Tras la sombra de los Klat'ka 4: Prueba de fuego

24 horas antes

Chris, Ashley y Patrick esperaban la llegada de Rose, junto a la chimenea en la cabaña. Nadie sabía en dónde estaba y los posibles sucesos asustaban a todos.

Ella entró de imprevisto por la puerta. Estaba herida, además de estar cubierta de sangre humana y alienígena. Se veía seria, pero tranquila. Aunque todos ya suponían lo que había pasado.

—¿En dónde estabas? —preguntó Chris en shock, viendo su aspecto, mientras buscaba heridas serias.

—Con Chuck —balbuceó tratando de zafarse—. Necesito bañarme, me siento sucia —murmuró, encerrándose en el baño.

Luego de un largo baño, se acostó y durmió. Como si su alma estuviera exhausta. Chris, inquieto, se dirigió hacia la casa de Chuck, quería saber qué había sucedido en realidad.

Horas antes, la puerta de Chuck sonó y él rápidamente abrió. Era Rose, quien se veía perdida y cubierta de sangre.

—¿Rose estás bien? —preguntó sumamente preocupado, haciéndola pasar.

—Los… los maté a todos —balbuceó, dejando a Chuck helado con sus palabras.

—¿A…a quién? —preguntó tartamudeando del terror, él sabía de lo que ella era capaz.

—A todos —susurró mirándolo a los ojos. Ella, con los suyos humedecidos, contenía su llanto.

Él se detuvo analizando sus palabras y la situación. De inmediato corrió a la cocina y exclamó.

—Prepararé un té y hablaremos.

Luego de esto y preparar su grabadora, simplemente la escuchó. Ella siempre era esquiva con lo que le dolía en el alma, por lo que sabía que si era brusco o directo se cerraría como concha marina. Por lo que esta vez tomó otro camino.

—Cuéntame todo desde el comienzo. Tómate tu tiempo, este es un espacio seguro para ti —murmuró de forma calmada.

—Ella está viva —sollozó destrozada, limpiando sus lágrimas—. Me mintió y me hizo esto —murmuró tocando su vientre.

Chuck no entendió del todo su frase, por lo que trato de ahondar en sus palabras y tratar de que ella verbalizara los hechos.

—¿El abuso? —preguntó tomando nota para disimular y darle espacio. No quería hacerla sentir atacada o juzgada.

—Estoy embarazada, Chuck —soltó como piedra. Y él pudo sentir todo el dolor en sus palabras.

Hizo una pausa, esto era más serio de lo que pensaba.

—¿Mataste a Huang Jin y a Kim Yuna? —preguntó temiendo su respuesta.

—No —susurró agotada. Cerró sus ojos, cubrió su cara con las rodillas y se abrazó como si quisiera protegerse.

—Me llamó, los Thek’ar tenían a su hija y… —se detuvo, su voz se entrecortó de la angustia—. Amo a Minji.

—¿Los Thek’ar? Esas entidades con las que peleaste antes… ¿Cómo llegaste a ellos? —preguntó intrigado. Tenía entendido que ellos no estaban físicamente en la tierra.

—Horus, me llevó —murmuró nerviosa.

—Interesante, él también te sacó de ese laboratorio en Épsilon. ¿Verdad? —preguntó intrigado. Lo que escuchaba de Horus cada vez lo sorprendía más.

—Los niños que faltaban del orfanato estaban ahí. Ellos los tenían —soltó, volviendo a sentarse de forma recta como un viejo soldado.

—¿Quieres que hagamos el mismo ejercicio de volver a vivirlo? —preguntó tratando de sacar más información.

Rose asintió y volvió a vivir todo en su mente, mientras en la realidad contaba lo que veía.

Estaba sentada fuera de la cabaña. Temblaba de los nervios, mientras por su mente, una catarata de pensamientos negativos, junto con todos sus problemas, revoloteaban sin control.

Amaba a Minji y ella iría en su búsqueda, así nadie la apoyara. Pero también pensó en sus padres y los seres despreciables que eran.

Recordó lo que Horus hizo por ella. Él había logrado pasar por un portal a ambos y si quería iniciar una guerra no quería involucrar a nadie.

—Amigo —susurró, tomando su enorme cabeza y acercándola a su cara. Mientras lo veía a los ojos fijamente, murmuró—. Necesito tu ayuda.

El Hound pareció entender enseguida lo que quería, por lo que se apartó contento abriendo un portal y esperando por ella.

Rose sin pensarlo, lo cruzó, saliendo del otro lado en un lugar surreal. Todo era metálico, pero de un metal que nunca había visto. Se veía ordenado, pulcramente y a la vez carente de algo que Rose aún no podía definir.

Las formas eran geométricas, pero no armónicas, sino más bien obsesivas. Pantallas que mostraban símbolos desconocidos qué titilaban en luces de neón que agotaban la vista de Rose.

El ambiente se sentía denso y artificial. Le costaba respirar. Como si el lugar presentara el oxígeno justo para la subsistencia humana.

Era enorme y lleno de pasadizos que conectaba enormes salas entre sí. Custodiadas por enormes puertas que se desmaterializaban al acercarse y volvían a materializarse de forma automática.

Todo se veía tranquilo, demasiado tranquilo, por lo que agilizó la búsqueda. Al llegar a una encrucijada de puertas, ambos se detuvieron.

—Llévame con Minji, Horus. Confío en ti —susurró y él, por puro instinto, siguió por un camino.

Luego de varios minutos de caminata que para Rose parecieron una eternidad, llegó hasta una zona más custodiada, donde vio a los primeros Thek’ar haciendo guardia. Fue eliminando uno a uno, pero lamentablemente, un horrible sonido comenzó a escucharse en todo el lugar.

—Mierda, cállate —gritó Rose cubriendo sus ojos, lanzando un halo de luz a todas partes. Los dispositivos en las paredes al contacto se hicieron añicos, deteniendo el sonido de inmediato.

Horus continuó su camino y ella fue tras él. Al llegar, notó celdas, cientos de ellas. En ellas, miles de personas eran hacinadas como si fueran basura.

Minji se encontraba en una de ellas. Estaba golpeada y dormida junto a Jace, quien trataba de cuidarla.

—Horus, abre las celdas —ordenó y él comenzó a hacer su trabajo.

—Rose —susurró Jace con una sonrisa al verla llegar—. Sabía que vendrías por nosotros.

—Minji despierta —susurró tratando de despertarla.

—¿Qué sucede? —preguntó la niña agotada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.