Tras la sombra de los Klat’ka 2: La heredera perdida

Armadura N’varon

En su habitación, Kaerion, el más antiguo de los Drakan, soñaba. Pero no uno cualquiera, en esta ocasión era uno premonitorio.

Veía a Rose. Caía rápidamente, sin poder hacer nada. De un segundo a otro, su pecho se iluminaba con el símbolo N'varon y ella se manifestó. La armadura Drakan. Se mantenía suspendida en el aire, cubierta por ella, salvando su vida.

Despertó. Observó a su alrededor. Todo estaba tranquilo y sereno. Se levantó rápidamente, ya sabía lo que debía hacer.

—Ella se encuentra en Nivaria todavía —susurró Liraeth, haciendo presencia en el lugar.

—¿Puedes traerla? —preguntó, mientras despertaba a los demás.

Liraeth asintió desapareciendo.

Aun en Nivaria, Rose hablaba con Miguel, afinando detalles sobre Chris.

—Miguel, Chris es muy importante para mí —murmuró nerviosa, para luego continuar—. Necesito que lo cuiden. Debe recuperarse.

—Está en buenas manos —murmuró, asintiendo con una sonrisa.

Rose sonrió, entendiendo el mensaje, aunque en su corazón, ligeros celos hicieron que la sonrisa desapareciera.

—Si lo lastima, tendrá problemas conmigo, —susurró para sí.

Comentario que llamó la atención de Miguel, quien sonrió.

Liraeth apareció en el lugar, haciendo que el ambiente se hiciera ligero y agradable.

—Chris merece ser feliz, Rose —susurró dulcemente Liraeth.

Rose no dijo nada, solo se quedó callada, mirando el templo de sanación con preocupación.

Liraeth cambió el tema rápidamente.
—Los Drakan desean hablar contigo antes de tu partida —murmuró, desapareciendo.

—Alpha, enseguida vuelvo —soltó ella a su equipo.

Se dirigió directamente hacia los Drakan, quienes ya la esperaban reunidos.

—¿Qué sucede? —preguntó temerosa.

Kaerion la observó con cierto temor, y luego de una pausa, midiendo sus palabras, comenzó.
—La orden de los once quiere hacerte entrega de una nueva arma.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó temerosa.

Kaerion se acercó lentamente a ella, tomando su mano.
—Primeramente, porque estamos en deuda contigo. Tu decisión devolvió a los Drakan a su destino.

Rose no entendía a qué se refería. Por lo que se quedó callada, pero con un rostro de sorpresa.

Kaerion lo notó, por lo que lo explicó con claridad.
—No podíamos crear desde la pureza. Tampoco enseñar, ya que no puedes enseñar algo que no tienes. Pero con tu misión, iniciaste a Draelys. Con uno de nosotros que pueda seguir el camino que perdimos, nuestro propósito seguirá en pie.

—No me deben nada —murmuró Rose, aun sin entender la situación.

Pero Kaerion continuó.
—Segundo, porque tuve un sueño profético sobre ti.

Rose se tensó. Sabía perfectamente que las armas físicas, traían consecuencias cósmicas con ellas al aceptarla.

Por lo que negó diciendo
—No quiero otra Aurea. Ni siquiera sé qué deuda tengo que saldar.

Por lo que diciendo esto se retiró.
Al voltearse, las palabras de Kaerion la detuvieron.
—Salvará tu vida —retumbó en la cueva.

Acompañado de murmullos de desconcierto de los demás Drakan.

—¿Qué? —preguntó Rose, volteándose.

—Tendrás una caída. Aún no sé de qué tipo. La armadura N’varon te salvará.

El silencio se instaló en el lugar.

—¿Armadura?

—Hecha de energía. Con la fuerza y resistencia de cualquiera de nuestras escamas —murmuró Kaerion.

—¿Y qué consecuencias vienen con ella?
—preguntó Rose molesta.

Aún cargaba con Aurea y ya no podía rechazarla.

—Estarás unida a nosotros para siempre. Y al igual que Aurea, no puede usarse para el mal o deberemos intervenir.

—¿Unida, cómo?

—Energéticamente.

—Mierda —murmuró Rose nerviosa.

—Rose tienes una misión muy importante, lo sé. Y si se me permitió ver este fragmento de tu futuro, es porque nuestro regalo te ayudará en esa misión.

Rose asintió, dudando de su decisión.
Pero tenía un fuerte presentimiento de que era la decisión correcta.

Los Drakan la rodearon, colocando una mano sobre ella. Draelys se posó delante de ella, colocando su mano a la altura del corazón. Todos se concentraron, comenzando a brillar de un dorado muy intenso, al igual que Rose. Luego de unos segundos, todo volvió a la normalidad. Pero en el pecho de Rose, el símbolo N'varon se grabó. De un color dorado intenso, brilló, hasta apagarse y desaparecer.

—No sentí nada, ningún cambio —murmuró Rose, desconcertada.

Los Drakan rieron.
—Piensa en una armadura —sugirió Draelys.

Rose lo hizo. Comenzó a sentir un calor agradable en su pecho y, junto a él, una armadura se materializaba sobre su cuerpo. Se veía ligeramente dorada, pero traslúcida, y en su pecho, el símbolo N'varon. Brillaba en un tono verde azulado. Al dejar de pensar en la armadura, desaparecía.

—Genial, exclamó Rose, animada.

Luego de despedirse de los Drakan, regresó rápidamente junto a Alpha y volvieron a la Organización. La cual ya estaba esperándolos, había misión en cooperación con ARCOS.

Al entrar en la sala de operaciones, Maskedman, junto a Darian, ya estaban sentados, discutiendo los detalles de la misión.

Maskedman se levantó, tomando la palabra.
—Alpha, tomen asiento. Volveremos a la cacería de la doctora Katherine Alessandro.

Todos se miraron incrédulos, recordando la última misión fallida.

Darian deslizó sus dedos en la pantalla sobre la mesa.

Maskedman por su parte, continuó.
—Tenemos conocimiento de que se oculta cerca del sector Muerte. No tenemos más detalles. Ni del lugar, ni de la seguridad. Solo sabemos que es un lugar abandonado. Continúa con su investigación de forma clandestina.

—¿Y cuál es la misión? —preguntó Rose.

—No iremos con ningún idiota como la otra vez, ¿verdad? —gritó Ragnar, molesto.

—Si basta de tonterías —murmuró Dante.

—Lo único que falta es que envíen a su monigote de representante —soltó Ilan, mirando a Darian.




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