El olor a jazmín llenaba sus pulmones. Una brisa gélida le acariciaba la piel mientras un susurro, lejano pero insistente, pronunciaba su nombre.
—Rose...
Abrió los ojos en medio de un paisaje que no reconocía. Todo estaba cubierto por una negrura espesa que se aferraba a sus piernas como si intentara retenerla. A unos metros, la silueta del anciano. Siempre el mismo: de espalda encorvada, cabello blanco cayendo como hilos plateados y esa túnica blanca que parecía desvanecerse con el viento.
Rose intentó hablar, pero ningún sonido salió de su boca. Solo ese susurro volvió a colarse entre la niebla.
—El tiempo se acerca... el eco despierta.
El anciano giró la cabeza apenas, lo suficiente para que ella notara sus ojos: de un azul intenso, como gotas del mar en medio de un rostro surcado de arrugas. Y entonces lo vio… colgando de su cuello. El medallón completo, brillante, como una pequeña estrella latente.
Rose dió un paso hacia él, pero la oscuridad se cerró, tragándose todo.
Despertó de golpe.
El corazón latiéndole con fuerza. Las paredes de su habitación, teñidas por la tenue luz azulada del amanecer. Trató de calmar su respiración, pero una sensación extraña permanecía. Como si alguien la estuviera observando.
Giró la cabeza… y allí estaba.
El anciano. De pie, a los pies de su cama.
Ya no era una visión de su mente dormida. Era tangible. La luz que entraba por la pequeña rendija parecía curvarse a su alrededor. El mismo rostro, los mismos ojos llenos de vida.
Rose se quedó paralizada, la garganta seca. El anciano solo sonrió.
Antes de que pudiera reaccionar, antes de gritar o moverse, la figura se desvaneció como humo en el aire, dejando tras de sí un leve aroma a flores, a jazmines. Era inconfundible, el mismo aroma que la acompañaba en sus sueños
El cuarto quedó en silencio. Solo el sonido lejano de los dispositivos electrónicos rompiendo la quietud.
Rose se pasó una mano por la frente húmeda de sudor. Esta vez no había sido un sueño.
Chris entró a la habitación con energía, pero se detuvo al notar el estado de su hermana.
—¿Otra vez esa pesadilla? —preguntó, su voz cargada de preocupación.
Rose desvió la mirada. No quería admitir lo que sentía, pero tampoco podía ignorarlo.
—No —dijo, tras una pausa—. Fue diferente. Se ha repetido durante semanas.
Chris cruzó los brazos, su expresión endurecida.
—¿Quieres contármelo?
Rose respiró hondo, buscando las palabras. Si alguien tenía que saberlo, era él.
—Siempre es lo mismo. Oscuridad. Y a lo lejos, un anciano… su túnica blanca, sus ojos azul cielo. —Hizo una pausa, indecisa, pero luego continuó—. Lo vi en la aldea, cuando perseguí a esa cosa. Cuando me dispararon y caí… él estaba ahí.
Chris entrecerró los ojos.
—¿Perdiste el conocimiento?
Rose negó con firmeza.
—No. Estaba despierta. Lúcida. Y hoy volví a verlo… no en un sueño, sino al despertar.
El silencio se alargó entre ellos. Chris veía verdad en sus ojos, pero no sabía cómo procesarla. Finalmente, se pasó una mano por la nuca y exhaló, como si tomara una decisión.
—Está bien. Hablaremos de esto luego. Ahora vístete, tenemos que ir a la sala de operaciones.
Los dos se hicieron presente en la sala de operaciones. Tomaron sus asignaciones. Pero faltaba una persona, Michael. El cual al ingresar, tomó asiento junto a Rose. Algo que no pasó desapercibido y generó molestia en Chris. Sabía que no era momento ni lugar por lo que se contuvo.
Maskedman, con tono frío y visible fastidio, abrió la reunión:
—Equipo Alpha, tenemos trabajo. ARCOS, tras una exhaustiva investigación interna, volvió a contactarnos. Algunos de sus altos mandos resultaron implicados en crímenes encubiertos. Y nos solicitaron colaboración para capturar a los responsables.
Por un instante, el silencio dominó la sala.
Dante soltó un resoplido de desprecio.
—Claro… ahora se lavan las manos —murmuró.
Ilan frunció el ceño, cruzándose de brazos.
—Esto huele a trampa.
Ragnar no dijo nada, pero sus nudillos apretados sobre la mesa lo decían todo.
Maskedman ignoró los comentarios.
—Ustedes liderarán la operación conjunta. Son el único escuadrón con autorización total en el territorio. Cumplan su deber. Sin errores.
El aire se volvió más denso.
—¿Y si no queremos? —soltó Chris, con una mueca —No voy a cubrir a una organización genocida.
—ARCOS tampoco. Por eso pidió ayuda, para encarcelar a los suyos—replicó Maskedman con frialdad.
Ragnar rió por lo bajo.
—Sí, claro. Como si fueran a pisar un juicio.
Mikhail alzó ambas manos, haciendo comillas al aire.
—Seguro terminan con “muertes accidentales”.
Rose se adelantó un paso, la voz como filo de navaja.
—Iremos. Pero a la primera señal de ocultamiento o trampa… la Organización tendrá un problema. Pero será conmigo esta vez. No soy una mercenaria. Y mucho menos una asesina.
El grupo se quedó en silencio. Luego, asentimientos cortos.
Maskedman tocó la pantalla y el proyector iluminó la sala con un dossier oficial de ARCOS.
ARCHIVO CLASIFICADO — NIVEL 5
SUJETO: Anthony “Tony” Damiano
EDAD: 62 años
CARGO (EX): Arquitecto en jefe de ARCOS
ESTADO: Prófugo | Prioridad de captura: Alto
ÚLTIMA UBICACIÓN CONOCIDA: Mansión Damiano, Zona Rural 13 | Coordenadas restringidas
ANTECEDENTES:
Responsable del diseño de infraestructuras para contención, ocultamiento y experimentación no autorizada.
Movía artefactos y documentos bajo jurisdicción clandestina.
Desaparecido desde la filtración de los archivos confidenciales.
OBSERVACIONES:
Extremadamente calculador, con tendencia a negociar bajo presión.
Probable poseedor de objetos de alto valor estratégico para ARCOS.
Considerado hostil y capaz de eliminar amenazas sin escrúpulos.
#223 en Ciencia ficción
#169 en Paranormal
#61 en Mística
misterio, drama amor suspenso mentiras secretos, angeles demonios brujas magia poderes
Editado: 17.06.2025