Tras un Rastro

Capítulo 3: Tenemos que trabajar juntos

Con una sonrisa triunfal me dirijo nuevamente a mi dormitorio. Una vez entro, me encuentro a Lorena allí, al parecer tuvo algo que hacer después de la pela porque han pasado varias horas y no la había visto. Me mira con algo de recelo, cosa que siempre sucede después que combatimos, pero no le doy mucha importancia. Tengo otras cosas que hacer y de que encargarme más importantes que hacerle caso a sus rabietas.

Sin mirarla, voy al escaparate de la habitación donde  hay municiones guardadas y tomo lo que creo que puedo necesitar. Por desgracia no hay información alguna del hombre que se apoderó de la computadora, por tanto, voy atada de brazos por eso lado, aunque como voy agarrarlo desprevenido, estoy segura que estas armas se quedaran guardadas donde están. Agarro mi pistola favorita, un cuchillo que meto en mis botas de tacón y algunos repuestos.

—Angelique, ¿A dónde vas? ¿Tienes otra misión? Vaya, que rápido, acabas de regresar de una —inquiere Mónica. Ni siquiera me había dado cuenta que había entrado a la habitación. Estaba concentrada en lo mío.

—Las órdenes no se discuten, se cumplen —acoto y veo a Lorena volver a rodar los ojos. A veces pienso que su envidia es más grande que su supuesta amistad. Días como estos, en que nos enfrentamos, no sé ni que creer.

—¿De qué se trata?

—Es muy confidencial, chicas. Por esta vez, no puedo contarles —admito.

—Cuídate —Ven lo que digo, esta mujer me desconcierta.

Hago un gesto con la cara que espero interprete como un “Gracias” y salgo del enorme edificio colocando mis gafas en cuanto el sol impacta en mi rostro. Mi moto ya se encuentra parqueada afuera, tomo las llaves que me ofrece el encargado y conecto el celular a la moto para dar con la ubicación del hombre. Veo como hay un auto parqueado también tras mi moto y supongo que sea el auto de Ángel que se quedará sin usar.

—¿Es el auto de Ángel? —pregunto.

—Sí, señorita.

—Si quiere, puede guardarlo, dudo que Beltrán termine usándolo. Está ocupado en otras cosas. —El hombre me mira como si estuviera loca, niego y con una sonrisa, tomo mi camino, no sé cuánto tiempo le demore a Beltrán encontrar una salida o que alguien pasando por el salón le encuentre encerrado.

Al llegar a donde marca el punto rojo, observo a mi alrededor para conocer al objetivo, es realmente difícil encontrarlo pues estamos en medio de una multitud de personas. Quien quiera que sea, es inteligente, sabe que rodeado de personas no puede ser atacado, pero, aun así, es difícil saber quién es sobre todo porque no tengo foto. Si uso la lógica, esta persona debe ser sencilla para pasar desapercibida, pero quizás un portafolio en su mano es lo que me demuestra que lo tengo a solo unos metros de distancia.

El hombre en cuestión se ve inofensivo. Por su actitud, estoy segura que es. Como ya dije, su ropa y su persona da aire de todo menos de ladrón de importante información, este caso cada momento es más curioso que el anterior. El hombre mira mucho a su alrededor, respira nerviosismo por todos lados y yo solo espero su próximo movimiento puesto que aquí no puedo atacarlo. Estamos rodeados de personas y nosotros debemos pasar desapercibidos en nuestro trabajo, el ruido debe ser muy pequeño.

Comienza a caminar, entrando en una calle con personas, pero mucho menos en que la gran plaza donde nos encontrábamos. El hombre no para de mirar para los lados. Es un novato en lo que está haciendo. Sabe que en cualquier momento alguien lo sorprenderá y por lo que tiene en la cabeza, será más pronto que tarde.

Al final de la calle está nada más y nada menos la comisaría. Este hombre quiere entregar la información de lo que sea que se encuentre oculto en esa laptop. Acelero mi paso al ver que él hace lo mismo. No se ha percatado de que lo sigo, por tanto, cuando le quedan 500 metros para entrar en la cercanía de la estación, corro para alcanzarle, pero en ese momento el hombre voltea y una patada directo a mi estómago me sorprende, pero me da tiempo esquivarla, de tal manera que acabo en el suelo. Mi objetivo se va por la cuadra que cambia por completo la dirección de donde se encuentra la estación y yo maldigo, lo he perdido.

Miro a mi alrededor y nadie parece haberse dado cuenta de nuestro corto enfrentamiento o si lo hicieron, no les importó y lo prefiero así a que se hubiera formado un revuelo donde me tocara mandar a la mierda a la policía por entorpecer mi trabajo, puesto que al final, nosotros hacemos lo que ellos no son capaces.

Siento como alguien toma mi brazo para levantarme y cuando lo observo para darle las gracias, veo a Ángel, quien tiene la cara roja y no es de calor, es de rabia por lo que he hecho. El muy maldito ha tardado muy poco. Supongo que ahora quien arde de rabia soy yo. No me ha dado tiempo acabar tan rápido con algo tan simple.

—¿Qué mierda tienes en la cabeza? —chilla Ángel una vez nos hemos alejados. Me ha levantado del suelo, para luego llevarme arrastrada por la misma calle que se escapó el objetivo con la laptop.

—En la cabeza tengo muchas cosas, menos mierda. Sé muy bien lo que hago —afirmo.

—¿No me digas? Entonces dime, ¿por qué coño lo dejaste escapar? —Demasiado inteligente es para mi gusto.

—Porque no puedo llamar la atención. El tipo no será un delincuente experto, pero tampoco es imbécil y sabe que en multitud no podemos atacarlo. Decidí hacerlo porque faltó muy poco para que llevara la laptop a la policía y eso no podía permitirlo.

—Al menos eso lo hiciste bien. —Me enfurezco ante sus palabras y lo empujo.

—¿Quién te crees que eres para decirme algo así? Sí tú hubieras estado aquí la situación sería la misma así que no te hagas el que todo lo tiene controlado porque no es así. Tus reproches te los metes por donde mejor te quepan.

—Angelique —suelta un largo suspiro, intentando relajarse y aunque yo hago el intento por calmarme, no puedo—, cuando el trabajo se te asigna a ti sola es por algo, así como si nos asignan a los dos también es por algo. El jefe sabe lo que hace. Aquí hay cosas raras, pero me necesitas, que hayas robado la ubicación y toda la información, no te hace capaz de ver muchas cosas más que yo sí puedo ver. Sé que detestas que trabajemos juntos, pero debemos hacerlo. ¿Puedes dejar esta rivalidad de lado por dos días?



#7740 en Otros
#1201 en Acción

En el texto hay: secretos, orgulloyamor, organizacin criminal

Editado: 28.07.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.