Tras la sombra de los Klat'ka 4: Prueba de fuego

Estoy lista

El tiempo corría y Ashley no aparecía. No podía dormir, apenas comía y el resto del tiempo trabajaba junto a Chuck para, al menos, pasar el mayor tiempo posible con su hijo.

—Jack —susurró con una sonrisa.

Le había puesto un nombre ideal y cuando lo decía no había emociones negativas. Había logrado al menos interactuar con él de forma constante. Lo amamantaba, cambiaba y bañaba, pero no podía verlo a los ojos. El pequeño Jack, en cambio, con sus ojos color rubí la seguía como hipnotizado. No parecía ser un pequeño bebé.

En el vivero no era la excepción. Chris le había regalado un pequeño colgante hecho por las Nivarianas para que ella pudiera seguir haciendo sus tareas con el pequeño. Ahora, junto a James, preparaban las plantas para el próximo invierno. Este, en especial, podrían comer de lo cultivado.

—Sigue tus movimientos a donde quiera que vayas —murmuró James con una sonrisa, entregando la regadera.

Rose no dijo nada, solo sonrió apenas cuando el comunicador que llevaba muchísimo tiempo sin sonar, lo hizo. Ella respondió con prisa; tal vez eran novedades de su pequeña Ashley.

—¿Hola? —preguntó Rose llena de emoción.

Pero al otro lado un silencio pesado se hizo.

—¿Quién habla? —preguntó tensándose.

—Soy yo, Kim Yuna. Tengo información de la ubicación de Ashley. Ven a mi casa, sola —murmuró, cortando en seco y sin darle tiempo de reaccionar.

Se quedó pálida y en silencio. Escuchando su respiración agitada, todo a su alrededor pareció detenerse.

—¿Qué? ¿Qué sucede? —preguntó James acercándose a ella con preocupación.

—Era Kim Yuna y dice que tiene información de mi hija —susurró, entrando en acción y preparándose para ir.

—¿Qué? ¿Acaso estás loca y vas a ir así porque sí? —murmuró James sujetándola del brazo.

—Si tiene información de mi hija, quiero conocerla. Además, no iré sola —murmuró preparando a su hijo.

—No, no vas a llevarte a nuestro hijo a esa casa —exclamó James furioso.

Rose lo miró con sus ojos llenos de amor. Besó sus labios y se giró para irse.

—Volveré para preparar la cena —murmuró Rose yéndose en paz.

En el camino, ella tuvo un pequeño momento con su hijo y, aunque no podía verlo a los ojos, lo amaba tanto como a sus hermanos.

—Mi pequeño angelito. Mamá trascenderá pronto. Vamos a que conozcas parte de tu familia —murmuró comenzando a llorar.

Pero se detuvo respirando profundamente mientras acariciaba su pequeña cabecita.

—Tus hermanas son buenas personas. Así que el día de mañana me gustaría que crearas un vínculo con ellas —dijo Rose besando su frente con cariño, para luego secar sus lágrimas.

Al llegar a la mansión Huang, sus piernas comenzaron a temblar, por lo que Horus se manifestó a través de un portal.

—La señora Kim Yuna me espera —murmuró nerviosa. Y ellos, luego de hablar por comunicador, le dieron pase.

Todo en el lugar se veía tranquilo, demasiado tranquilo. Al entrar y caminar por los amplios pasillos y solo oír sus pasos secos en el suelo, se inquietó. Abrazó a su hijo con fuerza para que nadie pudiera quitárselo.

Al entrar en la sala la sorprendió. No solo estaba Kim Yuna sino también su suegro, el general Huang. Él, fascinado, veía al pequeño fijamente. Rose desplegó a Aurea, pero Yuna le hizo señas de que no era necesario.

—Él ya se va —murmuró haciéndole señas a Huang para que se retire.

El hombre sin opción lo hizo, aunque al salir vio al pequeño, quien instintivamente cambió sus ojos ya rojos a unos más intimidantes. Huang bajó la cabeza y salió en silencio.

A Rose en cambio, no le gustó nada. Ahora le preocupaba que fueran por su hijo una vez ella ya no estuviera.

—No te llamé para pelear. Aún conservo las consecuencias de la última batalla —murmuró descubriendo su rostro.

La miró fijamente a los ojos para luego volver a cubrirlo con una capucha.

—Un informante anónimo de buena fuente me informó que Maskedman tiene una fortaleza subterránea en el sector montañoso. Ashley está dentro, muy bien custodiada —murmuró Yuna, entregando un papel con las coordenadas.

Luego, mientras Rose se giró para leer el papel, observó al pequeño y su corazón se rompió. Era igual a su amado y su mente no pudo evitar recordar a su hijo fallecido. Contuvo su llanto esquivando su inocente mirada.

—¿Por qué me ayudas? —preguntó Rose incrédula.

—Ojo por ojo, Rose. Salvaste a mi hija. Ahora estamos a mano. No tengo nada más para decir, retírate —exclamó furiosa.

Ella no dijo nada, yéndose del lugar. Yuna ahora sola, reflexionó. No sabía por qué lo hacía. Tal vez la movía el deseo de no ser el monstruo que sus hijas ven.

Al salir, Rose se cruzó con Huang Jin y sus tres hijas. Todos quedaron en shock. Nadie dijo nada, solo se miraron. Huang Jin, como hipnotizado, se acercó al bebé con una sonrisa, pero una esfera roja lo detuvo y, al tocarla, lo quemó.

Parecía que mientras Rose se petrificaba por el trauma, impidiéndole moverse, el pequeño estaba activo, no dejando que nada la lastimara.

—¿Él es nuestro hermano? —preguntó Sooyeon sorprendida.

—No —balbuceó Rose aferrándose a él con fuerza.

Minji no dijo nada, pero bajó la cabeza. Le avergonzaba el imaginarse el daño que su padre le había hecho a Rose.

—Hola —susurró la pequeña Ara acercándose y al hacerlo el bebé deshizo la esfera.

Ambos se miraron por largo rato para luego sonreír y volver con sus hermanas.

—Es igual a como lo soñé —susurró ella con ternura.

Rose en cambio, callada y aturdida, se retiró sin decir nada.

Tiempo después entró por la puerta de la cabaña en silencio. Chris, James y Patrick ya la esperaban.

—¿Qué tal fue? —preguntó Chris tomando al bebé.

—Necesito que me averigües todo de este lugar —murmuró Rose seria, sentándose en el sillón.

Patrick asintió, comenzando a trabajar.




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