El grupo completo dormía en el hotel, los ensayos bajo la dirección de Iván habían sido agotadores, no hubo un momento donde no cambiara de idea en que escala debía tocar el instrumento, o peor aún, cual instrumento era el más adecuado. En el último ensayo la canción se escuchaba bastante bien, y todos rezaban porque Iván no se acobardara y no quisiera cantar en toda la noche. En cambio, Jorge estaba nervioso de como tomaría su amigo los aplausos que recibiría por su creación, y cruzaba los dedos para que reaccionara igual que el resto de las canciones que a veces aplaudían.
El teléfono sonó en cada habitación, era el recepcionista avisando que ya era hora que se prepararan para ir a trabajar. Parecía que en lugar de levantarse para iniciar la noche, se estuviesen acostando para descansarla. Estaban muy agotados.Una hora más tarde llegaron al local, apenas había dos o tres mesas con personas disfrutando de sus bebidas y algo de comida para picar. Los clientes se veían contentos compartiendo un rato agradable, mientras la pequeña pista de baile permanecía vacía a falta de los músicos. En el escenario, cada uno se sentó en su lugar, e Iván se colocó como todas las noches delante del micrófono, y ajustó la altura del pedestal. Probaron los equipos, y el sonido, y a la señal de Jorge comenzaron a tocar. Las primeras canciones no eran de las que se usaban para bailar, eran suaves para animar un poco a los clientes, era ese tipo de canciones que agradan a las personas mientras necesitan mantenerse concentrados en algo, y al mismo tiempo, inspirados por la buena música. Una hora después ya el local estaba medio lleno. Jorge dio la orden y comenzaron con una bailable, lo cual atrajo a algunas parejas a la pista. Todo iba bien con Iván, aunque se veía algo nervioso, sin embargo al empezar cada canción, su mundo especial lo rodeaba y disfrutaba de la melodía.
Tocaron algunas canciones más, y fueron a comer en su descanso. Al regresar, tocaron una canción de rutina, y continuaron con la compuesta por Iván. Se veía nervioso y mantenía su vista fija al piso cuando los instrumentos comenzaron a tocar, y al ver que no reaccionaba, tuvieron que tocar la primera parte de nuevo, y Jorge le llamó la atención para que comenzara a cantar. Al principio mantenía la vista fija al piso mientras cantaba, hasta que poco a poco la fue levantando, y veía al público por encima de sus cabezas como hacía con el resto de las canciones. La melodía era muy agradable, e incluso invitaba a bailarla, pero las palabras de Iván y su tono de voz mientras él cantaba, detuvo el tiempo en el local. Todos miraban absortos al cantante, incluso los que estaban en la pista de baile se detuvieron para verlo. Jorge notaba que Iván estaba tranquilo, se había sumergido en su mundo feliz y no se percataba de que todos estaban mirándolo extasiados. Los miembros del grupo intercambiaban miradas entre alegres y nerviosas, si Iván lograba emocionar al público como el día anterior, y seguía así el resto de la semana, les lloverían las ofertas de trabajo. Al llegar la canción a su final, el silencio inundó el local, Jorge se adelantó a hablarle al oído al cantante para que no olvidara dar las gracias, y esa palabra fue el detonante para que los aplausos de emoción no pararan de oírse, incluso fuera del local. Iván lo había logrado de nuevo. Luis se dio cuenta que el vocalista se empezaba a sentir incómodo y dio la señal para iniciar la siguiente canción. Todo había salido bien y terminaron la noche como cualquier otro día de trabajo. El dueño, emocionado, se acercó para pagarles la noche y felicitarlos.
—Estuvieron geniales, de seguro mañana vendrá mucho más gente a escucharlos. Me gustaría pedirles que incluyeran para el final, alguna de esas canciones nuevas que tienen, algo suave y emotivo, para bailar pegaditos, y así logren que los clientes quieran quedarse hasta el final.
Rápidamente Jorge miró a Iván que se estaba poniendo ansioso, y se acercó a él para decirle al oído que lo que buscaba el dueño era mantener el mayor tiempo posible a la clientela para poder vender más durante la noche.
—Esto no me gusta, Jorge. Quedamos que cantaría en el medio del repertorio para pasar desapercibido, y no me gusta eso de cantar mi canción como la última, eso haría poner toda la atención sobre mí, y sabes lo que me pasa con eso.
—No te angusties por eso –dijo con voz suave y cariñosa–. A última hora de la noche todo el mundo está más ebrio que el aguardiente y aplauden pidiendo más para seguir bebiendo, sin embargo ya es la hora de cerrar y deben irse. De eso se encargan lo camareros, no tiene que ver contigo.
A Jorge no le gustaba mentirle, si Iván lo descubría, como ya había ocurrido en otras ocasiones, pasaría uno o dos días deprimido y encerrado en su habitación, pero esto era importante, el grupo podría hacerse más conocido y ganar un poco más de dinero. El cantante no estaba muy convencido de la excusa de su amigo, incluso sospechaba que podía ser una mentira para tranquilizarlo, no obstante decidió confiar en él.
* * *
La mañana siguiente se convirtió en otro infierno para Ignacio, mientras hacían los arreglos para la canción final del repertorio, y pese a su tosca forma de hablar, era bastante comprensivo con el cantante. Luego el infierno se expandió al resto de los integrantes del grupo, hasta que al final la canción había quedado perfecta, una canción para disfrutar abrazado a tu pareja, con una letra que engrandecía un corazón enamorado. Sin Iván presente, el grupo bromeaba sobre la canción, decían que Iván era una especie de pupilo de un filósofo del amor, donde el cantante trataba, sin éxito, de entender lo que su maestro trataba de explicar sobre el amor de pareja. Ese comentario irritó a Jorge, más lo dejó pasar, era una forma de vengarse un poco del infierno que les había hecho vivir el vocalista.
La noche para el grupo inició como siempre, pero en esta ocasión Katrina había llegado al local al inicio de la tercera canción, sentándose en la barra. Se veía espectacular, el vestido que traía resaltaba aún más su belleza, y tenía un nuevo corte de pelo que la favorecía. Detrás de ella comenzaron a llegar personas hasta que el local quedó abarrotado de gente. Aparentemente, la percepción del dueño no había estado errada. Tocaron otra canción, y luego vino la de Iván, la misma que habían tocado el día anterior. El efecto para los que nunca la habían escuchado fue el mismo de la noche anterior, y unos pocos que ya la conocían, fueron a la pista a disfrutarla bailando. Jorge observaba a Katrina, ella fumaba un cigarrillo y tomaba lo que parecía una especie de coctel. Se veía tranquila, mirando de lado, con su oreja puesta hacia el grupo, y tomaba sorbos de su bebida, fumando de vez en cuando su cigarrillo. Al final de la emotiva canción, Iván dio las gracias mientras escuchaba los aplausos, e inmediatamente el grupo comenzó con la siguiente canción antes que el vocalista se asustara.