Rose tomó consciencia en su sueños. Estaba en ese lago nuevamente y junto a él, un pequeño niño jugaba a lanzar piedras al agua con felicidad.
—Hola mamá —murmuró él corriendo a abrazarla.
Ella no dijo nada solo lo observó. El niño notando su frialdad la miró a los ojos. Era igual a Huang Jin y el solo verlo hacía que ella rememorara todo su dolor. Se apartó nerviosa.
—¿Me amas? —pregunto el niño de forma temerosa tras ella.
—Más que a mi misma —murmuró Rose de forma fría—. Pero eso ya lo sabes porque puedes sentirlo ¿verdad? —exclamó girándose.
El niño soltó una risa alegre, una que hizo que Rose bajara toda la guardia y por primera vez, olvidara a su progenitor.
—Extraño a Ashley —susurró él volviendo a lanzar piedras.
Rose se acercó sentándose a su lado, algo que el niño imitó también.
—Yo también. Pero te prometo que la encontraré —susurró Rose bajando la cabeza.
—Lo sé, ella está bien. No te preocupes —murmuró el niño tomando una piedra con forma de corazón y entregándola.
Rose la observó para luego llevarla a su corazón. Al contacto con su pecho esta se fundió generando en ella una sensación de amor indescriptible.
—¿Cómo sabes que está bien? —preguntó Rose viéndolo a los ojos. Esos ojos rojos se veían tan atípicos y a la vez tan hermosos en él. Al igual que su cabello pensó arreglandolo con amor.
—Estamos conectados… tú, yo, Ashley y John —murmuró de forma seria—. El abuelo Jack siempre viene a visitarme. Solo debo seguir el hilo dorado para encontrarme con ella y John —murmuró él enseñándole un hilo que salía desde su corazón.
—¿Jack? —preguntó Rose con una sonrisa.
—Si, sé que no es mi abuelo de verdad, pero John dijo que podíamos compartirlo —murmuró el niño volviendo a lanzar rocas al agua.
—Espera John Jr está muerto… ¿cómo puedes ir a verlo? —preguntó Rose mientras todo a su alrededor se desintegraba y comenzaba a sentir su cuerpo. Alguien estaba tocandola de forma indebida.
Su cola se desplegó rápidamente tomando al hombre del cuello por sorpresa mientras ella se levantaba de la camilla. Comenzó a asfixiarlo lentamente cuando notó a un pequeño niño mirando la escena. Miró al hombre, era un jovencito. Lo soltó aplicandole una llave.
—Lo siento, me desafiaron a hacerlo —balbuceó el joven con dificultad.
—Escúchame bien. Si vuelvo a verte tocar a alguien sin su consentimiento, te cortaré las manos y te arrancaré las pelotas —susurró Rose con furia para luego soltarlo.
El joven aterrado corrió lejos de la habitación cruzándose con el líder quien sin entender nada solo lo vio tropezar para alejarse del lugar.
Chris tras él, captando la situación solo lo vio con furia.
—¿Qué sucedió? —preguntó el hombre con voz sería.
—Sucede que no has educado a tus hombres y odio las faltas de respeto —susurró Rose vistiendo su cuerpo, estaba semidesnuda.
—Lamento lo que haya sucedido —murmuró el hombre bajando la cabeza.
—Las mujeres ya me contaron lo que sucede aquí con ellas —espetó Rose con furia.
—Ya no somos así, al menos estoy tratando de que no lo sea. No somos unos salvajes —exclamó el hombre con evidente enojo.
—Es irónico que lo digas… ya que vi más humanidad en esas bestias qué en tus hombres —murmuró Rose saliendo del lugar.
—Rose —exclamó Chris tras ella—. Tus cosas —murmuró él dándole las armas qué las bestias le habían arrebatado en la cueva.
Ella se detuvo en seco, viéndolas con incredulidad.
—Me… me las sacaron. ¿Cómo las recuperaste? —preguntó ella viéndolo a los ojos con incredulidad.
—Ellos las trajeron —murmuró señalando la puerta.
En la entrada, parecía que las bestias querían agasajarla, trayendo ofrendas y presentes.
—No sé qué les hiciste o que dijiste pero solo vienen a traer presentes —murmuró el hombre desconcertado.
Ella observó la escena pero no dijo nada, solo recordó el mural.
—Chris debemos seguir nuestro viaje —murmuró Rose fría y seria.
Él asintió, comenzando con los preparativos. Habían traído en la aeronave un pequeño barco y unos remos. La distancia era larga hasta la zona en donde se creía, estaba Lunara pero no tenían opción. Por agua era la única forma de llegar. Mientras Rose decidió mimetizarse con los hombres. Quería saber el porqué de todo ahí.
Vio niños en la lejanía y se acercó. Todos eran varones y sin decir palabras solo la veían fijamente. Cerca del lugar vio una guitarra llena de polvo. Se veía que su dueño hacía mucho tiempo no tocaba, por lo que recordando las enseñanzas de su padre la tomó.
Cerró sus ojos, rememorando a su papá, John, lo extrañaba tanto. Mientras tocaba los acordes a su mente llegó la voz de él y su madre, las risas cómplices y su amor. Ese amor que siempre añoró para ella.
Su papá sostenía a su madre con fuerza ya que ella estaba débil. Se veía delgada, casi cadavérica, aún así mantenía una sonrisa que la hacía ver hermosa. Los ojos de su padre siempre se iluminaban al verla sonreír. Esa sonrisa y esa felicidad se esfumó cuando ella falleció.
A lo lejos dos hombres observaban la escena. Rose tocaba y si darse cuenta los niños como encantados se acercaban a ella. Parecía ser un imán qué los atraía de forma dulce.
—¿Cómo es que esa jovencita delgada y pequeña pudo hacerle frente a esas bestias sin que la despedazaran? —preguntó su líder con incredulidad.
—Ella no es una jovencita, ni siquiera es humana en su totalidad. Ella es… la evolución —murmuró uno de los hombres con sus ojos fijos en ella.
—¿Qué? ¿De qué hablas? —preguntó el hombre completamente desconcertado.
—Ella no me recuerda pero yo sí. Trabajé para la misma organización y la recuerdo…pero sobre todo recuerdo a su padre —murmuró, tomando un objeto qué estaba cerca y se lo arrojó a uno de los niños cerca de Rose.
Ella, sin girarse, sin mirar lo detuvo con su mano ante la mirada atónita de los niños, pero sobre todo, del líder. Rose lo lanzó al techo, al mismo tiempo que continuaba tocando la melodía con la guitarra. Pero antes de que el objeto cayera su cola se desplegó y rápidamente lo golpeó lanzándolo a los hombres quienes lo esquivaron por poco.
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Editado: 10.11.2025