- Iniciando secuencia de aterrizaje. Base Madre, Bienvenido a casa, Leynad. - La nave, con su bonita voz femenina anunciaba el regreso sin necesidad, pues Leynad se hallaba en la cabina de mandos, y podía ver perfectamente como las enormes compuertas del Cosmopárking estaban abriéndose para dejarle paso.
Aún así, como siempre, este agradeció el aviso.
- Gracias, Dalara. ¿Hora local? - Preguntó.
- Las 22:15.
- ooOhKei.
Mientras la nave completaba el proceso de aterrizaje, Leynad se desperezaba y terminaba de ponerse la ropa "de calle", que había dejado colgada en la silla del copiloto, una silla que rara vez ocupaba nadie, pero que le venía muy bien para estos menesteres. Dejó de prestar atención a la ventana de visualización exterior, y se acercó a la puerta, dispuesto a volver a la "vida normal".
La "vida normal" era normal para él, pero muy extraña para el 99,99% de los humanos vivos en su época, cuyas vidas normales, consistían en cosas muy distintas a la de Leynad. Él era un Descubridor de planetas, uno de los 38 descubridores activos que había en ese momento. O eso es lo que a él le gustaba pensar, porque en realidad, era mucho más.
La nave se posó suavemente sobre el suelo metálico del Cosmopárking y anunció el fin del viaje.
- Aparcamiento completado. Puedes salir, Ley.
- Gracias, Dalara. Volveré mañana a hacer algunas cosas. Mientras tanto, permanece en Stand By.
- Sin problema. Que vaya bien, Ley.
- Igualmente.
La nave abrió la puerta,y Leynad bajó de ella sin dificultad, con un pequeño saltito. Volvía de uno de sus comunes viajes de descubrimiento, que se había alargado 21 días, y volvía a la que había sido su casa desde que había nacido 33 años atrás: La Base Madre Interestelar de Otinev&Sorenti Space Industries, llamada comúnmente "La Bola OSSI".
La Bola OSSI era un enorme complejo espacial que desde la lejanía tenía forma de pelota oscura llena de lucecitas tintineantes, pero que de cerca, podía verse como un esferoide compuesto a base de pequeñas piezas de forma más o menos rectangular, que al formar un todo daban un aspecto de "bola pixelada" al conjunto. Tenía algo más de 27 Kilómetros de diámetro y gravedad propia, amplificada por uno de los inventos que perpetró su ideólogo y parcial constructor, que no era otro que el difunto padre de Leynad. Pese a su enormidad, su espacio vital no era excesivamente grande ni excesivamente cómodo... ni excesivamente alegre, ya que el 90% de la misma era pura y dura maquinaria. Una maquinaria que permitía que unas 2500 personas respiraran y trabajaran en su interior, parte de las cuales tenía allí mismo fijada su residencia, al menos durante un tiempo.
Es por eso que cuando Leynad se encontraba en algún planeta y le preguntaban donde vivía,solía responder "por ahí arriba". Esta respuesta era algo común entre las gentes que vivían en la Bola, pero sólo él, podía responder lo mismo cuando la pregunta no era "donde vives" sino "de donde eres". Tampoco era el único que había nacido en aquella base espacial, pero sí fue el primero en hacerlo, y también, el único que después no se había marchado a fijar su residencia en un planeta.
Y es que "La Bola" tenía exactamente la misma edad que él. La conocía como la palma de su mano, así que sabía que las 22:15, era hora de que los residentes estuvieran terminando la cena,y pensando en irse a dormir... los más conservadores, o pensando en ira tomar algo, los más vividores.
De sus compañeros Descubridores de planetas no parecía haber muchos, ya que sólo una nave, además de la suya propia, aparecía aparcada en el párking, unos 50 metros más adelante. Y además era uno de los nuevos, a juzgar por el número de identificación que se veía en el costado de la nave amarilla.
Leynad anduvo por el pasillo de desembarque, y se dirigió a la puerta de salida del aparcamiento, pensando si irse directamente a su cubo-hogar, o pasar antes por la Cantina, a ver que se cocía por allí. Al ir acercándose a la nave del "nuevo", sin embargo, empezó a escuchar voces, una de ellas femenina y otra masculina. La enormidad del cosmopárking junto a que estaba prácticamente vacío, amplificaba el eco y aunque las dos personas parecían estar hablando en voz baja, conforme se acercaba, cada vez los escuchaba mejor, y parecía que estaban teniendo una acalorada discusión.
- Te he dicho que me des tres semanas más. Otro viaje. Sabes que hay algo bueno en la zona que estamos vigilando. Has visto los mismos números que yo. Será lo mejor. - Escuchó decir a la voz masculina, con aire más o menos condescendiente, pero con voz dura y, si no juzgaba mal, algo encabronada.
- ¡No! - Respondió la voz femenina, sorprendiendo a Leynad, ya que ahora, esta voz no chillaba en susurros, sino que vociferaba a un nivel auditivo superior - ¡Ya está bien! ¡No voy a ir contigo otras tres semanas a perderme en el espacio, y menos aún te voy a esperar aquí!
Leynad esbozó una sonrisilla, parecía una discusión de pareja en toda regla. Las había visto peores. Por lo que fuera, a las parejas de los descubridores de planetas, no solía gustarles "La Bola" ni el viaje interestelar. Intentaban contratar sólo a solteros/solteras, pero inevitablemente, algunos conocían a alguien mientras estaban trabajando allí, o bien, habían mentido en las entrevistas/exámenes para acceder al trabajo.
Mientras Leynad continuaba andando sobre las rejillas humeantes del aparcamiento hacia la salida, las voces, seguían a lo suyo:
- Pero cariño... ten en cuenta que sin el dinero no podremos darle oportunidades, no podremos criarla bien. Y aún te quedan casi 3 meses para dar a luz. Sabes que si nos vamos mañana, estaremos aquí en 20 días. Pediré el permiso para anticipar la salida y nos marchamos los dos...
- ¡Que no! ¡Ve tú si quieres! ¡A ver quién te hace los cálculos! Yo me marcho a mi casa ahora mismo. ¡Me pienso ir en el Ferry de medianoche! Y si no te vienes conmigo, ¡ya veremos si te dejo venir más tarde! Como no estés cuando nazca, olvídate de mí y de ella, ¿¡me entiendes!?