Rose y Horus, indefensos y desorientados, fueron llevados a un lugar misterioso. Cuando las manos rudas finalmente les quitaron las vendas, la tenue luz reveló una escena atípica. Estaban en un sótano, pero su atención se fijó en la figura a su lado: su pequeño, con un collar alrededor del cuello, atado a la pared.
—Horus, ¿estás bien? —preguntó Rose, al mismo tiempo que veía cómo se transformaba en agua, quitándose el collar fácilmente.
Ella podía zafarse y liberarse, pero no quería dar esa impresión, por lo que esperó a que el misterioso Chris volviera.
No pasó mucho tiempo hasta que se hizo presente. Él solo ingresó viéndola fijamente. Sentándose delante de Rose, quien colgada del techo, indefensa.
—¿Quién eres y de dónde vienes? —preguntó fríamente, observando el medallón con sus fotos especiales.
—Mi nombre es Rose Smith y vengo de otra realidad.
—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó, dejando el medallón en una mesa cercana.
—Chris y yo investigábamos una anomalía, cuando nos encontramos con una entidad. Nos dio un acertijo a resolver y fallamos, por lo que debo encontrar la respuesta aquí —murmuró Rose, siguiendo sus movimientos.
—¿Chris? —preguntó él, desconcertado.
—Si trabajamos para la Organización. Somos cazadores de anomalías y monstruos en mi dimensión. Tú y yo —murmuró deteniéndose en seco—. Bueno, tu otra versión, creo.
Se detuvo a pensar, no entendía lo que estaba sucediendo.
—¿O sea que tú no has intentado atacar y matar a mi versión?
Rose se petrificó.
—¿Qué? No, tú eres mi hermano —exclamó, con su corazón hecho pedazos.
—María intentó matarme cuando trataba de detener su matanza. Esta cicatriz es un recordatorio de esa lucha —susurró, mostrándole su rostro.
Rose no dijo nada, pero pensó: hay una Rose en esta dimensión también. La idea por sí sola, le preocupaba.
—¿Por qué te ves así, tan pálida? ¿Y quiénes son estas personas? —murmuró molesto.
—Me veo así porque pasaron cosas—balbuceo Rose, esquivando la mirada—. Y ellos son mi familia. John y Claire son mis padres de corazón. Mi hija Ashley y Alex, su papá.
Chris se quedó callado un momento, luego continuó.
—¿De dónde sacaste al Hound y cómo lograste que no te matara? —preguntó, observando al pequeño recostado junto a los pies de Rose.
—Los Klat’ka atacaron y mataron a su mamá. Intercedí, antes de que lo hicieran con él también —susurró, observándolo con amor.
—Entonces debes irte. No quiero Klat’ka en este lugar —murmuró, acercándose a la puerta—. John trae el cuchillo.
La frase resonó en la mente de Rose y cuando lo vio, se quebró.
Era su papá, el cual la observaba con temor. Ya no lo soportó, por lo que desplegó su cola cortando sus agarres. Ambos, asustados, inmediatamente le apuntaron.
—Tranquilos, no voy a lastimarlos. Solo quiero irme —murmuró, con mucho pesar, observando con ojos llorosos a su papá John, vivo.
Se acercó lentamente a él, aún y sabiendo que no era el mismo hombre que la crió, pero Chris se puso enfrente firme.
—Aléjate de mi papá —resonó en la habitación, dejando a Rose petrificada.
Ella asintió, tomó su medallón y murmuró con su voz entrecortada.
—Vámonos, Horus. No somos bienvenidos aquí —saliendo triste.
El pequeño comenzó a moverse muy rápido por la habitación, para salir de forma animada del lugar.
Afuera, Rose volvió a llevarse una sorpresa. Alex estaba tras la puerta, escuchando todo. Al verlo, Rose se detuvo petrificada en el lugar.
Alex, por su parte, solo la miró con horror. Se veía muy demacrado y en su poca piel expuesta había evidentes cicatrices. Sintió que acercarse era un error, por lo que continuó su camino, observando que había muy pocas personas en el sitio.
Parecían estar ocultándose de algo o de alguien. Luego de un rato de surcar, un laberinto de pasillos salió, dándose cuenta de que estaba en alguna especie de búnker subterráneo.
—Las cosas sucedieron diferente aquí —susurró Liraeth, haciéndose presente.
—¿Por qué estoy aquí? Todo lo que veo solo reabre heridas que trato de sanar —sollozó Rose, completamente destrozada.
El pequeño Horus, viéndola mal, se acercó, tratando de contentarla. Ella lo tomó, abrazándolo con dulzura.
—¿Qué se supone que debo hacer aquí? —preguntó desconcertada.
—Vienes por la respuesta al acertijo, no lo olvides —susurró Liraeth, sentándose a su lado.
—Lo sé, pero ni siquiera tengo idea de cuánto tiempo tengo —murmuró desmoralizada.
—¿Qué fue lo que te dijo Noth’Zethra? —preguntó Liraeth, de forma calmada.
—Cuando el cielo sea surcado por un haz de luz volvería. Ni siquiera sé qué significa —dijo Rose molesta.
—El cometa Liam —susurró Liraeth—. Surcará el cielo dentro de cinco años —murmuró tranquilamente.
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Editado: 06.08.2025