Luego del pomposo cumpleaños de Ashley las cosas en la Organización volvieron a la normalidad. Cada día era igual al anterior sin sobresaltos, sin sorpresas.
Rose se dividía entre su cacería y su lectura del Codex Aeternum. Estaba decidida a encontrar la verdad de sí misma. Había comenzado a hacer los cambios que el libro sugería para cuidar tanto su cuerpo como su mente y comenzaba a notar los resultados. Éste se sentía más ligero. Su mente, más clara. Por primera vez en mucho tiempo, observaba el mundo con una atención plena. La percepción de su realidad estaba cambiando. Donde antes veía sombras, ahora encontraba luz.
Volvió a su lectura con una sensación renovada. Había avanzado mucho, y el capítulo siguiente prometía respuestas.
Capítulo III: El Espíritu, Voz Antigua del Origen
“El espíritu no nació contigo ni morirá cuando tu cuerpo se disuelva. Ha caminado más sendas de las que puedes recordar. Es la chispa eterna que permanece, la voz que susurra cuando todo afuera calla.
El espíritu es guía, brújula y faro. No grita, no impone. Habla en el silencio, en los símbolos, en los sueños y en la vibración que estremece el pecho.
Negarlo es perderse. Escucharlo es volver a casa.”
La Meditación: El Arte de Escuchar sin Palabras
“Meditar no es vaciarse, es disponerse a recibir. No requiere posturas forzadas ni horas de silencio absoluto. Basta con cerrar los ojos y regresar a uno mismo.”
En esta ocasión junto con esta, una pequeña inscripción:
“Práctica sencilla:
Cierra los ojos.
Lleva la atención al centro de tu pecho.
Imagina un punto de luz que crece con cada respiración.
No busques respuestas. Solo escucha.
A veces vendrá silencio. Otras, memorias. Otras, visiones. Todo cuanto llega, es un mensaje.”
Continuó leyendo planeando practicarlo después:
La Intuición: Lenguaje del Espíritu
“Tu intuición es la primera voz del espíritu. Esa corazonada, ese presentimiento, esa certeza sin explicación. Es un hilo sutil que si aprendes a seguir, evitará desvíos y te llevará donde debes estar.”
—Suena a una descripción de mi cola. Dijo, esbozando una sonrisa.
Debajo un pequeño apartado comentado
“Para fortalecerla:
Haz caso a los impulsos nobles.
Presta atención a las señales repetidas.
Observa los símbolos que aparecen en sueños y naturaleza.
Confía en lo que resuena antes que en lo que se impone.
La intuición rara vez se equivoca. La mente, a menudo.”
Rose deslizó los dedos sobre la página, como si el tacto pudiera ayudarla a asimilar las palabras. Esa frase resonaba en su pecho como un eco familiar. Un leve hormigueo recorrió su espalda. No era miedo, pero tampoco calma. Algo en aquel texto despertaba ecos profundos, recuerdos que no terminaban de tomar forma. Por lo que pensó para sí:
Siempre sueño cosas raras. Imágenes, símbolos, formas y ese anciano. ¿Quién es en realidad?
Un momento después prosiguió su lectura.
Rituales Pequeños, Energías Grandes
“El espíritu se siente en lo cotidiano. No solo en lo extraordinario.
Un vaso de agua al sol. Una vela encendida al anochecer. Una palabra de gratitud al despertar.
Esos actos simples abren caminos sutiles por donde la energía superior se acerca.”
Debajo de este último capítulo un pequeño recordatorio
“Recuerda:
El espíritu no necesita templos de piedra, sino actos conscientes.
Todo espacio puede ser sagrado si lo decides.
Todo momento puede ser ritual si lo honras.”
—Quiero ponerlo en práctica. —Dijo para si cerrando momentáneamente el libro.
—Pero talvez sea mejor idea a la noche cuando todo esté tranquilo. Dijo con indesicion.
En otra sección de la base, donde las luces eran más tenues y los monitores cubrían las paredes, Incógnito observaba una serie de grabaciones. Las imágenes avanzaban, una tras otra. Rose, siempre sumergida en el Codex, cada vez más concentrada.
Incógnito cruzó los brazos, sin apartar la vista. Un leve destello apareció en su expresión, casi como un presentimiento.
Algo estaba cambiando.
Y él tenía que averiguar qué.
Chris se mantenía de pie, los brazos cruzados, la expresión impasible.
—Está muy interesada en ese libro —comentó Incógnito sin apartar la vista de la pantalla—. ¿Deberíamos preocuparnos?
Chris respiró hondo antes de responder.
—Es inofensivo —dijo, encogiéndose de hombros—. Basura espiritual para que se entretenga buscando respuestas donde no las hay. No cambiará nada.
Incógnito sonrió levemente, como si hubiera esperado esa respuesta.
—Y sobre ese extraño dispositivo que apareció en su habitación, ¿algo que deba saber?
Un silencio corto, pero denso.
—Nada relevante —afirmó Chris con absoluta certeza—. Poca cosa… un viejo aparato sin valor.
Incógnito asintió.
—Mantenme al tanto. Retirándose del lugar.
Cuando se marchó, Chris quedó solo frente a las pantallas. Miró una última vez a su hermana, inmersa en la lectura.
“Si quieres respuestas… las vas a tener, pero conmigo. No con ellos.”
Se giró y se fue, dejando la sala en silencio.
En paralelo Michael caminaba en dirección a la habitación de Rose, ingresó rápidamente buscándola.
—Rose, lamento molestarte pero…—se detuvo.
Los ojos de Michael encontraron los de Rose y sin saber cómo, su cuerpo se tensó. Algo en ella lo atrapaba, en ese reflejo dorado que tembló apenas. Su pecho subió y bajó más lento, como si su propia respiración tratara de acompasarse a la de ella.
El golpe de la puerta rompió la magia del momento.
Rose bajó la mirada; algo que hacía mucho no experimentaba la estremeció. Su cabello y sus ojos comenzaron a teñirse de un rosa claro. Algo que definitivamente Michael también notó.
—Hey mira tu cabello, se te ve hermoso ese color—. Comentario que hizo sonrojar a Rose.
—Venía a comentarte que tenemos un análisis pendiente de la última vez y va a ser uno que vamos a repetir con asiduidad.
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Editado: 17.06.2025