Tras la sombra de los Klat’ka

Conectando con mi interior

Habían pasado varios días en Nivaria y los cambios para Rose y Chris eran notables. Para ellos se había abierto un universo de oportunidades, pero también un universo de problemas.

Rose se levantó, había estado sola desde el día anterior. Tenía muchas cosas que pensar, y otras que procesar. No se sentía capaz de llevar tal responsabilidad en sus hombros. El brazalete Aurea no solamente suponía una gran responsabilidad, sino también muchísimo esfuerzo de su parte.

Llegó al templo de sanación en donde Chris ya se encontraba hacía un rato. Él había continuado con su entrenamiento y su progreso era evidente. A lo lejos, veía como a él si se le daba el control energético.
Mucho mejor que a ella.

Estaba de pie, rodeado de las jóvenes sacerdotisas y en su mano, se podía ver una bola de energía color rojo manifestarse con facilidad. Él podía controlarla y moverla sin mucho esfuerzo. Algo que a Rose por un lado la llenaba de orgullo, pero por otro la llenaba de celos.

—¿Por qué el brazalete no lo eligió a él? se preguntó para sí. En su mente, Chris era el mejor y más capacitado para esa labor. Ella no quería esa responsabilidad. A su vez, sentía que lo quisiera o no, era parte de su destino. Al verla, las sacerdotisas se acercaron. Todas muy amables como siempre. ¿Que nunca están molestas? , pensó. No entendía el porqué le fastidiaba su bondad.

—Buenos días pequeña. Le dijeron las seis al unísono.

—Volví, con su voz llena de malestar.

—Nos alegra verte de nuevo. Si sigues practicando podrás avanzar tanto como tu hermano.

—Él no es mi hermano. Dijo Rose evidentemente molesta. Haciendo que las sacerdotisas se miraran entre ellas con desconcierto.

—Está bien. Comencemos con la práctica de hoy— le dijo Sofia, mirándola fijamente. Dándose cuenta que Rose, estaba más enfocada en Chris, que en ella —qué tal si la práctica de hoy la hacemos en solitario. ¿Quieres? Tal vez hay muchas distracciones aquí y te quiero concentrada.

Rose y Sofía fueron hasta el árbol que sirvió de sombra y sabiduría el día anterior.

—No debes de sentir presión, ni celos. —Le comentó Sofia con amabilidad —Cada uno de nosotros tiene dones únicos e irrepetibles. Son invaluable, honralos siempre.

Rose asintió, pero no estaba de humor así que de mala gana le dijo

—Comencemos de una vez, no tengo todo el día.

Sofia lo entendió en el momento, así que comenzó.
—Quiero que hagas lo mismo que ayer. Simplemente cierra tus ojos y cuando estés lista, comiences a juntar tu energía en tus manos. Elimina toda distracción, solo enfócate en eso.

Rose lo hizo.
Al principio, no lograba ni crear una pequeña bola. Pero con el pasar de los minutos, fue estabilizando la energía. Logrando crear una pequeña esfera, del tamaño de una canica.

Sofia lo celebró dando ánimos

—Excelente— dijo animada. —Ahora abre tus ojos y enfócate en esa pequeña bolita. Observala por un momento.

Rose lo hizo y su esfera de energía comenzó a crecer, pero en ese momento varios flashes de recuerdos la golpearon.
Bloqueándola por completo. Haciendo que la energía desaparezca.

—Mierda, gritó enojada.

—Tienes mucho peso en tus hombros. Le susurró Sofia de forma calmada.

—Cada vez que lo intento solo llegan a mi mente dudas, miedos y una sensación de no merecerlo.

—¿Por qué crees que no lo mereces?
Porque entiendo las dudas y el miedo.

—No creo ser una buena persona, al menos no una como para llevar un arma milenaria.

—La perfección nunca se alcanza sin la sombra del error, Rose. Creer que alguien más merece más que tú solo porque parece ser mejor, es olvidar que el verdadero poder no se mide en destrezas. Sino en la voluntad de aprender, de levantarse después de cada tropiezo.

—Yo creo que debieron elegir a Chris. Él está más capacitado, nunca tiene miedos, nunca duda.

—El libro es sabio y aunque no podamos comprender por qué hace las cosas, no quiere decir que esté errado. Pero puedo decirte algo, Chris también tiene sus propias dudas y sus propios miedos.
Te dejaré sola.
Esta vez, necesito que te enfoques en ti. En cosas en las que eres buena. Cuando aparezca una en la que creas que no lo eres. Quiero que la transformes en energía y la acumules en tu mano. Crea tu esfera de esos miedos y esas dudas. Reforzando todo lo bueno que tienes.

Con esas simples palabras Sofía se fue, dejando a Rose sola.

Su mente comenzó a divagar. Quería pensar en muchas cosas en las que era buena, pero no se le ocurría ninguna.

En cambio, para mostrarle errores era rápida, sagaz, implacable.

Su cola como instintivamente protectora y maternal se desplegó de su espalda. Serpenteando de forma alegre, comenzó a hablarle a través de su mente. Mientras que físicamente, chasqueaba su punta de forma hasta rítmica.

—Eres buena madre, le dijo su cola. Como un susurró. Una voz amorosa, dentro de su mente.

—No lo soy. No quería ser madre.

Su cola reaccionó de forma violenta moviéndose más agresivamente.

—Si lo eres. Dijo de forma más insistente.

Siendo interrumpida por Liraeth. Quien se hizo presente de forma instantánea. Sorprendiendo tanto a Rose como a su apéndice.

—Ah pequeña luz. ¿Sabes por qué juzgarte y criticarte se te hace tan fácil?

—No, ilumíname, dijo Rose molesta.

Liraeth rió por un momento.
—OK sigue el consejo de la hermosa Sofía. Usa el dolor, la ira, la duda, el miedo hasta tus celos por Chris—. La miró intrigado. —¿te molesta que esté más adelantado que tú o que esté rodeado de chicas?

—Chris no me gusta de esa manera, dijo Rose cambiando de tema.

—Lo quieres como a un hermano, pero te gusta su atención y protección. Ahora él está enfocado en sí mismo. Extrañas su apoyo emocional.

—Sí, suspiró apenada. Le costaba admitir que Chris siempre era su apoyo emocional desde que llegó a la Organización.




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