Tras la sombra de los Klat'ka 3: La marca del abismo

Comienza la cacería

La aeronave pisó tierra en la base de la Organización; Rose había vuelto. Chris, junto a Mikhail, Dante y Ragnar, cargaban la camilla de Rose. Serios, callados y molestos.

Cruzaron un pasillo y entonces, Darian la vio. Ella giró su cabeza mirándolo a los ojos. El terror se apoderó de él, quien apresuradamente se escabulló para contactar con ARCOS.

—La maldita perra está viva —gritó Darian.

—¿Qué? Es imposible —murmuró el vocero, nervioso.

—Que el Phantom Squad desaparezca, porque si no, se nos va a venir una grande —gritó, cortando la comunicación.

El vocero rápidamente se comunicó con el jefe de ARCOS.

—El Phantom Squad falló en su misión, Rose está viva —informó el vocero, frío.

—Son unos idiotas —gritó el misterioso hombre, levantándose de su silla.

Respiró hondo y trató de calmarse. Luego de un momento, acomodó su ropa y volvió a sentarse.

—¿La Organización se comunicó o sabe de algo de nuestra implicación? —preguntó el hombre con evidente molestia.

—No, aún no —murmuró el vocero, nervioso.

—Que Phantom Squad desaparezca. No quiero problemas con la Organización. Y ante cualquier novedad, me lo notifican —ordenó, cortando la comunicación.

El vocero molesto inició comunicación con Phantom Squad quienes en un bar de la ciudad de Épsilon festejaban, desde hace días, su hazaña victoriosa.

—¡Salud, amigos! —exclamó Reaper, levantando un vaso de licor.

Todos chocaron sus copas, menos Shade, quien, luego de los acontecimientos, desapareció.
Reaper contestó alegre.

—Hola, amigo, está hecho el trabajo —exclamó extasiado.

—Rose está viva y en la Organización —gritó el vocero, por comunicador, dejando a todos helados.

Todo el Phantom Squad se miró con una mezcla de incredulidad y molestia. Reaper, en cambio, recordó las palabras de Rose, y se petrificó. Recordaba sus ojos y sus palabras; lo dijo porque sabía que iba a cumplirlo.

Solo se quedó callado. Amber, en cambio, respondió

—Es imposible, la vimos hundirse en la fosa —exclamó molesta, pensando en que le jugaban una mala broma.

—¿Qué tal crees que esté de salud? —murmuró Kael, animado.

—¿Para qué quieres saber eso? —preguntó Dread, incrédulo de lo que oía.

—Parece que, además de degenerado, eres un ignorante —murmuró Kael, mientras bloqueaba los manotazos de Dread, continuó muy tranquilo—. Si la fosa Karonte no acabó con ella, debe de haber dejado secuelas. Tal vez ni siquiera puede caminar y nosotros aquí, preocupados —murmuró con soberbia.

—No sabemos en qué estado está. Pero la llamada no es para eso. Necesito que eliminen todos los cabos sueltos y desaparezcan —ordenó el vocero.

—¿Qué?, ¿otra vez? —preguntó Amber, confundida de lo que escuchaba.

—Los únicos cabos sueltos somos nosotros, el capitán fue eliminado y el barco lo desaparecimos —murmuró Reaper, en automático, solo teniendo en mente el rostro de Rose.

—Si ella habla, la Organización se irá de lleno contra ustedes. Saben que es su monstruo estrella —murmuró el vocero, con desprecio.

—¡Maldita zorra! —exclamó Dread, furioso.

Reaper solo asintió y ordenó.

—Phantom Squad ya saben lo que tienen que hacer.

—¿Qué hay de Shade? —preguntó Kael nervioso.

—Ahora está por su cuenta, igual que cada uno de nosotros —soltó Reaper, frío.

En el ala médica, Rose descansaba o eso parecía. Mientras a su alrededor todo el mundo corría, tratando de ayudarla, ella se mantenía estática, fría, ausente. Todo se movía, pero ella parecía detenida en el tiempo.

Una mancha negra se creó en el suelo. Y de él, ese extraño hombre, comenzó a salir.

—Rose querida, me alegro de que ya estés en casa —exclamó, con una alegría perturbadora.

—¿Quién eres? —susurró Rose, sin siquiera intentar verlo.

—Me llamo Lucien y soy mmm, digamos, un dios —sonrió, con una risa maléfica.

—¿Qué quieres? —preguntó Rose, perdiendo la paciencia.

—Quiero ser tu guía durante tu venganza —susurró, arreglando con sus manos su cabello.

—Ya tengo un guía, se llama Liraeth —murmuró Rose enojada.

—¡A la mierda, Liraeth! —gritó de forma grotesca, perdiendo los estribos por un segundo.

Rose se giró. Al verlo, sus ojos brillaban como fuego, y su cara se distorsionaba levemente. Él también lo notó, por lo que tomó un respiro, acomodó su ropa y sonrió, como si nada pasara.

—Perdón por mi reacción, a veces pierdo la paciencia. Como tú, Rose —murmuró, caminando por la sala, observando el lugar.

Ashley entró rápidamente y enseguida lo sintió. El ambiente estaba helado y en la sala, parado, junto a su mamá, había una entidad horrenda. Deforme, oscura y tétrica. Lo observó fijamente y él, al notar que ella podía verlo, desapareció de la misma forma en la que llegó.

Desde la oficina de Incógnito, tanto él como Chris y Maskedman veían por la pantalla a Rose.

—¿Cómo está? —preguntó Incógnito de forma fría, pero con cierta preocupación.

—Físicamente, se recupera muy rápido y de forma exitosa. Emocionalmente, aún no lo sabemos. No ha dicho una palabra desde que llegó —murmuró Maskedman, sobrepasado por la situación.

—¿Chris, habló algo contigo durante el viaje? —preguntó Incógnito desconcertado.

—No. Ni siquiera se quejó del dolor. Simplemente, se quedó callada y quieta, mirando a la nada —murmuró Chris, con lágrimas en los ojos.

—Bueno, Ashley está con ella. Veamos qué sucede —murmuró Incógnito observando la pantalla.

Ashley se sentó al lado de la camilla, observando a su mamá, y no parecía ella. Su piel extremadamente pálida se veía extraña, parecía descolorida, muerta, sin vida. Como si algo en el abismo se hubiera llevado su chispa.

Se acercó y tomó su mano, pero al hacerlo, Rose pegó un grito de dolor que asustó a todos, sobre todo a Ashley.

—No me toques, me duele —susurró su mamá, fría, seca y triste.

—Mamá —susurró la jovencita, con dulzura—. ¿Quieres contarme lo que pasó?




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