Rose estaba casi inconsciente, pero de vez en cuando, podía sentir y oír ligeramente a su alrededor. No sabía en dónde estaba, pero se sentía como flotar. Su cuerpo parecía mecerse delicadamente.
Y es que estaba en un barco, en medio de la nada, rumbo a la mayor prueba de su vida.
Phantom Squad, en el puente de navegación, amenazaba a un pobre hombre para que los llevara a una zona casi olvidada por Dios, la fosa Karonte.
La que se considera, posiblemente, la fractura más profunda del planeta. Creada por movimientos tectónicos extremos sufridos en la tierra por numerosas fallas naturales y artificiales. Sus aguas peligrosas y traicioneras no eran nada, comparado con lo que esperaba debajo, ya que, lo que habitaba en la profundidad, era para todos los humanos un misterio.
El barco, surcaba las aguas con mucha dificultad, se movía violentamente, pero nada iba a evitar lo que pronto sucedería.
Rose, adormilada, sintió el sonido de una puerta abrirse. No sabía si lo soñaba o si sucedía en realidad, todo se sentía confuso.
Pero una voz le heló la sangre.
—Hola, hermosa —susurró, malévolamente.
Era Dread y Rose lo sabía, pero también conocía sus mañas, por lo que supo al instante qué quería. Intentó moverse, pero su cuerpo no respondía, estaba vulnerable, indefensa.
—Me quitaste la oportunidad de probar a esas hermosas científicas y sus bellos traseros —murmuró, mientras la levantaba, apoyando su cuerpo en una mesa cercana.
—Pero ahora tengo la oportunidad de probar el tuyo —susurró, mientras, comenzaba a tratar de quitar su traje de combate.
Rose estaba desesperada, una angustia comenzó a invadirla, mientras en su mente, gritos y un disparo, desataron su instinto de supervivencia. En el momento en que desabrochó su pantalón, su cola se desplegó, furiosa.
—Maldito monstruo. ¿Crees que tu cola te salvará? —gritó, mientras se acercaba nuevamente al acecho.
Su apéndice no dudó, al tenerlo cerca lo golpeó arrojándolo contra la pared, quedando inconsciente. Rose al fin pudo moverse, no sabiendo si era por la adrenalina que invadía su cuerpo o tal vez, el efecto del sedante se desvanecia.
Al mirar a la puerta, Shade estaba parado, observándola, con un cuchillo en sus manos. Le hizo un gesto de silencio y se acercó, cortando sus agarres.
—No hagas ruido —murmuró nervioso—. Debes irte de aquí ya.
Rose asintió y se retiró del lugar. Recorrió el barco torpemente, aún no estaba al cien por ciento. Pero al llegar afuera, lo que vio la aterró. Estaba en un barco, rodeada de agua. No era un agua tranquila, sino una violenta y agresiva. No tuvo tiempo de procesarlo, cuando un golpe en su cabeza la incapacitó, volviéndose todo oscuro.
Tiempo después, recuperó nuevamente la conciencia, su cabeza le dolía y al intentar moverse, no podía.
—Llegamos, amigos—exclamó Reaper con alegría.
El lugar era su cómplice, deshaciendo todo lo que tiraba, no volviendo a verlo jamás, y para la clase de escorias que eran, suponía una bendición.
—¿Dónde está Shade? —murmuró Amber, furiosa.
—Tranquila, lo maniatamos, para que no vuelva a hacer tonterías —soltó Kael, de forma burlona.
—Deberíamos de arrojarlo con ella a la fosa —gritó Dread, quien sonaba adolorido por el golpe.
—No tiranos a los nuestros —ordenó Reaper, con voz calmada.
Rose los escuchaba, mientras intentaba abrir los ojos o mínimamente moverse.
Luego de un tiempo, abrió los ojos, justo para ver lo que el Phantom Squad planeaba hacer. Habían colocado un peso muerto atado a sus tobillos y volvieron a atar sus manos.
Forsejeaba con las ataduras para poder liberarse, pero no podía. Reaper la acercó al borde, mientras los demás tomaban con dificultad el peso y lo acercaban a la proa del barco. El capitán, junto a Shade, observaban con horror lo que planeaban hacer.
—¿Qué hacen? —gritó Rose desesperada, intentando soltarse.
—Vamos a llevarte de paseo —soltó Amber, acompañando con una risa maléfica.
—Si, saluda a nuestros amigos en el fondo —murmuró Dread, animado.
—No tengas miedo, posiblemente pierdas el conocimiento antes de que siquiera sientas algo —murmuró Kael, feliz.
—O tal vez, sientas todo —soltó Reaper, mientras la acercaba a su rostro—.
Dicen que la fosa Karonte es la fractura actual, más profunda de la tierra. Con temperaturas y presión extremas y posiblemente animales únicos —dijo de forma calmada, apoyándola en el borde del barco—. Pero qué hay ahí exactamente, es un misterio, porque nadie ha vuelto de ese lugar con vida para contarlo —gritó, haciendo reír a los demás.
—Espero que así sea, porque si llego a regresar y ten por seguro que volveré, voy a matarlos uno por uno —murmuró Rose, con un tono tétrico, mirando a Reaper a los ojos, algo que lo asustó por un instante.
—Está bien, te esperamos —gritó Amber, lanzando el peso al agua, el cual, luego de unos segundos, hundió a Rose con él.
Cayó y todo sucedió rápido. Se hundía y no podía hacer nada, desplegó su apéndice y con su punzón, cortó el agarre de sus manos, pero seguía cayendo. Trató de liberar sus piernas, pero notó cadenas en ella. Miró hacia arriba, observando con horror cómo la luz se desvanecía lentamente. Y luego el dolor. Comenzó a notar que su cuerpo se comprimía de una forma horrible y dolorosa. Ya no pudo aguantar el aire y simplemente comenzó a ahogarse. Su cola se retrajo, indefensa, ante la abrumante presión que sentía sobre sí. Su pecho se aplastó, sus extremidades comenzaron a crujir y quebrarse como palillos.
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Editado: 06.08.2025