Capitulo6.
El primer beso real
Y entre lluvias y charcos, pasamos unos instantes que nunca podíamos haber planeado. Yo con mis inseguridades, hasta en mi peso, él con su autoestima de rascacielos. Perono encuentro otra frase para definirlo ´´era perfecto´´. No podía dejar de mirarlo y admirar como me permitía ser, como no tenía intenciones de cortarme las alas, que mi vuelo no le asustaba y aun así, también me sentía única y protegida, incluso más.
Tuve tantas dudas, pues no parecía real tanta amabilidad. Me recordó la educación que creía debía esconder para encajar, y podía incluso entenderme sin hablar, aunque el silencio no era su fuerte…( Luego me confesaría que eran los nervios.)Veía sus manos tan toscas pero tan tiernas y aun esperaba algo que me dañara como por instinto, pero el dolor se había tomado también vacaciones. Allí, solo había un alma tan perdida como yo.
De aquellos momentos, solo puedo recordar cuán rápido se empecinaba el tiempo en correr, cual fugitivo. Y a él insistiéndome en comer una comida típica del país y un plato de papas fritas, que atentaba contra la estabilidad de una dieta drástica impuesta por ´´mi misma´´, pero increíblemente deliciosas. Como suele pasar en novelas, dudo que algo se quedara en mi comisura labial, pero tampoco tenía como saber si era mentira, mientras, acarició suavemente mi mejilla y me entregó casi con un permiso sus labios. Absolutamente todo mi cuerpo participó en ese beso. Tanto tiempo tintineando al amor y nunca había sentido que me besaran el alma y pasó.
En un rato de tranquilad, puse mi cabeza sobe su hombro, que me parecía enorme, como su espalda, así como quien carga con toda la responsabilidad del mundo y sentí, que allí podía hacer una vida. Si no guardara tantos secretos, si realmente fuese mía. Aun no me enteraba de mi derecho de amar ni de ser amada.
Pero resbaló por su cuello el segundo beso hacia mis labios. Y ahí sí, todo se detuvo, el ruido de fondo, las palabras acompañantes, todo, simplemente desapareció… y justo delante de mí, tan solo divisaba sus labios y aquellos ojos ansiosos que esperaban una respuesta, que nunca hubo.
No tenía como explicarle, que solo escuchaba el latido de mi corazón en mis oídos, de que no estaba preparada para darle lo que sabía él se merecía o más. Él buscaba en mí, la mujer que ahogué años antes cuando me entregué a otro y ¿cómo revivirla, cómo decirle que podía salir, qué no apretaría más su cabeza contra el agua, que era libre de ser, de pensar, de vivir?
Aquel beso no congeló el alma, la desató, volvió tornados mis venas y despertó un volcán que creía dormido para toda la eternidad.