—Cecil—
Otra vez Cecil se encontraba sentada a la orilla de su ventana mirando hacia la calle empedrada. La poca gente que transitaba aquella tarde lluviosa caminaba bajo sus oscuros paraguas.
La chica regresó de nuevo su mirada hacia su alcoba, suspirando una vez más entre una extensa lágrima que corrió por todo su rostro al recordar su tonta pero poca felicidad de hace unos días. Aquel falso positivo la había hecho cultivar esperanzas, aun cuando ella sabía que estas no existían.
—Edward —murmuró con dolor.
Cecil siempre supo que él era un hombre frío, severo, antipático y orgulloso, sin embargo, nunca imaginó que él pudiera llegar a ser todavía peor.
Limpió su rostro y se alejó. Cecil odiaba sentirse así, triste y dolida. Ella no era de esa clase de personas, pero la decisión de Edward terminó por herirla.
«Ya no quiero nada más contigo. Me mentiste. ¡Esto se acabó! ¡Se acabó!»
Esas habían sido sus palabras finales luego de salir de aquella clínica, fue en ese momento en que ella lo supo, todo se había terminado. Edward solo la había usado. El bastardo era un maldito miserable, un ser sin sentimientos que necesitaba ser castigado.
Recordar aquella oración aun le dolía, no obstante, tuvo que aguantarlo. Después de todo había sido su culpa enamorarse de un hombre que no la amaba.
Más tarde, cuando el sol se estaba poniendo en el horizonte, Cecil se sorprendió al escuchar en su televisor tan jovial noticia que le rompió el corazón.
"...Y finalmente, después de una larga espera, la pareja del año nos presume su anillo de compromiso. Así que para los que no lo creían y pensaban que solo era otro chisme de revista, Edward Palmer y Lara Evans los han dejado callados. Ambos jóvenes millonarios unificarán sus vidas este fin de semana. Se dice que será algo privado por lo que nosotros intentaremos tener la mejor exclusiva de ese día así que, estaremos pendientes a todos los detalles..."
Cecil no podía dar crédito a lo que estaba escuchando, Edward y Lara estaban a punto de casarse.
La chica frunció el rostro y los maldijo al mirarlos en la pantalla, la inminente sonrisa de ella deslumbraba junto a la seriedad y arrogancia del Palmer, quien se miraba distinto e irónicamente, feliz. Edward figuraba una delgada sonrisa en sus labios, apenas visible para ella, pero para el resto del mundo, era totalmente real.
Edward jamás había sonreído de esa manera, al menos no, ante alguien que no fuera su prometida.
Una ola de sentimientos negativos invadió su pecho, ya que, a pesar de haber hablado con Lara aquel día, ella seguía creyendo en sus estúpidas mentiras. Meneó la cabeza y sin siquiera pensarlo lanzó a la pared la taza de café que traía entre sus manos.
Cecil comenzaba a odiar ese romance.
Entornó los ojos en ellos y sin dudarlo ni un minuto más comenzó a hacer varios tipos de llamadas.
Lara no podía casarse con alguien como él, mientras que Edward no podía casarse con alguien como ella, puesto que nadie se merecía a nadie.
Celos, envidia, rencor.
Cecil no permitiría que ellos dos estuviesen juntos.
La chica sonrió al confirmar ambas citas, Edward llegaría pronto y Lara no tardaría en encontrarlos.
Preparó su trampa y espero sin sentir ninguna clase de culpa por ninguno de los dos.
Lara se merecía encontrarlos juntos por tonta y él, se merecía sufrir por idiota.
Al cabo de un rato la chica lo vio llegar, Edward bajó de su auto y se acercó al umbral; su rostro parecía serio y enfadado, eran rasgos que indicaban lo mucho que le disgustaba a él estar en ese lugar.
Cecil lo recorrió entre pequeñas pausas, notando su impecable y duro aspecto.
—Parece que no has cambiado demasiado, sigues siendo tan frívolo como siempre. —Fue lo primero que le dijo al abrirle la puerta. El chico no contestó, por lo que ella torció un diminuto gesto—. ¿Por qué no pasas? Está haciendo algo de frío allá afuera.
—Estoy bien aquí. —Le respondió tajante—. ¿Qué es lo que quieres? ¿Para qué me llamaste? —cuestionó indiferente.
—Es que acaso, ¿ya no puedo hacerlo? —preguntó ella a su vez de manera coqueta—. Somos amigos y creí que una pequeña charla antes de tu boda no nos vendría nada mal.