Trataré de olvidarte

La verdad y nada más que la verdad

La pareja regresaba a su ciudad en auto y Elisa conducía. Nadie hablaba, cada uno de ellos estaba sumergido en sus pensamientos. Muchas cosas pasaban por la mente de ella, no entendía muy bien para qué él le había mostrado aquél momento tan doloroso, como lo fue la muerte de Katrina. Algo sí era cierto, tarde o temprano ella se enteraría que era viudo, y nadie le conocía esposa alguna. Sin embargo, había cosas mucho más delicadas que esa, Katrina había dado vida a una criatura, e Iván no sabía quién la tenía, o peor aún, si realmente le importaba el haberla entregado legalmente.

Ella se decía a sí misma «Aquel día que me contó todo su pasado con Katrina, como se había transformado en un monstruo, obligándola a huir, no me dijo nada sobre una criatura nacida del amor de ambos. Quizás no le pareció importante decirlo, o tuvo miedo de hacerlo. Cuando me lo contó todo, creí entenderlo, creí que era consecuencia de un pasado tormentoso, del cual Katrina no tenía culpa, y que ella lo había salvado. ¿Y esa foto en su billetera que significa? Qué mientras me amaba diciendo mi nombre, pensaba en ella. No, eso no puede ser ¿o sí? No, Elisa, claro que no, hubiera dicho su nombre y no el tuyo, nadie puede equivocarse en esos momentos. Siento celos de esa mujer, no es posible, Katrina estaba muerta hace cinco o seis años, ¿cómo puedes sentir celos de una persona que no existe? Pero los siento, ¿cómo puedo saber si aún la amaba mientras estaba conmigo? ¿Y esa criatura? Debe tener cinco años o menos, él simplemente dijo que la dio en adopción, más no si sabía quién la tenía. ¿Me guardara ese secreto todavía? No, él me dijo que lo de Katrina en aquél hospital era su único y mejor guardado secreto, pero con estos celos que me dominan ya no sé qué pensar».

En ese momento, el silencio fue roto por su amado, quién manteniendo la vista en el camino le habló melancólicamente.

—No recuerdo en que momento ocurrió todo, lo único que conservo en mi memoria es el rencor que sentí por Andrés, que sabiendo que yo no era muy fuerte, me dio una golpiza de la que no podía defenderme. Él siempre ha sido el más impulsivo de todos, pero fue tan cobarde como yo aquella noche. No voy a justificarme con eso, simplemente nos dejamos llevar e hicimos lo que hicimos.

»Jorge me llevó al hospital y no sé en qué momento regresé a mi habitación. Lo cierto que estaba acostado y muy adolorido. No sé qué hacía mi primo en ese momento, hablaba por su teléfono móvil, pero lo cierto es que sonó el teléfono fijo, y decidí contestar, recuerdo claramente lo que me dijo la mujer del otro lado del auricular.

—«Usted es el señor Iván Morete… Soy la detective Figueroa de la policía. Le llamo desde el hospital de La Caridad para informarle que su esposa acaba de ser identificada. Ella murió al llegar a urgencias. La mantienen vida debido a su embarazo, y necesitamos que venga. Sr. Morete ¿sigue allí? Sr. More…clic».

—En ese momento me sentí culpable de su muerte, vi que Jorge me estaba dando la espalda, me acerqué a la ventana y me lancé por ella. Quería morir para volver a verla y pedirle perdón. No morí físicamente, pero por dentro quedé destruido, y me convertí en el hombre que conociste al principio. Mi interior se fracturó y mi corazón se estrujaba de tal manera que me dolía. Sabía que había sido mi culpa, si no hubiese sido tan cobarde, ella se hubiese quedado en casa, mientras, en cambio, yo me hubiera ido lleno de ira.

—¿Qué soy yo para ti ahora? –preguntó Elisa sin dejar de ver el camino.

—No comprendo a que te refieres.

—Desde antes de conocerme, siempre has tenido una foto de ella en tu billetera, tú mismo lo dijiste en el hospital. ¿La seguías amando a ella mientras yo estaba en tus brazos?

—Cuando me conociste, ya no la amaba, aquella Katrina que conocí, yacía muerta en vida en un hospital, no sé si lo hacía por venganza o porque me sentía culpable de su muerte, más no porque la amara. Ese amor murió durante el año que Adrián desapareció de los tabloides. Estuve entre médicos, psiquiatras y psicólogos, y de alguna manera ese amor cambió por culpa.

»Recorté la cara de Katrina de una foto, la protegí con un plástico especial, y juré que cada día la vería para recordar que era mi culpa, y le decía «trataré de olvidarte». No se si lo decía porque la amara o no, o por la culpa de mantenerla muerta en vida después de tener a nuestra criatura. Era como si quisiera castigarla, culparla por lo que pasó, cuando en realidad fue mi cobardía la que la llevó a la muerte. Quería olvidar lo que hice, y ver su foto me parecía una manera de comprobarlo y castigarme al mismo tiempo.

»Antes de conocerte, era un hombre frío, que gustaba de llevar mujeres a mi cama, creía que eso me ayudaría a redimir mi culpa, pero no fue así. Pero aquella primera cachetada que me diste, estremeció mi mundo, me antoje de ti, sin embargo me di cuenta que no eras como el resto de las mujeres que se resbalan por un famoso.

—Te entiendo perfectamente, pero no me has contestado a mi pregunta, cuando estabas entre mis brazos, quién era para ti, Elisa o Katrina.

—De que vale decirte que mi corazón late por ti, Elisa, si por mucho que te diga que te amo, siempre pensarás que no es tuyo este sentimiento. No es tu nombre el que escuchas de mis labios cuando se intensifica nuestro amor, estando unidos nuestros cuerpos. ¿Acaso has escuchado otro nombre que no sea el tuyo? Si es así, dímelo, y buscaré la dueña de ese nombre para pedirle explicaciones y que no me aleje más de ti.

—¿Te atreves a componer una canción con mi pregunta? Eres un descarado.

—¿Por qué? Todo lo que dije es cierto. Dime una sola vez que en el clímax de nuestro amor haya dicho otro nombre diferente al tuyo, respóndeme ahora.

—Nunca, pero…

—No hay pero que valga. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. Katrina me sacó de una oscuridad terrible, y tú me has traído de vuelta a esa luz que creía perdida. Este amor que siento por ti me hizo ver la crueldad que estaba cometiendo con María y Gabriel, ellos sólo querían un final digno para su hija, y sepultarla como era debido.




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