Había pasado el tiempo y aunque Rose cuidaba a las niñas, Huang se las arreglaba para ver a James a escondidas.
Cuando todos dormían, dejaba a Horus cuidando a Minji y con ayuda de los Thirvians llegaba a la cabaña, retirándose llegada el alba.
Esta noche no era la excepción. James despertó sobresaltado, últimamente tenía pesadillas con fuegos en el cielo y un ser alado que lo llevaba lejos. Miró, el lugar, estaba oscuro, pero al desplazar su mano la sintió. Rose. Dormía desnuda sobre él con su espalda descubierta. Con la yema de sus dedos tocó dulcemente la enorme cicatriz que la recorría de cuello a caderas.
Sabía perfectamente quién se la infligió.
—El devorador —susurró por lo bajo, causando que Rose se inquiete en sueños.
Él la besó en su frente y ella volvió a relajarse.
No había secretos entre ellos y eso le gustaba. Conocía a la perfección todas y cada una de sus cicatrices y cómo se las había hecho. Sabía todo de ella y ella de él.
Volvió a cerrar sus ojos para dormir, pero notó algo. En el aire un aroma embriagante que enloquecía a su cuerpo. Buscó por un segundo el origen del olor hasta darse cuenta de que era Rose. Ella lo desprendía.
Se tensó, haciéndola despertar de inmediato.
—¿Qué sucede? —preguntó ella entre sueños.
—Hueles diferente —soltó él, aterrado.
—¿Huelo mal? —preguntó, tratando de olerse a sí misma.
—Creo que estás por entrar en tu ciclo reproductivo —murmuró James, con la voz entrecortada.
Ella no dijo nada, pero la aterraba mucho volver a pasar por eso otra vez.
Al llegar el alba, ella se preparó para volver.
—¿Quieres salir conmigo esta tarde? —preguntó Rose animada.
—¿Cómo en una cita? —preguntó James con intriga.
—Sí —balbuceó Rose nerviosa—. Pero además quiero presentarte a alguien.
—A la tarde —exclamó ella con una sonrisa.
—A la tarde —susurró él completamente enamorado, para verla irse a través del portal.
Quedándose solo, esa sensación que llevaba sintiendo hace meses volvió. Algo malo iba a pasar. Lo sentía en cada fibra de su ser.
Tal vez era el ciclo reproductivo de Rose. Ya no quería que nadie se aprovechara de ella.
—¿Pero qué puedo hacer yo? —se preguntó, mientras Gianfranco entraba por la puerta con una sonrisa.
—Hola, papá —exclamó feliz abrazándolo.
—Yo no soy tu papá, Dante lo es. Yo soy el tío James —exclamó animado.
—Tío… papá James —exclamó el niño, soltando luego una risa juguetona.
Gesto que hizo reír a James también.
Rose, en cambio, llegando a la mansión Huang, relevó a Horus. Este, al verla llegar, la saludó muy amorosamente, frotando su hocico en ella para luego irse lejos, a través de un portal.
Se sentó a pensar en las palabras de James.
—El ciclo se repite —susurró casi como suspiro agónico.
Ella también lo notó varios meses atrás. Pero logró mantenerlo controlado todo este tiempo. Este, en especial, era diferente y lo sabía. En los demás ciclos ella buscaba algo, que no sabía que era. Ahora tenía la certeza de que lo buscaba a él.
—James —murmuró dulcemente, permitiéndose recordar la noche anterior.
Y es que él calmaba el ardor que el ciclo generaba en ella. El deseo desaparecía cuando él estaba cerca.
Soltó una risa nerviosa y pícara de forma inconsciente. Para luego notar que Minji la observaba con una sonrisa.
—¿Amas a James? —preguntó la niña, incorporándose en la cama.
Se veía enérgica, animada y feliz.
—Sí, pero no es un tema para niños —murmuró Rose nerviosa, ayudándola a levantarse.
—Está bien, puedo hacerlo yo —exclamó ella con una sonrisa.
—Te recuperas —dijo Rose, alcanzándole la ropa para vestirse.
—Sí y mi marca ya casi desaparece —exclamó mostrando su cuello.
Rose sonrió, pero sabía que este tipo de solución era temporal. El Obscurion regresaría por ella, ni bien estuviera sola. Por lo que debía de contenerlo en un tótem.
Volvió a su dormitorio luego de llevar a las pequeñas a la Academia. Chris descansaba en ella y al abrir los ojos, notó un aroma delicioso a flores inundando el lugar.
Solo la observó seriamente.
—Sí, pronto deberé de irme. Estoy en mi ciclo —murmuró ella triste—. Pero antes de partir, quiero que Minji esté segura.
—Lo haremos —susurró Chris, con una sonrisa.
En la base de la Organización, Ashley se mantenía serena, aunque su mamá le faltaba. La extrañaba muchísimo, aun así, aprovechaba el tiempo libre para practicar sus dones.
A su mente, venía esa revelación en la cámara del vacío, animándola a esforzarse día con día para mejorar sus habilidades.
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Editado: 09.09.2025