Tras la sombra de los Klat’ka

Vida o muerte

Luego de la partida de las primeras aeronaves con sobrevivientes, las cosas en las afueras de la ciudad se comenzaron a poner interesantes.

La niebla que hasta el momento se desplazaba lentamente por el otro extremo de la ciudad, en dirección al centro. Comenzó a cambiar de rumbo.
Quien la controlaba, sabía en dónde estaban todos, por lo que cambió su curso. Rodando por las afueras de esta. Yendo directo a hacia Rose.
Alpha y los civiles comenzaron a inquietarse. La extracción demoraría, por lo que si no se movían, al llegar las aeronaves no habría nadie a quien salvar.

—Esa estúpida niebla viene hacia nosotros —murmuró Ragnar, entre dientes.

—Debemos movernos, Rose —susurró Ilan

—Ya sabemos lo que genera la niebla en las personas y no tenemos mascarillas ahora —comentó Leo, preocupado.

—Lo sé—murmuró Rose, preocupada—. Pero ¿a dónde vamos?

Uno de los ciudadanos, escuchando la conversación, se acercó a ella.

—Hay un pasadizo a medio kilómetro por este camino. Son cuevas que se extienden por debajo de las montañas.

El corazón de Rose se estrujó.
Sonaba a las cuevas que ya había soñado. Pero no era el momento, debía ayudar a estas personas.

—¿Cómo sabes eso?

—Soy geólogo y las estuve investigando, sé de memoria el camino.

—¿A dónde van a parar las cuevas?

—Desemboca en una zona más alta de esas montañas. Hay un valle, en donde pueden aterrizar las aeronaves —dijo, señalando hacia el sur.

—Si es altura, tendremos más ventajas de luchar con lo que sea que venga. Alpha, soldados de ARCOS, reúnanse —ordenó Rose, con autoridad y firmeza.

Todos se reunieron alrededor de Rose.
—Debemos movernos. Hay un civil que dice que hay cuevas que cruzan por debajo de la ciudad. Nos dejará a más altura y en ventaja si debemos defendernos. Haremos grupos pequeños y cada uno de ustedes los liderará y vigilará. ¿Alguna pregunta?

Un soldado de ARCOS protestó.
—¿Por qué debemos obedecer tus órdenes, monstruo? —escupió, de forma despectiva.

La cola de Rose instintivamente se desplegó, siseando y moviéndose de forma amenazante.

—Si quieres quedarte, quédate y muere — girándose rápidamente, ordenó al resto—. Quien quiera venir con nosotros será bienvenido —volviendo a Alpha—. Divídanse. Leo, al frente con el geólogo, conoce el camino. Cuida que no le pase nada —murmuró con preocupación.

—¡Si, Rose! —exclamó, con seguridad.

—Leo, antes de seguir, comunícate con la Organización e informa sobre la niebla. Actualiza las nuevas coordenadas de la extracción.

—Recibido, Rose, en seguida —dijo, mientras comenzaba a informar todo a través del comunicador.

Rose prosiguió hablándole a todos:
—Los grupos con soldados de ARCOS que se posicionen entre nosotros.
Alpha, ¿listos?

—¡Listos! —dijeron al unísono.

En ese momento, Rose sintió algo. Una opresión en el pecho, que rápidamente la hizo moverse. En el mismo instante en el cual un rayo de luz impactó a un ciudadano que estaba al lado suyo. Matándolo en el acto.

—Cúbranse, nos atacan —gritó Ragnar.

—Avancen hacia la entrada de la cueva, rápido —ordenó Rose a Leo. Mientras ella, junto a algunos civiles, cubrían el movimiento.

Rápidamente, todo el grupo comenzó la caminata a la entrada en la cueva.
Rose tenía su cabeza llena de preguntas, pero sobre todo temor. La invadía una extraña sensación de peligro constante e inminente. No dejando que su cola se replegara. Manteniéndose alerta en todo momento. Sintiendo o previniendo algo que nadie más podía ver.

Ilan sujetó a Rose, susurrándole.
—Debemos movernos rápido. No pude ni ver qué nos atacó.

—Creo que son las mismas criaturas que vimos en esa aldea ¿Recuerdas? —susurró Rose, por lo bajo, con su rostro lleno de preocupación.

—¿Pero qué quieren? —preguntó Ilan desconcertado

—Aún no lo sé —susurró Rose, continuando—. Avancemos rápidamente. Saldremos de esta Ilan —mostrando una sonrisa de resignación.

La cueva era enorme, oscura y lúgubre. Tenía un sistema de iluminación muy rudimentario. Pero afortunadamente, aún funcionaba. Lo que hacía ligeramente llevadero el camino.

Había entre uno y un kilómetro y medio de camino sinuoso, que recorría por debajo de la ciudad. De este a sur.
Tenían aproximadamente media hora de caminata por las condiciones del terreno.

El primer grupo iba muy bien, avanzando rápidamente. El resto, seguía con cautela.

De un momento a otro, otro rayo de luz. De color verde, apareció de repente. Pero esta vez, impactó en una estalactita sobre Rose. Haciendo que esta cayera sobre ella, salvándose por poco gracias a que un soldado de ARCOS la empujó rápidamente.

—Avancen rápidamente. Nos vienen siguiendo —gritó, mientras se incorporaba, gracias a algunos de los hombres de su pequeño grupo.

Decidió colocarse ligeramente más atrás de ellos para cubrir o ver más rápidamente si alguien la seguía.
En ese mismo momento, el olor a encierro y humedad cambió a uno de jazmín.

Liraeth apareció. Solo la acompañó en silencio.
La cabeza de Rose estaba hecha un volcán. Todas las situaciones reverberaban en su mente, tratando de atar cabos. Pero nada tenía sentido.
Hasta que un eco de luz se materializó.
—¿Me quieren a mí? —preguntó a Liraeth, de forma nerviosa.

—Así es —susurró Liraeth, con una calma tenebrosa.

—Nyxara es la muerte, ¿verdad? ¿La vi porque voy a morir?

—Nada está escrito en piedra. Tienes más oportunidad si estás sola. Si sigues con ellos, tal vez todos mueran.

Estaba aterrada, pero sabía bien qué hacer.

Por comunicador habló con el resto de Alpha.
—Ilan ¿me escuchas?

—Fuerte y claro.

—Hoy me preguntaste qué buscaban y… ahora lo sé —murmuró Rose con tono triste.

—¿Qué? —preguntó Ilan confundido.

—Ilan, me quieren a mí. Si me separo… ustedes tendrán más oportunidad de vivir.




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