Trataré de olvidarte

La sombra

Allí estaba la pareja en la pista de baile, se sentían muy nerviosos y ambos lo notaban. No estaban seguros de porqué se sentían así, y a pesar que Iván le respondió que los músicos no bailan, ella lo convenció con una pequeña risa y una hermosa sonrisa que lo cautivó. Era la primera vez que ella lo tocaba, y con aquella ropa tan holgada que siempre él usaba no se notaba aquél cuerpo firme y casi escultural que se escondía. Aquellas manos fuertes que la tocaban delicadamente, la estremecían cuando las movía por algún pequeño traspié al bailar juntos. El olor que despedía el cuerpo de Iván la hizo colgarse de su cuello, y poner su cabeza sobre el duro y firme pecho del llamado compositor. Hacía tanto tiempo que un hombre no la hacía sentir así, que para ella era como su primera vez, durante su época de colegiala. El leve roce de sus cuerpos la encendía cada vez más, tenía miedo de caer en aquellos fuertes brazos, cuyo tibio calor la reconfortaba.

El olor del perfume de Elisa y el olor de su pelo enloquecían a Iván. Aprovechaba para acariciarla con cada traspié al bailar, y se sentía dichoso al sentir el tibio calor del cuerpo de aquella mujer colgada en su cuello. Por un momento se olvidó del mundo, lo único que existía en esa pequeña pista eran ellos, estremeciéndose en cada movimiento de sus cuerpos. Ninguna de las mujeres con las que había estado después de Katrina lo había hecho sentir tan encendido por dentro. Se atrevió a dar un leve beso en su cabeza, mientras lo olía, y ella se movió de una manera tan sensual que la llama dentro de ellos se avivó, y Elisa antes de cometer otro error en su vida, decidió continuar con la conversación que ella misma había interrumpido en las afueras del local. Lo soltó del cuello, le pasó una mano por la espalda y con la otra le agarró su mano, y siguieron bailando, sin dejarse de mirar a la cara.

—Me gustas Iván, y mucho. Jamás pensé que alguien podría hacerme sentir de nuevo esto que estoy sintiendo dentro de mí, y quiero saber quién sería yo en esta relación.

—¿Una relación? ¿Entre nosotros? –sus ojos brillaron de felicidad.

—Sí, me gustaría intentarlo. Desde aquella noche que tomé tu mano, sentí que te conocía de toda la vida, no fue igual que con Roger, contigo es diferente, es como si nuestras almas estuviesen conectadas de alguna manera.

—No te miento que me sentí igual aquél día, y por eso te lo conté todo, deseaba con toda mi alma volver a ser feliz, y en ese momento sentí lo mismo, que nuestras almas se conectaban.

—Pero, ¿Aún amas a Katrina? –bajó la mirada.

—No puedo mentirte, sí, la sigo amando pese a todo.

El baile se hizo más pesado ante aquella respuesta, aquella emoción con la que habían iniciado el baile, parecía haberse ido.

—Si tuviéramos una relación, y Katrina apareciera de nuevo en tu vida, ¿Qué pasaría entre nosotros?

—Katrina nunca aparecerá de nuevo, no debes preocuparte por eso.

—Eso no puedes saberlo, como tampoco puedes saber si tu hijo vendrá por ti a reclamarte por abandonarlo.

El llamado compositor detuvo el baile aprovechando la creciente pesadez de los pasos de Elisa, y la soltó por un momento tratando de digerir aquellas palabras, la miró por un momento y le dijo:

—No sé qué responderte, quizás le diría lo mismo que le dije a ella aquella noche, que cualquier cosa sería mejor que tenerme de padre, un monstruo igual a mi madre.

Ella lo miró desconcertada, lo tomó de una mano, pasó la otra por su espalda y reanudó el baile.

—A mí también me gustas mucho –dijo Iván–, me gusta tu forma de ser, como no temes decir lo que piensas, como enfrentas las situaciones que no te gustan, justo lo que muchas veces me cuesta tanto manejar.

—No quiero ser la otra, o que me botes porque tu amor verdadero regrese ¿entiendes? No quiero vivir de nuevo esa desgracia.

—Confía en mí. Si Katrina regresara, por mucho que yo siga amándola hoy, no puedes saber cómo haya crecido nuestro amor. Además, nada sabes de lo que ella pueda sentir hoy por mí. Y sobre su bebé, no sé qué decirte, pero es poco probable que pueda interferir en nuestra relación, su problema sería conmigo y mi pasado, nada tiene que ver contigo.

«¿Qué hago?» se preguntaba Elisa en su mente «ya no puedo resistir más lo que siento por él, ¿será verdad lo que dice? Lo mejor será poner las cosas en claro desde un principio, así al menos ambos sabremos a qué atenernos.»

—Prométeme algo –dijo Elisa–. Si ella te contacta o aparece de alguna manera, quiero saberlo de inmediato, y esperaré lejos de ti a que tomes una decisión, por mucho que me duela. Jamás, escucha bien, jamás seré plato de segunda mesa.

—Lo prometo –dijo esbozando una cariñosa sonrisa.

—Y si aparece tu hijo, no me lo ocultes, porque detrás de él estará su madre, aunque tú no te des cuenta.

—También te lo prometo. ¿Te parece si cerramos el trato con un beso?

Sus labios se acercaron hasta rozarse suavemente. Se besaron lentamente, disfrutando del dulce sabor de sus labios, y luego poco a poco comenzaron a jugar con sus lenguas mientras se besaban. El aplauso a la banda por tan hermosa melodía, los hizo regresar a la realidad, pero aún de sus ojos brotaba el fuego de la pasión que los devoraba por dentro. Sin decir nada, Elisa lo tomó de la mano y salieron del local. Ambos se sentían de la misma manera, aquél deseo tan intenso no lo habían sentido desde hacía mucho tiempo. Iván detuvo un taxi, y se montaron apresuradamente. Elisa le dio la dirección de su pequeño apartamento, y mientras el chofer conducía, siguieron besándose.

Subieron las escaleras del edificio, como si fueran dos niños correteándose, hasta llegar a la puerta del apartamento de la mujer que había revivido el amor dentro de llamado compositor. Antes de entrar, ella bajó la mirada y luego la subió para verlo un poco nerviosa.

—Hace mucho tiempo que no he estado con un hombre, ¿sabes lo que significa?




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