Tras la sombra de los Klat'ka 4: Prueba de fuego

Sangre que llama, sangre que repele

A altas horas de la madrugada, mientras todos dormían, Patrick seguía inmiscuyéndose en los archivos de ARCOS. Tenía un programa solo para adivinar contraseñas, activo las 24 horas. Y hoy, después de meses sin tener éxito, escuchó el sonido de la victoria.

—¿Qué? Excelente —exclamó animado volviendo a la carga.

Chris, que dejó de cuidar a las niñas luego de que toda la verdad saliera a la luz, estaba sentado en la sala, trataba de meditar y conectarse con el registro del todo. Pero no podía; la preocupación por su hermana era más fuerte que su propia concentración.

Prestó atención al ánimo de Patrick, por lo que se acercó.

—¿Novedades? —preguntó serio mientras veía archivos antiguos de CERNA.

—Dios mío —susurró serio para levantarse del lugar sin decir una palabra. Salió hacia su dormitorio, cerrando la puerta.

Chris observó escrito en el archivo el nombre Marine “Magdalena” Zúrich y dentro de él lo supo.

Era su madre. Comenzó a hurgar entre toda la información. La madre de Patrick había sido usada como incubadora de un espécimen llamado RX y fallecido por una complicación en el parto.

Pero debajo, en archivos más antiguos, estaba un nombre en específico. Kim Minha era la donadora de óvulos para los sujetos R00 a Ra 06. Pero R03 no estaba incluido.

—Todos son hermanos, menos Ilan —susurró Chris, levantándose rápidamente y golpeando la puerta de Rose.

Ella estaba despierta, su insomnio y los sucesos que hizo James cuando se dignó a dormir no la dejaban descansar.

—¿Qué sucede? —preguntó exhausta.

—Ven, Alpha debe reunirse —murmuró preocupado.

Patrick en su habitación solo lloraba. Luego de que encontraran a John, el padre de Rose aún vivo en un laboratorio de ARCOS, la esperanza de que su madre aún viviera había resurgido.

Ahora sabía la verdad. Murió siendo un experimento. Y lo que siempre temió se hizo realidad.

Y todo su pasado volvió a su mente. El primer recuerdo que tiene de su vida es el de su madre y él viviendo en una pequeña casa a las afueras de Épsilon junto a su padre.

No recuerda su rostro, pero sí recuerda que era alto. Y su voz. Una inconfundible ronca y áspera. Lo ocultaban y no entendía por qué. No podía salir, tampoco hacer ruido.

—Hay monstruos malos afuera, por lo que no es seguro salir —susurraba su mamá siempre antes de acostarse.

Él era muy pequeño de unos tres años cuando los soldados de ARCOS llegaron. Mataron a su padre enfrente de ellos y le ofrecieron un trato a ella. Dejar vivir a su hijo a cambio de cooperar.

Tiempo después entendió que su madre valía millones para ellos, era fértil y sana. Por lo que fue derivada al programa PROCREAR.

La última vez que la vio tenía unos doce años. Ella tenía un vientre abultado. Sabía que estaba embarazada, aunque ella no decía nada.

Le colocaron una de estas horribles batas y se la llevaron. Luego él fue trasladado a otro lugar en donde experimentaron de todas las maneras posibles. Era fértil, pero hombre, por lo que sin una mujer era inútil.

Partes de su memoria estaban difuminadas, como si su mente se negara a recordar todos los detalles. Pero lo que sí recuerda es su escape de ese laboratorio.

Durante años, pidió al todo ayuda y ese día pareció escucharlo. Un grupo de radicales entró por la fuerza al lugar, matando a todos. Aprovecharon que toda la seguridad estaba en otro lugar repeliendo un ataque.

—Hey tenemos un sobreviviente —gritó uno con alegría.

—Un jovencito —gritó una chica de forma alegre. Él tenía quince años en ese entonces y eran las primeras personas, que no eran, doctores que veía en años.

—¿Cómo te llamas, amigo? —preguntó un hombre de unos cuarenta y tantos de cabello canoso y una larga cicatriz en su rostro.

—Patrick —susurró temeroso.

—Puedes venir con nosotros si quieres o puedes quedarte. Ahora eres libre de decidir —exclamó mientras los demás celebraban lanzando tiros en la lejanía.

Había encontrado a su familia y sus mentores a futuro. La puerta sonó y el sonido lo devolvió al presente.

Abrió la puerta limpiando sus lágrimas; era Leo. Lo abrazó fuerte, realmente lo necesitaba.

Afuera, el resto de Alpha discutía la información.

—¿Hermanos? —preguntó Ragnar de forma irónica, observando a los demás—. Pero si ninguno es tan guapo como yo —murmuró con soberbia.

—Bueno, tiene sentido —dijo Rose observándolos a todos lentamente—. Tú y Mikhail se parecen muchísimo. Así como Leo y Dante —susurró guardando silencio.

—Enamorado de su hermano, eso es creepy —murmuró Mikhail, recibiendo un golpe de Ilan a su lado.

Dante, por su parte, se mantenía apartado como si su mente estuviera en otro sitio.

—Ilan hay algo que debo mostrarte —susurró Chris por lo bajo, llamando la atención de Ragnar.

—Hey, hey, hey, nada de secretos entre nosotros —exclamó Ragnar, chequeando también los archivos.

—Felicidades amigo, tienes un hijo —exclamó Ragnar animado palmeando su espalda, ante la mirada fija de Rose y Chris.

Ilan se acercó y observó la foto de la mujer que lo gestó y le dio la vida. Ya sabía quién era.

—¿Mariela? Pero no tiene sentido —susurró analizando los datos.

—¿La conoces? —preguntó Rose mientras se acercaba a él para darle su apoyo emocional.

—Es la hija perdida de mi abuelo… es imposible —susurró sentándose en el sillón de la sala al lado de Gianfranco.

El pequeño lo observó a los ojos y le ofreció una flor cortada del jardín.

—Gracias —susurró triste, toda su vida estaba moviéndose desde sus cimientos y no podía hacer nada.

—Interesantes los nombres de los dadores de esperma —murmuró Mikhail analizando los datos también—. Todos nos llamamos igual al dador.

—¿Alguien los conoce? —preguntó Rose escéptica.

—Sí —susurró Chris.

—Sí —murmuró Mikhail serio.

Todos los observaron atentos.

Ellos se miraron nerviosos, pero Mikhail respondió.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.