Tras la sombra de los Klat'ka 3: La marca del abismo

El duelo entre la luz y la oscuridad

—¡Maldita sea! —gritó Rose molesta—. Ya intentamos todo y no hay forma de traspasar. Ni siquiera por los pasadizos debajo de la base.

—Tranquila, encontraremos una forma de romperla —murmuró Draelys, mientras observaba las runas detrás de la barrera.

El Drakan analizó la situación de forma fría. Notó que del otro lado, los tótems de bloqueo estaban dispuestos como un pentagrama. A su mente una idea llegó, pero no podría hacerlo solo, necesitaría la ayuda de Rose y Horus.

—Rose tengo una idea, pero tendremos que combinar nuestra energía —susurró, mientras se preparaba estirando sus extremidades.

—Solo dime qué tengo que hacer y estoy dentro —exclamó Rose decidida.

En ese momento los ojos y el cuerpo de Draelys comenzaron a desprender una luz muy potente, inquietando a los Klat’ka del otro lado de la barrera.

Una vez se transformó en pura luz, su cuerpo comenzó a cambiar, creciendo en tamaño, forma y consistencia. Y entonces Rose entendió el porqué las historias de los dragones estaban basadas en los Drakan.

Frente a ella, un enorme dragón de más de treinta metros de largo se erguía de forma imponente. Con alas que se extendían y unas escamas gruesas que brillaban reflejando toda la luz a su alrededor. Soltó un rugido que inquietó hasta al mismo Horus, que junto con Rose, estaba petrificado.

A través de su mente, Rose podía escuchar la voz del Drakan.

—Sube a mi lomo, Rose —susurró Draelys, con voz gruesa y gutural.

Rose temerosa, accedió y se sujetó de grandes placas óseas que salían del lomo.

—Horus, tú también —murmuró Draelys.

Y él, sin chistar lo hizo.

Levantó sus alas y de un pequeño impulso, se elevó por los aires. Junto con ellas, una polvareda ascendió en el lugar.

Con rapidez sobrevolaron la barrera, parecía estar buscando algo.

—Este tipo de protección siempre tiene una zona de menor fortaleza —murmuró Draelys, deteniéndose en un lugar en específico.

Abrió sus fauces y de ella una mezcla de fuego y energía, de color amarillo anaranjado salió, golpeando la barrera. Por un segundo pareció debilitarse, pero rápidamente volvió a regenerarse.

—Rose si unimos nuestras energías, seré capaz de abrir un pasaje para que ingresen tú y Horus. Una vez dentro, deberán de romper los tótems para destruir la barrera —susurró Draelys, seguro de sus palabras.

—Está bien, dime qué debemos hacer —gritó Rose, desorientada por el ruido de las alturas.

—Tú y Horus deben concentrarse y traspasarme su energía, yo haré el resto. Una vez se abra el pasaje, deberán de saltar a él de inmediato —ordenó Draelys, mientras su cuerpo nuevamente comenzaba a brillar.

Rose y Horus se observaron nerviosos y desconcertados, pero obedecieron.

La mano de Rose comenzó a brillar junto con Aurea, creando un vínculo con Draelys y Horus.

El dragón comenzó a vibrar, al mismo tiempo, que lanzaba de su boca un potente rayo color rojo en dirección a la barrera. Al contacto, empezó a deshacerse lentamente hasta abrir un pasadizo suficientemente grande, por lo que el Drakan gritó.

—¡Ahora, Rose salten!

Ella y el Hound lo hicieron pasando por poco y cerrándose tras ello. Horus cayó, estrellándose en el suelo, mientras que Rose, amortiguó su caída con la armadura N’varon. Draelys tras la barrera, ahora transformado en Drakan esperaba paciente a que se abriera el paso.

—¿Estás bien, bebé? —preguntó Rose, viendo cómo se levantaba rápidamente.

Adelante, los Klat’ka temerosos, observaban a ambos preparándose para pelear.

—Voy a decirlo una sola vez. Ríndanse o los mataré a todos —gritó Rose.

Maria y Lucien, delante de ella, solo reían. Rose solo observó a su fiel amigo asintiendo.

—Horus destruye los tótems que crean la barrera y mata a todo lo que intente detenerte —gritó Rose, desplegando en conjunto a Aurea y a la armadura N’varon, yendo a la carga.

—Detengan a esa cosa que no toque ningún tótem —ordenó Maria fría, mientras a lo lejos, seguía sentada en su trono.

Horus avanzó con el primer objetivo, encontrándose con decenas de soldados, por lo que Rose comenzó a despejar el camino. Pero alguien parecía intentar hacer que ella perdiera la concentración.

—Rose querida —susurró de forma malévola—. Tienes miedo de morir, puedo sentirlo. Aun así lo enmascaras muy bien —murmuró Lucien, con una sonrisa.

—¡Cállate! —gritó Rose.

Por un segundo se distrajo, por lo que un Klat’ka la apuñaló en una pierna con una lanza de Ralium.

—¡Ah! —gritó Rose, mientras tambaleaba, cayendo al suelo.

Horus lo notó, por lo que con un rugido comenzó a apartar a los soldados, tomando al que la apuñaló con sus fauces y destrozándolo en el acto.

Apartó a los soldados a su alrededor, dándole tiempo a Rose de curar su pierna. Se levantó rápidamente, dispuesta a pelear codo a codo con su fiel amigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.