Capítulo 1: Una nueva misión

Un golpe en el centro de mi estómago me deja algo fuera de combate contra la oponente que se enfrenta a mí. Aprovechó un momento de distracción de mi parte y si algo que no se puede perder en la lucha cuerpo a cuerpo, es justamente eso. Hay que mantener tu mente fija en liquidar al objetivo.

Soy Angelique Torres, una de las mejores reclutas de la organización “Fuerzas Letales”. Somos una organización secreta respaldada por el gobierno. Llegué aquí muy pequeña, con apenas cinco años de edad, cómo muchos de mis compañeros, incluida esta de aquí en frente, cansada, frustrada porque llevamos 45 minutos de combate y aún no ha podido derrotarme.

¿Sería muy raro que les diga que es mi mejor amiga?

Sí, no. Diferentes respuestas pueden haber. Supongo que sea raro ver a dos amigas enfrentadas, pero aquí, en el momento de las misiones, los entrenamientos, la amistad no existe. Lo único que vale es que hay un ganador que se lleva la gloria y un perdedor que se lleva un regaño o un castigo en dependencia de como haya sido la batalla.

Al profesor nos gusta enfrentarnos sabiendo que a lo largo de los años no ha logrado derrotarme, aunque casi una vez lo logra porque aquí los sentimientos son otra cosa que no puedes dejar que te domine, porque si no, ya no se trata de que perdiste, se trata de que ya no cumples con los requisitos de la organización: estabilidad emocional intacta. Enamorarnos para nosotros no es posible.

Decido que es momento de darle la estocada final a mi rival. Ha sido gran parte de la mañana perdida en esto y estoy completamente agotada después de una misión que tuve. No he podido descansar y al entrenador le valió verga con su típica frase de siempre estar preparados. Es el tipo de persona que mientras más bueno eres, más quiere que se lo demuestres y si eso quiere, lo haré una vez, me da pena por Lorena, pero como ya mencioné, es ella o yo, y entre ambas, siempre seré la primera opción.

Tal y como ella se aprovechó de mi momento de distracción, yo utilizaré un arma más letal a mi favor: su agotamiento. Se le sale por encima de la ropa ajustada que traemos. Veo como intenta seguir mis movimientos, intentando descubrir mi próximo golpe. Al no poder hacerlo, comete el primer error, atacarme primero, queriendo darme a puño cerrado, esquivo el golpe quedando bajo ella y con rapidez, meto mi brazo por debajo de su pierna tumbándola directo al suelo. Sin dejarla recuperarse, me subo sobre ella y doy un golpe en su rostro, logrando que se desmaye del cansancio.

Todos alrededor del ring comienzan aplaudirme. Veo como todos comienzan a recibir dinero, cualquiera que ve esto piensa que es un ring de peleas clandestinas. Son ridículos todos, por eso no son buenos en su trabajo, pierden el tiempo en banalidades.

Tomo la toalla que me da el entrenador para secar el sudor de mi cuerpo y veo como sonríe con alegría. Me da igual su satisfacción, hace mucho dejó de importarme. Desde que me propuse ser la mejor, hasta conseguirlo, ha sido todo por mí, por mi trabajo y esfuerzo, a ellos solo les debo lo que aprendí, el resto, es mío.

Le devuelvo la toalla y salgo del ring mientras todos se ponen alrededor mío para aplaudirme. No le hago caso a ninguno, estoy cansada y no tengo ganas de socializar. Al final de todos, se encuentra el cabrón que más detesto.

Ángel Beltrán.

Este es al que yo llamo, mi competencia. En este mundo, dos no pueden ser los mejores y eso es algo que lucho por cambiar desde hace años y no he podido. Él es el mejor entre los hombres de la organización y yo de las mujeres, pero entre nosotros, no ha existido nunca una batalla que no haya quedado empatada.

Cada uno de los miembros tenemos un área donde nos desarrollamos mejor, el mío es el combate y las armas, tengo una puntería que muchos envidian, no fallo. Ángel, es un genio en más de una especialidad, para comenzar, el maldito es un prodigo en las computadoras, puede hackear lo que sea y por esa razón, hemos coincidido en más de una misión.

—Felicitaciones —aplaude mientras se acerca a mí una vez la multitud se ha dispersado—, lo has hecho bien, como siempre, solo que aposté que tardarías un poco menos. —Se burla el muy cabrón.

—Tus felicitaciones me las paso por donde no me da el Sol. No hubieras apostado, si lo hiciste es porque sabes que al final de cuentas, soy la mejor.

—Aún no se dictamina quien es el mejor —aclara—, por tanto, somos los mejores. —Sonríe con suficiencia.

—Hoy no tengo ánimos para ti, Beltrán.

—Pues te cuento que tus ánimos decaerán más una vez el jefe te de las buenas nuevas. —Este idiota sabe algo que yo no. Detesto que me lleven ventaja.

—Ni tú me quitas el buen ánimo —afirmo algo que es falso. Me cae mal, ¿por qué? Porque somos parecidos y no me gusta.

—Nos vemos pronto —dice y se va.

Me dirijo a mi habitación para darme un relajante baño en la bañera con espuma. No puedo quejarme, aquí tengo todas las comodidades que cualquiera quisiera tener, sin embargo, todos no gozan de mis privilegios, como bien dije, ser el mejor tiene lo suyo y yo me lo merezco.

Pienso en las palabras de Beltrán y solo puedo pensar en que por enésima vez tendré otra misión con él. Siempre he pensado que le gusto, pero considero que lo que dice sentir no es más que admiración, pero en caso de no ser así, él ya conoce la respuesta. Sé que no se conforma y quizás hace dos años atrás sus intentos hubieran surtido efecto, pero ya nada lo hace, nada me provoca a entregar desde que se fue…

Una vez lista y más relajada, me dirijo al despacho del jefe puesto que lo dicho por Beltrán, resultó cierto. Creí que hablaba por hablar hasta que el tono del jefe en mi celular me trajo de nuevo al lugar donde me encontraba.

—Buenas tardes, señor. —Entro a la oficina y lo primero que veo es la espalda de Beltrán. Venga, que, aunque no quiera nada con él no niego que está como quiere. Alguna que otra vez me han entrado ganas de follármelo, pero no sé porque presiento que no se conformará con eso y, por tanto, no me rebajo a proponérselo.