Tratados de alcoholismo filosófico.

De la vida Bienaventurada

La verdad del cambio...
Hoy en día podemos decir que al morir prácticamente serás olvidado por todos y que por mas que hayas vivido, si no hay un hecho que haya marcado la diferencia, seguirás en el olvido perpetuo, en un limbo.
Pero aunque pudieras hacer mucho aún así serás olvidado, es por eso, que si en algún momento dejo de existir, esta página quedará como un poco de mi, en ella he plasmado gran parte de mi adulterada personalidad, pero quiero que sea para ustedes un cajón del cual puedan sacar un provecho para su beneficio, un pequeño lugar donde recoger algo bueno.
Podré decir que perecer es el que nunca hayas hecho pensar a las personas de tu alrededor, supongo que si eso no lo hiciera con esta pequeña página, habré fracasado terriblemente.
Así que nada, espero que de ella tengan una aliada, un arma, incluso una mejor amiga y que recuerden que toda acción que hagan la hagan no para resaltar, si no para marcar la diferencia, algo que sea un legado perpetuo y que al final del camino puedan decir que han vivido, pero que han vivido para hacer una cosa pequeña que haya hecho un cambio enorme, bien lo dice mi némesis Nietzsche, las pequeñas acciones son las que mas ruido hacen. Así mismo ustedes, lleven la verdad y la lucha por ella hasta el final, para no morir como cobardes vividores.

Los individuos solitarios que desesperan de si mismos, buscan por cualquier medio posible tener a una pareja amorosa a su lado, la mediocridad es parte de lo que les compone, pues de ser lo contrario encontrarían agradable la soledad.
Cabe mencionar que es de suma importancia que el individuo trate de superarse a si mismo, dejando obsoletos sus miedos y aprendiendo a disfrutar incluso el oprobio.
El desprecio hacía el cuerpo, es la mayor virtud de un ser humano, pues cuando se deja de cubrir todas las necesidades, es mas benevolente absorber la filosofía.
Somos entes erráticos, andando de un lugar a otro, sin motivo aparente, mas nuestra huella se borra del camino, como las huellas en la arena, quizás somos sonetos a lo perecedero, a lo que su propósito es dejar de existir.
Mas permanecen las pequeñas obras que en otros se vieron manifiestas, lo bueno que pudimos enseñar, lo que hizo cambiar a un alma material a un espíritu mas entregado a la virtud, así sucede en este mundo de apariencias, todo cede su lugar a otros entes, a mas materias, volviéndose ramificaciones eternas de posibilidades y perdidas varias de sujetos en esta realidad.

 



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En el texto hay: filosofafilosofa

Editado: 06.04.2019

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