Capitulo3
El Abandono y el despertar
Pero como historia, tenía un bache grande que superar, resulta que necesitó marcharse, de regreso a su nación y allí: por tres largos meses solo una llamada telefónica llegó al encuentro. Nunca me había sentido tan perdida, tan destrozada, tan incapaz, cuando sabia y podía hacerlo todo.
Se me habían olvidado mis habilidades para sostenerme, y hasta caminar me costaba. Y todo en cuanto pensaba era en él y que regresaría por mi pronto, porque quizás, estaba tan desesperado, como yo. Pero el tiempo pasó, e incluso a mí alrededor, encontraban raro tanto silencio. Solo me hallaba encerrada entre cuatro paredes, con única salida para labores obligatorias indeseadas. Y rodeada de moscones impertinentes buscando alimentarse de mi debilidad y sufrimiento. El tiempo solo puso un parche en mi herida, por donde aún existian escapes masivos de mi alma. Pero logré poco a poco, como al principio, adaptarme a vivir conmigo, pensando en su retorno siempre y extrañando su sobreprotector amor.
Desperté de mi sueño que quería fuese eterno. No era mío, nunca lo fue. No tenía ni la más mínima oportunidad de adueñarme de su vida como lo hizo con la mía. Jamás tuve el control, y cada palabra, solo era eso, sonidos articulados y perfectamente armados para confundirme. Si eso era el amor, era un asco. Una tremenda decepción para grandes poetas. Por esto solo escribiría dramas, nunca poesía. No podía rimar tanta miseria que nacía con cada bocanada de oxígeno.
Pero una tarde mi teléfono sonó incesantemente. La notificación era de mensaje y mi mente, aun atrapada, solo pensaba que sería un –Hola, estoy bien, perdona tanta demora, ya estoy aquí-
Pero no, resultó ser un viejo desconocido que trajo incluido, vestigios de mi pasado.