Tras la sombra de los Klat'ka 4: Prueba de fuego

El canto de las profundidades parte 2

Avanzó un par de metros por los estrechos pasadizos cuando empezó a notar los efectos del agua helada en su cuerpo. Dolía y cada movimiento suponía un esfuerzo brutal para Rose. Aun así, continuó.

Pero ¿por qué lo hacía? Siempre se lo preguntó. Jamás encontró la respuesta. Algo dentro de ella, posiblemente ese fuego interno, se negaba a dejar a alguien atrás. Tal vez la movía no querer que otros pasaran por su mismo dolor.

Sola, siempre estuvo sola. Durante mucho tiempo anheló que alguien simplemente llegara y la salvara. Pero nunca sucedió. A ella le tocó pelear para sobrevivir.

Comenzó a observar al AquaSentinel a lo lejos. Quieto en el fondo, esperaba su llegada. Lo tomó y continuó. Pero pronto, comenzó a agotarse. Su cuerpo había llegado al límite. Entró en pánico y empezó a hiperventilarse, algo que Horus notó, inquietándolo.

—Tranquilo, amigo —murmuró Michael acercándose.

Este enfadado le gruñó, apartándose, pero manteniéndose siempre cerca del agua, observando.

Rose por su parte, comenzó a delirar. Sentía que nuevamente estaba en la fosa Karonte y que esa cosa volvía a atacarla. Intentaba defenderse como podía ante la mirada atónita de sus compañeros.

—¿Qué sucede? —preguntó Dante, incrédulo.

—¿Con quién pelea? —preguntó Ilan escéptico, observando la transmisión del AquaSentinel.

—Está alucinando —murmuró Michael, acercándose rápidamente.

Ragnar no decía nada, solo observaba con horror lo que sucedía.

—¡Rose vuelve, por Dios! —gritó Chris histérico.

Estaba intentando sacar su traje e ir en búsqueda de ella, cuando notó que Leo comenzaba a hablarle.

—Rose, estás a salvo. Solo respira —susurró por el comunicador, procediendo a hacerlo también él.

—Necesitas llegar hasta el niño —murmuró calmadamente, ayudándola a enfocarse.

Su cola también se desplegó, hablándole en su mente también.

—Debemos seguir. Continúa.

—Estoy bien. Es solo que… —balbuceó con su voz entrecortada por el comunicador de su máscara.

—Lo sé. Es igual a ese lugar. Pero saliste una vez y puedes hacerlo de nuevo —exclamó Leo de forma seria.

—Sí —sollozó, dejando caer sus lágrimas.

—Rose vuelve, yo iré hacia él —ordenó Chris, molesto.

—Cállate, deja de protegerla y deja que continúe con su trabajo —exclamó Leo molesto, dejándolo atónito.

—Rose, yo creo en ti. Puedes hacerlo —murmuró por el comunicador, dándole el último empujón anímico para continuar.

A lo lejos vio movimiento en el agua, por lo que, temerosa de que esas cosas volvieran por el niño, continuó su camino.

Comenzaba a tener calambres en sus músculos que le impedían moverse con normalidad, así que su cola se desplegó para ayudarla a impulsarse.

Al pasar por el pasadizo hacia los cuerpos, tuvo que hacerlo con cuidado. Era sumamente estrecho, con zonas afiladas llenas de picos irregulares. Pero al salir del otro lado, vio de primera mano el horror que allí se encontraba.

Al sacarse la máscara, lo primero que notó fue el terrible olor a muerte y putrefacción en el lugar.

La sala era gigantesca, ya que ellos solo habían visto una parte del lugar. Tras los cuerpos había miles de cuevas y pasadizos que posiblemente llevaban al corazón de Madre Tierra.

Cerca, vio al Mk2 quien había estado custodiando al pequeño todo este tiempo, evitando que esas cosas se acercaran.

Llegó hacia él, dejando de lado al AquaSentinel dañado. Tomó su pulso y sus signos vitales; aún respiraba. El niño rápidamente se despertó con un grito desgarrador.

—Tranquilo, vengo a sacarte de aquí —susurró Rose, notando que a lo lejos comenzaban a oírse chapoteos y movimientos en el agua.

El niño asintió débilmente.

—Me duele la pierna —susurró temeroso, observando la cola de Rose con temor.

Ella siseaba cerca de su cara, como si lo estuviera observando.

—Tranquilo, la curaré —murmuró Rose, mientras el niño asentía nuevamente.

Intentó hacerlo, pero no sucedía nada, frustrándola.

—¡Maldita sea! —gritó furiosa, haciendo que el niño se asuste.

—Lo siento, lo siento —susurró temerosa—. Debemos irnos antes de que esas cosas vuelvan —murmuró, tratando de mover al niño.

Pero al hacerlo, él soltó un grito de dolor. Rose observó su pierna. De la parte frontal, presentaba solo algún mordisqueo leve; pero atrás, se veía que el daño infligido era severo. Habían comido casi todo el músculo hasta pasada la rodilla. Además, al moverlo, la sangre empezó a brotar. Parecía que esas cosas sabían con exactitud cómo mantener a alguien con vida.

Rose comenzó a desesperarse.

—¡Michael, necesito que me digas cómo hacer un torniquete ya! —gritó desesperada.

—Intenta curar su pierna nuevamente —exclamó Chris nervioso.

—No me deja y se desangra —gritó, tratando de apretar la herida con todas sus fuerzas.

—OK, busca algo duro y largo que puedas usar, no importa qué sea —ordenó Michael, serio.

Ella obedeció, observando a su alrededor y viendo un hueso a lo lejos. Lo tomó y contestó.

—Tengo un hueso, ¿qué más? —exclamó nerviosa.

Mientras tanto, el niño comenzó a adormilarse, preocupando a Rose.

—¡Oye amigo, despierta! Saldremos de aquí —murmuró, pegando pequeños golpecitos en su mejilla, tratando de mantenerlo consciente.

—OK, necesitas una cuerda, ropa o lo que sea que haya alrededor.

Tomó del vestido de un cadáver cercano y rasgó un gran trozo de tela de él.

—Listo. Lo tengo —exclamó Rose rápidamente.

—OK, vas a tomar la tela y vas a atarla con un nudo simple alrededor del muslo. En una zona alta —ordenó Michael, observando la transmisión del AquaSentinel en vivo.

Ella lo hizo.

—Ahora toma el hueso y pásalo entremedio de las dos telas ya atadas y comienza a girarlo para ajustar —murmuró nervioso.

—OK —exclamó Rose decidida.




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