaña.
—Rose empaca tus cosas, debemos irnos. ¡Ya!

Rose obedeció sin cuestionar. Toda su vida con John se había tratado de eso. Escapar, huir, esconderse. Camuflarse con la gente, pasar desapercibido. Sabía que muchas personas buscaban a John, por su pasado. Pero en este caso, se lo veía más asustado de lo normal.
Juntaron sus cosas y salieron, pero unos metros después de traspasar la entrada, un disparo certero, derribó a John.
Todo sucedió tan rápido, disparos, una veintena de hombres queriendo capturarla, John en el suelo, apenas respirando.
Solo escuchó algunas de sus palabras.
—Rose—gritó desesperado—Sabes lo que debes hacer —susurró, viéndola como si fuera la última vez.

La había entrenado bien. En caso de ser capturados, ella debía tomar el dinero y escapar para no volver y lo hizo. Como pudo, se quitó de encima a varios soldados, tomó el bolso y gracias a Paco, su distracción, pudo escapar. Semanas después volvió, pero el cuerpo de su papá no estaba. Sabía que en el bosque había criaturas capaces de devorarlo. Pero no hasta los huesos, no sin dejar rastros.

Al observar a su lado, Liraeth estaba presente. Tranquilo, paciente.
—Liraeth—susurró Rose, con voz entrecortada—¿crees qué mi papá siga vivo?

Liraeth la observó.
Con voz calmada y tranquila le preguntó
—¿Qué es lo que dice tu corazón? Pequeña luz.

—Mi corazón siempre me dijo que está vivo —se acomodó en su cama, tomó aire y prosiguió—. Sé que lo único que podría haberse llevado a mi papá es esa cosa que habita en el bosque.

Su mirada se perdió en sus recuerdos.

—¿Qué entidad? —preguntó Liraeth, aunque sonaba más a que ya sabía a qué se refería.

—Hay algo viviendo en ese bosque. Mi papá lo llamaba El Devorador. Salía todos los años en la época de invierno. Cuando la noche era más larga —su mirada se perdió por un instante—. Lo vimos por primera vez cuando… casi morimos de hambre. Se hacía pasar por mi mamá Claire todo el tiempo. No creo que sea él.

—Entonces hay una posibilidad de que esté vivo. Aferrarte a ella. La esperanza y la fe jamás deben extinguirse —susurró, desapareciendo.

Rose se levantó y fue a buscar a Chris, pero él aún dormía. Decidió no despertarlo, pero sí se quedó observando.
Instintivamente, se recostó a su lado, preguntándose por qué algo tan simple, le generaba tanta paz y armonía. Al llegar la mañana, Chris despertó, pero algo se sintió diferente. Al mirar atrás, Rose dormía a su lado abrazándolo.

Por un momento a su mente vinieron los recuerdos de su niñez.
—María, ¿Puedo dormir contigo?, tengo miedo.

—¿A qué le tienes miedo? —preguntó una dulce y tierna Rose niña.

—Un monstruo que viene, cuando todos duermen y quiere quitarme los ojos.

—No te preocupes—susurró ella sonriente, mientras besaba su frente dulcemente—. Dormirás conmigo, y si ese feo monstruo aparece, yo lo mataré.

Ella siempre fue su heroína y cuando creció, quiso ser eso para ella.

Ashley rompió el momento abriendo la puerta fuertemente.
—Así que aquí está mi mamá—gritó de forma molesta.

Rose se despertó de forma abrupta, tomándole un segundo, procesar en donde estaba.

Ashley se recostó al otro lado de Chris. Este, por su parte, simplemente se relajó y se recostó, abrazando a ambas.
—Saben acaban de cumplir mi mayor sueño de joven.

—¿Cuál? —preguntaron ambas, al mismo tiempo.

Este muy relajado soltó.
—Siempre quise despertarme en la misma cama, junto a dos hermosas mujeres. Pero no especifiqué que no fueran ni mi sobrina, ni mi hermana.

Ashley soltó una risa juvenil. Rose por su parte, simplemente lo golpeó en las costillas.

—Eres un idiota —murmuró, saliendo de la habitación—. Vístete, necesito ir a la cabaña.

Ashley simplemente lo abrazo fuerte.

—Te quiero tío —susurró, corriendo detrás de su mamá.

Horas después, y aprovechando la tranquilidad actual, se dirigían a la cabaña. Al llegar, tanto James, como Patrick, el hacker, se asustaron de su visita.

—Vimos la transmisión —murmuró Patrick, desconcertado.

—Quiero que averigües todo sobre el laboratorio en el centro de la gran ciudad en Épsilon.

—¿Qué quieres saber? —preguntó Patrick, intrigado.

—Todo, estructura, seguridad, cuántas personas trabajan ahí, horarios de rondas, todo.
Voy a entrar.

—¿Qué? —preguntó Chris molesto.

—¿Estás segura de entrar en una institución de ARCOS? —preguntó James

—La doctora Alessandro dijo que tenían a mi papá ahí. Quiero infiltrarme, pasando desapercibida. Si está vivo, quiero saberlo.




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