James y su pequeña descansaban para curar sus heridas, por lo que Rose se sentó en la sala. Todos la rodeaban, esperaban un quiebre en su psique como el sucedido en la fosa Karonte. Pero no, ella se mantenía lúcida, coherente y tranquila.
—¿Qué sucedió? —preguntó de forma fría, pero calmada.
—Los Thek’ar usaron el orfanato como carnada para que dejáramos de proteger la cabaña. Querían a Ashley —dijo Kaeth’Ruum con voz seria.
—Lo siento, fallamos. Prometimos protegerlos y no cumplimos nuestra parte —murmuró Siranel con la cabeza en alto.
—Gracias por cuidarnos —susurró Rose con angustia.
Kaeth’Ruum vio el estado de su hija y rompió su corazón. Tomó de varios Klat’ka el bálsamo calmante y se acercó a ella. Todos pensaron que reaccionaría de forma agresiva, no dejando que la toque, pero no.
—Gracias, realmente me dolía —sollozó de forma controlada, para luego girar su cabeza y mirarlo directamente a los ojos.
Él la observó y María volvió a su mente. Era igual a su mamá. Sonrió de forma automática y ella devolvió la sonrisa posando su mano sobre la suya.
—Usaron Tenebrum. Eso quiere decir que tuvieron acceso al Libro de la oscuridad —susurró Draelys de forma seria interrumpiendo el momento.
—¿Qué es Tenebrum? —preguntó Chris, intrigado.
Pero Rose cambió totalmente el tema.
—¿Sufrió? —preguntó mientras lágrimas caían por sus ojos.
—No, me encargué de que sus últimos momentos fueran pacíficos y sin dolor —murmuró Siranel con una mueca de tristeza en su rostro. Sentía que le había fallado a su nieta.
Tiempo después prepararon una pequeña sepultura para Paco y el pequeño Miguelito. Los dos descansarían junto a los papás del corazón de Rose, cerca del pequeño cerezo.
Lo observó y recordó su promesa, no pudiendo controlar su llanto. Chris la contuvo.
—Le prometí que volvería por él, que lo adoptaría. Que colocaría una hamaca en este cerezo una vez creciera —sollozó, no soportando el peso en sus rodillas y cayendo al suelo—. Jugaríamos juntos todos los días.
Chris la abrazó fuertemente. Sentía que, poco a poco y sin darse cuenta, habían tomado caminos separados, distanciándose. Pero no quería eso para ellos. Sabía que su destino era estar unidos, complementándose el uno al otro.
—Tranquila, ahora está en un lugar mejor, te lo prometo —susurró besando su frente.
—¿Crees que mis papás están cuidando de él? —preguntó Rose destrozada.
—Sí, y sus papás también —exclamó Chris, limpiando sus lágrimas.
Luego de que todos se fueron, ella se quedó sentada junto a Horus. Él olfateaba la tumba de Paco, mientras aullaba y lloraba con tristeza. Rose no dijo nada, entendía su dolor. Aun con la muñeca en sus manos, se levantó del suelo y la recostó en una pequeña piedra con el nombre Miguelito, volviendo a la cabaña.
—Rose, James despertó —murmuró Draelys animado.
Ella corrió a su encuentro, notando que su pequeña ya estaba lúcida también.
—¿Cómo están ambos? —preguntó Rose teniendo a cada uno en una cama diferente en la misma habitación para mayor control.
—Me duele todo —exclamó Ashley intentando levantarse, pegando un grito al moverse bruscamente.
—No, no, no. Recuéstate, debes descansar —murmuró su madre, cubriendo nuevamente su cuerpo.
James, por su parte, solo la observaba con sus ojos enamorados.
—Estoy muerto, ¿verdad? —preguntó con una sonrisa.
Rose se ahogó de angustia de solo pensarlo, por lo que negó con la cabeza.
—Si no estoy muerto, ¿por qué veo a un hermoso ángel frente a mí? —preguntó tomando su mano con dificultad.
Rose soltó una risa alegre y besó su mano muy dulcemente.
—Estás de buen humor, eso es buena señal —susurró viendo cómo Kaeth’Ruum entraba por la puerta, serio pero animado de verlos despiertos.
Se dirigió hacia Ashley y, al verla, sonrió.
—Mi pequeño faro de luz, cambiaré el bálsamo para que ya no te duela. ¿Te parece? —preguntó con una sonrisa.
Ella asintió observándolo. Su voz sonaba única y eso le generaba curiosidad. Ashley solo pensó en cuánta constancia y fuerza de voluntad necesitó Kaeth’Ruum para aprender a hacerlo, aun sin necesitarlo.
Luego siguió James. Él pensó que no recibiría el mismo trato, pero para su sorpresa, Kaeth’Ruum fue muy amable.
Mientras esto sucedía, el comunicador de Rose junto a la cama sonó. Ella, temerosa, sin saber por qué respondió. Comenzó a inquietarse para luego colgar sin decir una palabra, retirándose nerviosa de la habitación. Chris, quien entraba, observó la situación con preocupación.
Tiempo después volvió a sonar, por lo que se lo llevó a Rose, pero ella no lo tomó, solo huyó del lugar nerviosa.
Él contestó, pero nadie respondió. Por lo que volvió a llamar.
—¿Rose? —dijo una voz femenina tras la línea.
—No, Chris. ¿Quién habla? —preguntó, pero nadie contestó; la comunicación se cortó.
Lo intentó varias veces, pero nadie respondió, por lo que se acercó a Patrick. Él, nervioso y medio traumatizado por los acontecimientos, estaba estático en la sala. Cuidaba de Gianfranco, quien dormía en el sofá. No quería ni tocar su computadora.
—Necesito tu ayuda —susurró pasándole el comunicador de Rose—. Quiero saber quién la llama.
—Dame un tiempo —murmuró animado, volviendo a lo suyo.
Ahora tenía un propósito para seguir trabajando y le encantaba.
El ataque a la cabaña ya había llegado a oídos de Maskedman, quien junto a soldados de la Organización ya se preparaban para traer a Ashley, así sea a la fuerza.
Pero había algunos que no estaban de acuerdo con lo que él planeaba hacer. Mikhail rápidamente se comunicó con Chris para avisarle de los próximos acontecimientos.
—Chris Maskedman irá con el ejército de la Organización a llevarse a Ashley —susurró por lo bajo a escondidas de todos.
—¿Qué? ¿Por qué Incógnito permite todo este desastre? Si Rose enloquece nuevamente, matará a más inocentes —murmuró Chris incrédulo.
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Editado: 10.11.2025