Tras la sombra de los Klat'ka 3: La marca del abismo

La Abisal despierta

El agua caliente caía por su rostro, ella simplemente estaba ahí de pie con la mirada perdida. En el baño de la cabaña, junto a ella, Lucien, solo la observaba.

—Querida, he vivido muchas vidas, pero jamás había visto a alguien torturar a un pobre infeliz como lo hiciste tú —murmuró, soltando una risa malévola.

Rose no dijo nada, pero escuchaba cada una de sus palabras. Solo continuó lavando su cuerpo, no quería la sangre de Dread sobre ella.

Había algo en su interior que gritaba que detuviera la cacería. Que aún tenía tiempo de enmendar su error, pero no lo escuchó, no quería escucharlo.

Salió, James y Patrick afuera ya habían recibido las noticias y, peor, habían visto las imágenes. Ninguno dijo nada, solo observaron a Rose. Ella solo volvió a sentarse en el sillón, quedándose inmóvil, con su mirada perdida.

—Seguirá Amber hermosa —susurró Lucien con malicia.

En ese instante, la voz entrecortada de Patrick llamó su atención.

—Tengo la localización de otro integrante del Phantom Squad.

Ella se levantó y se dirigió hacia él. Los Thirvians, asustados, cooperaban, pero no estaban de acuerdo con sus acciones. Veían cómo su luz poco a poco se extingue, pero sobre todo a esa oscuridad rondando a Rose y no les gustaba.

—Abran el portal —murmuró Rose a los Thirvians.

—Espera, Rose. No puedo dejar que sigas haciendo esto —murmuró James, detrás de ella, sujetando su hombro dulcemente.

Rose no dijo nada, solo se acercó, posó sus manos en su sien y le mostró todo lo que pudo sentir de Dread, junto con imágenes de lo que le encantaba hacer, más que nada con los pequeños.

James, asqueado, solo se apartó, vomitando. Patrick se levantó de su escritorio, asustado.

—Y eso es solo una parte de lo que pude percibir de él —murmuró Rose, cruzando el portal.

Volvía a caer la noche y el momento había llegado. Siguió el rastro de Amber hasta una lujosa casa que contrastaba con el lugar a su alrededor. Dentro, luego de una intrusión ilegal, la maldita había secuestrado a sus ocupantes —una pequeña familia de tres— y los mantenía de rehenes. La esposa y su pequeño hijo estaban encerrados en el sótano, pero el padre se llevó la peor parte. Había sido maniatado, abusado y torturado por la sádica Amber durante días.

Rose ingresó rápidamente y fue directo hacia el sótano en donde los gritos se oían con más intensidad.

—Shhh —susurró Rose por lo bajo, abriendo la puerta.

—¿Quién eres tú? —preguntó la mujer, quien se veía en mal estado, por estar días atrapada en el lugar, sin comer.

—Soy la ayuda que sé ya pediste al todo —murmuró, cubriendo el cuerpo desnudo de la mujer.

—Mi hijo necesita ayuda —sollozó ella.

Al verlo, el corazón de Rose se estrujó. En su pequeña cabecita tenía un golpe contundente, el cual ya ni siquiera sangraba. El pequeño de no más de dos años había sido golpeado por Amber, al no querer callarse.

Rose chequeó su pulso, aún vivía. Así que simplemente usó su don para salvarlo, curó su herida y luego le ordenó a la mujer que se escondiera en un dormitorio, que pronto mandaría a su esposo a ese lugar.

Subió las escaleras, con los gritos y lamentos del pobre hombre. Lucien, tras ella, bailaba y cantaba de forma perturbadora.

—¿Cómo vas a acabar con ella? —preguntaba tétricamente, mientras su rostro se distorsionaba, a uno de pura crueldad.

Rose calló, solo abrió la puerta y golpeó a Amber, dejándola inconsciente. Se acercó al hombre, el cual lloraba desconsolado. Lo habían deshumanizado al tal punto que Rose al cortar sus agarres, le murmuró.

—Puedo curar las heridas físicas, pero no las heridas de tu mente.

El hombre asintió, por lo que Rose lo hizo, notando que cada vez que usaba su don, se agotaba.

—Necesito que te encierres con tu familia hasta el alba y cuando eso suceda, saldrás a pedir ayuda, ¿entendido? —murmuró fríamente.

—¿Por qué hasta el alba? —preguntó el hombre temeroso.

—Porque si arruinas mi venganza, te mataré también —susurró Rose, mirándolo a los ojos.

Él la observó. Si bien sus ojos parecían fríos, aún podía verse luz en el fondo. Asintió y se fue. Rose por su parte, se sentó a esperar a que Amber se despertara.

Un tiempo después, Amber, aturdida, despertó. Le costó un momento procesar en dónde estaba. Un cuchillo fue pateado cerca de ella y en ese momento la vio. Sentada en la ventana iluminada tenuemente por la luna, Rose. Sus ojos rojos y una extraña luminiscencia en su cuerpo a juego con ellos.

—Hola, querida. Veo que si volviste por nosotros —murmuró con pura soberbia

—Te gustan los cuchillos —murmuró Rose, observando su arsenal para torturar víctimas.

Ella comenzó a ponerse nerviosa, había algo en Rose que se veía perturbador.

—Vamos, Rose quiero sangre —gritó Lucien a su lado.

Rose desplegó a Aurea y lo miró directamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.