La noche en el local había comenzado, Iván brillaba en su actuación, no parecía sumergido en su mundo feliz como siempre, compartía con sus amigos del grupo, quienes le sonreían asustados al no entenderlo, e Iván buscaba entre la gente a la mujer que lo tenía es ese estado. La noche avanzaba sin que Katrina diera señales de aparecer, pero el vocalista no desanimaba por su tardanza, y esto comenzó a preocupar a Jorge. Si la productora no aparecía, la posibilidad de que Iván no cantara en un buen tiempo era casi del 100%, aunque financieramente no era un problema, el dueño del local les estaba pagando espléndidamente y podían darse un tiempo de descanso. Lo que le preocupaba, en realidad, era la salud mental de su amigo. Esa extraña felicidad con la que cantaba, podía convertirse en una muy profunda depresión al no entender que la productora podía venir otro día. Llegó el intermedio, la hora de descanso de la banda, donde para sorpresa del grupo, fue Iván y no Jorge quién hizo el anuncio. El vocalista se veía feliz, estaba seguro que Katrina llegaría en cualquier momento, y no le importaba si era para escuchar la última canción de la noche, la nueva que habían preparado desde temprano.
Efectivamente Katrina llegó, justo después que la banda se retirara a comer y descansar. Ella se acercó a la barra y le pidió al Bar ténder que buscara a Jorge, y un camarero le hizo el favor. Con una gran sonrisa en los labios lo recibió.
—Buenas noches, Jorge.
—Buenas noches, señorita Katrina. Iván está muy emocionado esperándola y aquí está.
—Por favor, llámeme Katrina. En realidad quería aclarar las cosas con ustedes. Tú sabes que Iván es un vocalista que raya en lo angelical, es increíble como su voz toca cada fibra de tu piel, pero al darme cuenta de su fragilidad, no le ofrecí representarlo, sino que hablé del grupo en general, que aunque son geniales, tú ya sabes bien cómo este mundo donde todos somos prescindibles, menos, claro está, vocalistas como Iván.
—Sí lo sé, todos nos imaginamos que algo así había ocurrido, y le advertimos a Iván que no era seguro que regresaras, o por lo menos que primero vendrías a hablar de negocios conmigo. Te excusé usando tus palabras de que había sido un accidente tu proposición.
—Gracias por comprender, de verdad no quiero que ese chico salga lastimado.
—Pues tendrás que ver que haces ahora. No ha hecho más que buscarte entre el público toda la noche, y hasta preparó una nueva canción para completar las 10 que le pediste.
La productora se quedó sin habla. Por supuesto que quería las 10 canciones originales cantadas por aquella voz inigualable que Iván tenía, como también sabía que el vocalista le exigiría que el grupo formara parte de su éxito. Jorge se dio cuenta de lo que ella estaba pensando, y lo entendía, y agradecía que no lo hubiera lastimado. Faltaba ver como arreglaba todo sin lastimarlo, bien fuera que le comprara las canciones, o las cantara con ellos, pero sabía que eso no era lo que Iván quería, la quería a ella, y por lo que pudo ver la última noche, era lo que ella también quería.
—Estás muy callada, te sorprendió la noticia, no pensaste que Iván lo hiciera tan rápido, ¿cierto? El chico es un genio, no es un músico normal, casi parece que nació de la música en lugar de sus…, bueno, tú sabes a qué me refiero.
—Sí, sí. La verdad es que no pensaba regresar, no por lo que pueden pensar, mi interés por Iván es genuino, pero…
—Los negocios no se mezclan con el placer, –la interrumpió Jorge–. Me di cuenta la otra noche, y le advertí a Iván que debía esperar que la proposición de grabar me la hicieses a mí cualquier día. El problema es que no tengo control sobre lo que piensa, y lo intenté, le dije mil y una vez que era posible que vinieras otro día, le dije que eres productora y que tienes mucho trabajo, pero igual siga emocionado esperándote.
—No puedo mentirte, no sería justo con Iván. Vine hoy porque necesito contratar a Andrés para mañana, tuvimos problemas con nuestro tecladista, e Iván habla muy bien del talento de Andrés, incluso me dijo que puede sustituir a cualquiera de la banda.
—Me agradas Katrina. Me encanta que sin conocerlo, protejas a Iván, eres de las mías. No te preocupes, Andrés no se negará, trabajo es trabajo, y lo que diga Iván de cualquiera de nosotros, tómalo con ley, sea bueno o malo.
Con la misma, Jorge le pidió a uno de los camareros que les avisara a Andrés e Iván que viniesen. Le advirtió a la productora que no hablara, que le dejara a él tratar con Andrés. Katrina aprovechó para pedir un trago, y comenzó a disfrutarlo. No tardaron mucho en llegar, y tanto Iván como la mujer no pudieron evitar mostrar en sus ojos la emoción que sentían al verse esa noche. Los ojos de ambos brillaban pidiendo al mundo que desapareciera, más la voz de Andrés los trajo de vuelta a la cruda realidad.
—Buenas noches, ¿Para qué soy bueno? Estoy casado, sabes –dijo Andrés riendo y guiñando un ojo.
—Siempre tan oportuno –se quejó Jorge–. No le hagas caso Katrina, él sabe que le gustas a Iván.
Iván se sonrojó, y empezó a jugar levemente con las manos, hasta que la mirada dulce de Katrina lo enterneció y tranquilizó. Él ya sabía que ella sentía algo por él, no sabía exactamente cómo o por qué, pero lo sabía.
—Bueno chicos, Katrina vino esta noche a hablarme del disco que quiere grabar con nosotros, pero se encontró con un problema. La disquera quiere que cada uno de nosotros demostremos nuestro talento por separado, y en este momento ellos necesitan un tecladista de urgencia, y Katrina pensó en ti, Andrés.
—Siempre y cuando no interfiera con el trabajo aquí, porque no creo que paguen mucho en esa disquera, y no voy a perder dinero aquí por una simple prueba.
—Tranquilo Andrés –intervino Katrina–, ¿podrás estar en esta dirección a eso de las diez de la mañana? –preguntó mientras le entregaba una tarjeta.