Rose junto a Ashley se encontraban frente al árbol de cerezo. Habían tomado algunas flores Purificalinum traídas por los Thirvians y las colocaron en las tumbas de sus seres queridos.
Ella, callada pero triste, solo veía la piedra con el nombre de Miguelito. Le prometió algo que no pudo cumplir. Por su mente solo pasaba un pensamiento. Si hubiera hecho a un lado lo sucedido. Si hubiera ido por él como lo prometió y no haberse quedado acostada y temerosa de todos… Él estaría vivo.
Lágrimas cayeron por sus mejillas y su hija, atenta a todo, las limpió abrazándola.
—Mamá, te amo —murmuró besando su rostro con ternura.
Rose sonrió feliz abrazándola fuerte. Ella temerosa y disimuladamente posó su mano en su vientre. Y por primera vez pudo experimentar el conocer a su futuro pequeño hermano.
—Hola —susurró Ashley con una sonrisa. Algo que Rose notó, pero en este caso no tuvo el valor de quitar su mano.
—Mami, prometo que voy a cuidarlo mucho —susurró la jovencita feliz.
Pero Rose se mantuvo seria e inexpresiva.
—¿Cómo va a llamarse? —preguntó la jovencita buscando la mirada de su mamá—. Deberá tener un nombre hermoso como él.
—¿No te molesta la forma en la que fue concebido? —preguntó Rose con voz fría.
Ashley se petrificó. Sabía que para su mamá la situación no era vista de la misma forma a cómo ella podía verla.
—No. Él es mi hermano porque la mitad de ti está en él —exclamó sería, mirando la pequeña urna con los restos de su difunto hermano entregados por Maskedman—. Sé que todo lo que tenga una parte de ti, tiene luz y bondad.
—Yo no soy una buena persona. Yo soy una asesina —murmuró llena de angustia. No creía estar lista para ser honesta con su bebé, pero sentía que ya no podía ocultar más.
Ashley guardó silencio, mientras miraba al horizonte con esperanza.
—Mami, no creo que las cosas se mantengan en un solo estado para siempre. Así como yo crecí y sigo creciendo día a día… Realmente pienso que puedes dejar de sentirte y verte así —susurró acariciando su cabello y mirándola con sus ojos llenos de amor.
—Tú siempre vas a ser mi bebita, no importa cuánto crezcas —murmuró con una sonrisa cómplice, tratando de cambiar de tema.
En la base de la Organización, Chris se encontraba en reunión con Maskedman. Ambos, solos en una oficina, discutían sobre los últimos acontecimientos.
—Necesito resguardar a mi hija —dijo Maskedman frío como el hielo.
—Rose no va a permitirlo —murmuró Chris serio.
—Acaba de iniciar una guerra contra los Thek’ar. Es cuestión de tiempo para que la cabaña sea atacada nuevamente —exclamó Maskedman de forma fría.
—No voy a traicionar a mi hermana —exclamó Chris aún más serio.
Maskedman comenzó a quitarse la máscara y el modulador de voz. Quedando solo Alex delante de Chris.
—No te estoy pidiendo eso. Yo no quiero quitarle a Ashley, solo quiero asegurarme de que ella esté segura hasta que todo se calme —murmuró con su voz seria—. Chris, sé que tienes una hija en Nivaria. Solo te pido de padre a padre, ayúdame. Sabrás en todo momento la ubicación real de ella.
—Rose no me lo perdonaría —balbuceó retrocediendo.
—Chris, por favor, si no protejo a mi hija, podría hacer con ella lo mismo que hicieron con Rose. ¿Realmente quieres eso para tu sobrina? —preguntó tomándolo por los hombros con brusquedad.
—Dios no. No serían capaces —exclamó Chris preocupado.
—Tú sabes que sí son capaces y Rose no está en sus facultades para protegerla —exclamó Alex, sentándose en su silla ofuscado.
—¿Prometes que sabré en todo momento en donde está ella? —preguntó él con su voz entrecortada.
—Te lo juro. Por nuestra amistad de toda la vida —exclamó Alex con su cara inexpresiva.
—Está bien. Te ayudaré —soltó Chris saliendo del lugar.
Quedando solo, la puerta tras el escritorio se abrió y Darian entró con una sonrisa.
—Excelente actuación, hijo —murmuró palmeando su hombro.
—Voy a tener a mi hija conmigo, así sea lo último que haga —susurró de forma fría.
Chris llegó nervioso a la cabaña, algo que tanto Rose, como Ashley notaron.
—¿Estás bien? —preguntó Rose intrigada.
—Sí, es solo que Maskedman quiere hablar con Ashley. Solo quiere verla, saber si necesita algo —murmuró bajando la mirada.
—Este idiota no tiene nada que hablar con mi hija —murmuró Rose siendo contenida por James tras ella, tocando su hombro de forma dulce.
—Está bien, mamá, yo quiero ir. Solamente será una charla —murmuró ella seria, tomando sus cosas.
—No vas a ir sola —exclamó James, aún débil por sus heridas.
—Yo iré con ella —murmuró Rose ayudándolo a sentarse en el sillón y corriendo a buscar sus cosas.
—Chris, acércate —susurró James por lo bajo—. Por favor, trata de que no pierda el control. No quiero que lastime a alguien. Sé cuánto le pesan en su corazón —murmuró tomando su mano.
Patrick, detrás de todos, solo observaba la situación con desconfianza. Para él todo tenía la pinta de una trampa; aun así, no dijo nada, solo se mantuvo analizando la situación.
Al salir y quedarse solo con James, soltó sus impresiones.
—Espero que esto no sea una trampa —murmuró continuando con sus actividades.
Aunque las palabras retumbaron en el corazón de James, inquietándolo.
Al llegar a la Organización, los tres fueron recibidos por guardias, quienes intentaron llevarse únicamente a Ashley, algo que no le gustó nada a Rose.
—Ella va conmigo a donde sea que la lleven —murmuró desplegando su espada y armadura.
—Está bien, mamá. No va a suceder nada —murmuró Ashley siguiendo a los guardias. Dejando a Rose y Chris en una sala a la espera de su salida.
En otra zona de la Organización, una acalorada discusión se daba entre Ragnar y Dante.
—Eres un maldito imbécil —gritaba tomando a Dante por su camisa.
—No tengo opción. Es el bienestar de mi hijo y el de Ashley —susurró, soltándose de su agarre, tomando su arma y saliendo del lugar.
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Editado: 09.10.2025