Una vez que Jack falleció, las despedidas debieron ser rápidas. Su cuerpo, al poco tiempo, comenzó a despedir toxinas peligrosas para el ser humano. Por lo que fue rápidamente incinerado. Como última voluntad de Jack, sus cenizas fueron esparcidas en el mismo lugar en donde descansaba Clarisa. Luego de esto, todo Alpha, junto con Ashley, aguardaban en la sala de la casa de Michael, quien, por la pérdida, estaba devastado.
La puerta sonó, por lo que Chris, tomando el mando, abrió. Llevándose una gran sorpresa.
—Hola, buenas tardes. Busco a Michael Krasinsky.
Chris quedó petrificado. La recordaba ligeramente del laboratorio de Eidon-7.
Michael se acercó rápidamente.
—Hola, buenas tardes. Conocías a mi papá, ¿verdad? Adelante —murmuró, con una voz débil, y sus ojos rojos, e hinchados de tanto llorar.
Todos la observaron, era muy familiar.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Michael.
—Mi nombre es Kim Yuna.
El aire se volvió denso. Todos habían escuchado su nombre.
Tras la puerta, una mujer de contextura delgada y alta, aguardaba. Era hermosa, con rasgos finos y delicados. Piel pálida, casi perfecta. Ojos rasgados de color oscuro, junto con un cabello liso, de color negro azabache. Vestía pulcramente con un traje formal.
Rose se tensó, al mismo tiempo que su cola se desplegó siseando.
Ella la observó con detenimiento.
—Hola, Rose —murmuró, incomodando a Rose.
Su cola, intuitiva, murmuraba en su mente.
—No confíes en ella.
Pero Rose la ignoró.
—¿De dónde me conoces?
—Te recuerdo vagamente de Eidon-7
Todos quedaron en silencio.
Michael, sin comprender la situación, preguntó.
—¿Qué haces aquí?
—Trabajo en el área legal de la Organización, junto a mi esposo, Huang Jin. Hace poco, me enteré… —hizo una pausa, conteniendo su llanto—. Me enteré de mi verdadero origen. Solo quería dar mis condolencias, por la pérdida de la persona que hizo posible que yo esté aquí.
Rose se acercó y tocó su mano, pero al hacerlo, a su mente, solo llegó la imagen de un muro de ladrillo, desconcertándola. Alpha se mantuvo alejado, pero todos observaron. Sobre todo Mikhail, quien, al parecer, veía o sentía algo que los demás no.
Kim Yuna rompió el tenso momento.
—Felicidades por el bebé. Los niños son una bendición.
—¿Tienes hijos? —preguntó Chris, intrigado.
Recordando que ella también tiene sangre Klat’ka.
—Sí, tengo tres hijas —comentó, con cierto orgullo.
—Felicidades —murmuró Michael desconcertado.
Ella, incómoda, murmuró.
—Creo que no debí venir. Lo siento.
Salió rápidamente, siendo detenida por Rose, quien, sorprendida, le comentó.
—Espera. Me gustaría hablar contigo. Hace tiempo estoy buscándote.
—Me encantaría hablar contigo —murmuró, saliendo de la casa.
Fueron acompañadas por Chris, quien, escéptico, solo observaba, analizando la situación.
—Eres el primer sujeto R —murmuró Rose, tratando de ver la mayor cantidad de detalles de ella posible.
—Así es —dijo ella, fría y cortante.
Se notaba que no solo le molestaba, sino también le dolía.
—¿En dónde estuviste todo este tiempo?
—Fui criada por Huang Zhang, mi suegro, y padre de Huang Jin, mi esposo. Ya que mi papá, falleció en la revuelta de Eidon-7.
En la mente de Chris, esa noche volvió.
Rose había sido castigada por el general Kim y llevada a la celda de castigo.
Él se encontraba con su mamá en la celda, cuando todo se precipitó. Las alarmas comenzaron a sonar y todas las puertas se abrieron. Su mamá le pidió esconderse, pensando que era una rebelión contra ellos, por lo que él obedeció, mientras, ella iba por María.
Tiempo después, la pequeña María, apareció.
—¿Chris, estás aquí? —susurró levemente.
El pequeño Chris, escuchando su voz, salió. Ambos se abrazaron fuertemente.
—Debemos encontrar a mamá y salir de aquí —murmuró la pequeña Rose.
Chris asintió y ambos, de la mano, salieron de la celda. Poco tiempo después, una voz los detuvo.
Era el general Kim.
—María estás ahí.
Ambos se asustaron. Sin darle tiempo a nada, tomó a la pequeña del cabello, golpeando su cabeza contra la pared.
Ella, aturdida, murmuró.
—Chris corre.
Este intentó luchar con el general Kim, pero era más grande, por lo que fue golpeado contra una pared, quedando aturdido. Prosiguiendo a cubrirse en un lugar seguro. Como simple observador, de lo que el degenerado, intentaba hacer con su hermana.
—Ya estás lo suficientemente desarrollada, de aquí te irás con un regalo mío.
Al mismo tiempo, desgarraba la ropa de Rose, manoseándola.
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Editado: 07.07.2025