Tras las rejas del Amor

Capitulo 1

Bonnie no podía creer lo que estaba escuchando. Las palabras de su padre resonaban en su mente como un eco implacable, cada sílaba cargada de desesperación y miedo.

—No hay otra forma, Bonnie —dijo su padre, con los ojos llenos de lágrimas—. Si no hago esto, nos matarán a todos.

La joven de veintidós años se quedó petrificada, su corazón golpeando con fuerza en su pecho. Era una situación que solo había visto en películas o leído en libros, y ahora se encontraba atrapada en su propia pesadilla.

—Papá, esto no puede estar pasando. Tiene que haber otra manera —suplicó, su voz quebrándose.

Pero el silencio de su padre era respuesta suficiente. La puerta se abrió de golpe, y dos hombres altos y robustos entraron en la habitación. Eran los guardaespaldas de Dante Moretti, el mafioso más temido de la ciudad. Uno de ellos, con una cicatriz que le cruzaba la mejilla, habló con tono autoritario.

—Es hora —anunció con voz grave, sin dejar espacio para la negociación.

Bonnie retrocedió, su cuerpo temblando. Uno de los guardaespaldas se acercó, extendiendo una mano hacia ella. Sentía su estómago revolverse de terror y repulsión, pero no tenía adónde ir. Miró a su padre una última vez, buscando alguna señal de esperanza, pero él solo bajó la cabeza, incapaz de enfrentarla.

—Por favor, papá —imploró, pero su voz apenas era un susurro.

La llevaron fuera de la casa, y el fresco aire nocturno le golpeó el rostro como un recordatorio de la libertad que estaba a punto de perder. La metieron en un coche negro y opaco, el silencio en su interior era asfixiante. Desde la ventana, vio cómo su vecina, la señora Martínez, observaba con curiosidad desde su jardín, completamente ajena al drama que se desarrollaba.

El trayecto hasta la mansión de Dante Moretti fue una eternidad. Bonnie intentó mantener la calma, pero su mente estaba inundada de pensamientos oscuros y aterradores. ¿Qué iba a hacerle ese hombre? ¿Qué quería de ella realmente? Recordó las historias que había oído sobre él: un hombre sin piedad, capaz de todo para mantener su poder.

Finalmente, el coche se detuvo frente a una imponente mansión, rodeada por altos muros de piedra. Las puertas de hierro se abrieron lentamente, y Bonnie sintió como si estuviera cruzando un umbral hacia el infierno. Las luces de la mansión brillaban como estrellas lejanas, frías e inalcanzables.

La llevaron al interior de la casa, decorada con lujo y opulencia. Todo parecía frío y deshumanizado, como el hombre que estaba a punto de conocer. Los guardaespaldas la condujeron a una amplia sala de estar, donde un hombre alto, de cabello oscuro y ojos penetrantes, la esperaba.

Dante Moretti se levantó de su silla y la observó con una intensidad que la hizo estremecer. Era apuesto, de una manera peligrosa y devastadora, con una presencia que llenaba la habitación.

—Bonnie—dijo su nombre como si lo saboreara, su voz profunda y controlada—. Bienvenida a tu nuevo hogar.

Ella lo miró con desafío, reuniendo toda la valentía que le quedaba.

—Nunca seré parte de esto. Nunca seré tuya.

Dante sonrió, una expresión calculada y enigmática. Dio unos pasos hacia ella, y cada uno resonó como un presagio en el silencio de la sala.

—Eres valiente, lo admito —murmuró, deteniéndose a pocos centímetros de ella—. Pero aprenderás que la resistencia es inútil. Aquí, todo sucede según mi voluntad.

Bonnie sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sus ojos se encontraron con los de Dante, y por un momento, vio algo en su mirada que no esperaba: una chispa de interés genuino, como si ella fuera un enigma que él estaba decidido a descifrar.

—Ya veremos, Bonnie. Ya veremos —repitió él, con una suavidad que era más amenazante que cualquier grito.

Con esas palabras, supo que su vida nunca volvería a ser la misma. Había cruzado el umbral, y ahora estaba atrapada tras las rejas del amor. Pero en su interior, una pequeña llama de esperanza seguía ardiendo, decidida a no dejarse extinguir.




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