El tótem de contención estaba listo, delante de todos en Nivaria. Su símbolo flotaba suspendido.
—¿Cómo realizo el ritual? —preguntó Rose, sin chistar.
Kaerion cambió su rostro a uno más serio.
—Hay que encontrar a la entidad madre.
Y luego quien decida realizarlo, deberá hacerlo solo.
—¡¿Qué?! —gritó Ilan, detrás de Rose.
—No vamos a dejarte sola en esto —murmuró Dante.
Kaerion se tensó.
—Si deciden participar, tienen que entender que, al intervenir en leyes cósmicas, les generará un karma a todos los participantes.
Rose se petrificó. No quería que ninguno de ellos pagara por sus decisiones o acciones. Por lo que se giró reuniendo a Alpha.
—Iré sola.
—¡¿Qué?! —gritaron.
—Yo pedí la información al libro de la luz y yo seré quien realice el ritual. Es lo justo. Pero necesito que me prometan algo.
—Lo prometo —dijo Ilan, sin siquiera escuchar las palabras.
Rose sonrió.
—¿Ni siquiera vas a escuchar qué iba a decirte?
Ilan sonrió. Sabía exactamente lo que diría.
—Qué cuidemos a Ashley, a Chris y al bebé si pasa algo —murmuró Ilan, serio.
—Gracias, susurró Rose dándole un abrazo.
Los Drakan se la llevaron para prepararse, mientras ellos, esperarían en Nivaria. En las cuevas, Kaerion preparaba a Rose para el ritual, entregando una bolsa con un misterioso polvo.
—¿Qué es esto? —preguntó confundida.
—Es Karithia pulverizada. Verás el ritual será muy sencillo. Deberás encontrar a la huésped madre. La cual estará materializada físicamente. Generará un círculo a su alrededor con Karithia y en los cuatro puntos cardinales. Norte, Sur, Este y Oeste deberás colocar una de estas esferas de energía —sacó de un gran cajón, cuatro piedras transparentes del tamaño de una mano humana—. Luego de eso, colocarás el tótem dentro del círculo ritual. Y para terminar, deberás decir el encantamiento, encerrando a la entidad dentro.
—¿Qué encantamiento? —preguntó Rose, aún más confundida.
—Este es sencillo. Solo di:
“Por el todo y la balanza antigua. Thal’karion N’Varon, vuelve al Velo. Que mi carne, mi sangre y mi luz sean el sello.” Los Arcai harán el resto. Una vez realizado el ritual, el tótem no debe ser tocado por nadie. Ya que el huésped podría liberarse. Deberá quedar oculto, a la espera de volver a ser liberado.
—¿O sea que podría volver a salir?
—Solo es una solución temporal. Una entidad cósmica como ella, no debe ser destruida. Las consecuencias que esto acarrearía serían fatales para todos.
Rose asintió, tomando todos los elementos y saliendo rumbo a Nivaria.
Al llegar, se dirigió directo a Ragnar.
—¿Tienes explosivos? —murmuró por lo bajo.
—Por supuesto. Siempre cargo en secreto con mis amigos. Pero ¿para qué los quieres?
Rose se tensó. Pero debía ser honesta con él.
—El tótem no va a encerrar a esa entidad para siempre. Si alguien, en un futuro, toca el tótem, podría liberarlo. Por lo que volaré los túneles para que nadie llegue a ella.
Ragnar asintió, enseñándole todo lo que sabía.
Con todo listo, Draelys abrió un portal hacia el sector Alpha-Minería. Rose se despidió de sus compañeros y cruzó sin mirar atrás. Sola, nuevamente en la ciudad, comenzó a avanzar.
Algunos habitantes, ya contaminados por esta entidad, la observaban con sus ojos muertos, fijos en ella. Ya no se comportaban de forma extraña. Parecía que su interés de mimetizarse con el resto había desaparecido.
Rose los ignoró.
Dirigiéndose hacia la mina y adentrándose más y más a ella.
Liraeth a su lado, la acompañaba en su cruzada.
—Gracias por estar conmigo —susurró Rose, nerviosa.
A su paso, colocó los explosivos, tal y como le explicó Ragnar. Llegando a la bifurcación de la cueva, sintió una ligera vibración, junto con una extraña sensación de peligro. El dije de Darknesita, regalo de Ilan, se tornó de color morado, lo que la alertó. Desplegó su cola para protegerse, pero al girar, tanto el colgante, como su propio cuerpo, no detectaron nada.
—Debemos apresurarnos —susurró Liraeth.
Rose asintió, siguiendo su camino.
Llegaron hasta lo más profundo de la mina. Lugar donde habían estado atrapados los mineros. En este, una masa amorfa que brillaba de tono violáceo azulado, lentamente, se hacía cada vez más grande. La reconoció, ya la había visto en su mente, al ver las fotos.
A su alrededor, varios cuerpos ya muertos, entre ellos, niños. Sus primeras víctimas servían de alimento. La escena rompió su corazón.
Intentó atacar. Rose podía ver de forma energética sus tentáculos, se desplazaban por todo el lugar, pero al intentar tocarla, retrocedía chillando de dolor. No entendía el porqué no podía dañarla, pero le alegraba.
Revisó los cuerpos, con la esperanza de que alguno de ellos estuviera aún con vida. Pero lamentablemente no era el caso. Los apartó con cuidado y cariño, comenzando con el ritual, trazando el círculo, alrededor de la entidad madre, con la Karithia.
Luego, colocó el tótem frente a ella. Esta, por instinto o tal vez sabiendo de qué se trataba, comenzó a chillar de forma horrible.
Como si llamara a sus súbditos, lo cual preocupó a Rose, acelerando el paso. En posición, con las piedras en los cuatro puntos cardinales, Rose dijo las palabras que Kaerion le mencionó.
—Por el todo y la balanza antigua. Thal’karion N’Varon, vuelve al Velo. Que mi carne, mi sangre y mi luz sean el sello.
El aire en la cueva se tensó, al mismo tiempo que una luz cayó del cielo, iluminando el círculo ritual. El tótem comenzó a elevarse y con él, la entidad era absorbida. Sus gritos de dolor inundaban la cueva, a lo lejos, se oía como sus súbditos, también se retorcían de dolor. Todos sus tentáculos desaparecieron con ella, incluso los que parecían salir del lugar. El tótem cayó al suelo, quedando inerte. El símbolo Drakan N'varon, el cual antes flotaba sobre él, se fundió en una marca, dejando de brillar.
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Editado: 07.07.2025