Tras los arbustos

Tras los arbustos

Luego de una larga jornada de estudio en la Universidad, Linda Mancheston regresaba a su hogar junto con sus tres amigos, Mario y Livia. Ya estaba anocheciendo, y el cielo tomó un tinte de color morado, con una franja anaranjada en la frontera. Sus risas se oían en el ambiente nocturno, y llevaban su celulares en la mano, contando la vez que Livia engaño a su novio mintiéndole sobre su viaje, o cuando Mario tuvo un trío con una pareja de recién casados. Linda no tenía el mismo comportamiento que ellos, no se consideraba alguien demasiado extrovertida, pero sí muy amigable, y le hacía gracia todo lo que hacían ellos, aunque a veces se sentía algo incomoda.

La carretera por la cual caminaban era muy larga, sin embargo era muy transitada por autos así como transeúntes. Y a un lado se extendía el bosque Nacional de Dost, el cual ocupaba parte de Iscarman y Filmip del estado de Boresco. Era muy denso a simple vista, y bastante oscuro durante la noche, lo cual generaba escalofríos a cualquiera que se acercara.

— ¿Qué les parece si entramos?— preguntó Mario muy animado

—No, no y no — refutó Linda.

—Vamos, no va a suceder nada. Además el bosque está cerca a tu casa, no nos vamos a perder. Caminaremos por el borde.- contestó Livia cruzando la carretera.

Linda lo pensó dos veces. Miró a lo lejos, hacia donde estaba su casa, y aceptó.

Cuando se encontraban al otro lado, encendieron las linternas de sus teléfonos. Pero el de Linda no encendía, al parecer su batería se estaba agotando.

—No te preocupes, nosotros alumbramos.

Y siguieron su recorrido charlando y de vez en cuando contando cosas de miedo. La yerba era baja en ese punto, llegaba a los tobillos y era fácil de caminar. No obstante, la altura del pastizal aumentaba conforme te adentrabas al bosque.

Linda comenzaba a percibir cosas extrañas a su alrededor. A pesar que el bosque por dentro no era tan oscuro como se veía por fuera, debido a la luz de la Luna llena, daba un sentimiento lóbrego Y estremecedor. Livia sostenía la mano de Linda, mientras Mario caminaba de un lado a otro pateando el pasto. Entonces, mientras la caminata continuaba, Mario preguntó: -¿Oyeron eso?-, y se detuvieron mirándose el uno al otro.

— ¿Oír que?— inquirió Linda muy asustada.

Pero Mario se rio, mofándose del asunto y corrió hacia dentro del bosque.

— ¿Oye Mario que te sucede?— dijo Livia y lo siguió- Linda sígueme.

Pero la mano de Livia se soltó, y la linterna de los amigos de Linda se ocultaba tras los robles altos. Linda se precipitó por el miedo, y cuando quiso correr, tropezó con una raíz y cayó al suelo.

Al volverse a levantar, llamó a Mario y a Livia gritando sus nombres, pero nadie contestaba. Así que decidió regresar a la carretera, pero al tratar de ubicarse, no lo logró. Su vista llegaba a unos cuantos metros, y debía concentrarse para poder ver más allá.

Linda comenzó a temblar y trato de caminar extendiendo sus manos frente a ella. Tanteaba con la mano, la oscuridad poco a poco se hacía más espesa, y Linda no estaba segura si caminaba por algún camino correcto.

Sus lágrimas comenzaron a caer por sus pómulos, los cuales sentían el viento cortante y frio que chocaba contra ella. Siguió su caminata, sosteniéndose por los tallos de los árboles.

— ¡Mario!- gritó, — ¡Livia! ¿Dónde están?

Entonces algo se acercaba a ella. Se oía las pisadas deslizándose sobre el pasto y la vegetación del bosque. Linda mencionaba los nombres de Mario y Livia, pero en vez de una respuesta seguía oyendo a aquello que se movía entre los árboles. Y mientras seguía caminando con los brazos estirados, tocó una mano.

— ¿Mario?— preguntó aferrándose a la mano. — ¿Eres tú?

Los dedos de Lisa se deslizaron por aquella mano, y al llegar hacia la muñeca, toco la pulsera que tiempo atrás se habían regalado entre los tres.

— Mario no hagas esto de nuevo por favor- dijo mientras lloraba y se aferró a él con un abrazo.

Pero lo sentía distinto. Su mano estaba algo húmeda, sin embargo, a la vez lo sentía viscoso. La mente de Linda no se había dado cuenta de los detalles de ese momento, y oyó algo. Un suspiro seco y sin vida, con un gruñido mezclado con algo ronco.

— ¿Estás bien… — Pero su pregunta fue interrumpida cuando los brazos  en la oscuridad la apresaron y una mordida se hundió en el cuello de Linda.

Sus gritos fueron ahogados con mucha rapidez. Y Linda así como sus amigos, desaparecieron en la oscuridad del bosque. 




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