Travesía del Amor

El tornado


                                 Capitulo 10
                                   El tornado
Me encontré nuevamente en mi tierra, agobiada por cambios que ni entendía, mucho se había perdido y poco ganado, en una guerra interna que no parecía tener fin. Se luchaba contra un ente desconocido, que había ya acabado con nuestras fuerzas como médicos y que ahora arruinaba por completo mi descanso, confinándome nuevamente  a un encierro interminable. Mucho tiempo para pensar, en lo que haría si dependiese de mi un sistema, criticar desde lejos las decisiones que a mi entender, estaban mal tomadas y escuchar las opiniones de una masa descontenta y arruinada.
Pasaron meses, lo que había empezado como una proposición a la aventura, ya tenía apodo de compromiso. A través de conexiones, había logrado sentir estabilidad y tanta pasión, que me costaba colgar las caras llamadas. Muchas veces dormía mirando su rostro o teníamos conversaciones que rompían madrugadas, era lo más usual y emocionante del día.
Cada paso nos lo documentábamos, como para hacernos saber, que nada era igual mientras no estuviésemos juntos nuevamente, que los días, pasaban como por inercia y que todo nuestro mundo giraba en torno al otro.
Hablamos de niños y de sus nombres, de futuro, de metas, de propósitos. Se me hacía imposible no recrear un paisaje donde no sostuviese mi mano.
Muchas noches dormí tranquila entre lágrimas, por la necesidad de unos besos que por tan poco tiempo fueron míos. Pero, quién le pone rango a la efectividad de los espíritus. Minutos, horas, nunca lo catalogué, pues entendí que se me entregaba más de lo que nunca recibí.
Ya se abría paso otra semana, en días, debía volver, para retomar todo lo que aunque mi cuerpo lejos, nunca dejé, ni me abandonó. 
Me precipitaba a abrir unas ventanas para que me llegara algo de luz, cuando revisando mis notificaciones diarias…
Un número desconocido …
Reconocería esa letra, incluso detrás de los interlineados y cuerpo Calibrí estándar. 
Aquel resumen de ideas, tan difícil de descifrar, con vocablos intercambiados de lugar, ausencias, excesos y de más. Pero que llegaban con el mensaje que había esperado por tanto tiempo, en soledad y que trágicamente había desistido ya
. No lo leía, ya había adquirido la capacidad de recordar su voz en las letras:
-¿Hola, cómo estás?-
Tan simple, tan desinteresado en lo que pudo pasar. Allí estaba  en mi cabeza, taladrando en mi consciencia. Con un ´´Estoy de vuelta, no temas más´´.
Realmente no podría anidar sentimientos hacia él, ajeno a la rabia y el resentimiento, de haberme convencido, de que no necesitaba nada más que su presencia, para luego dejarme a mi suerte. No tenía otra definición más profunda de tortura, como criar a un pescador y luego soltarlo en el desierto. Pero en parte entendía, que no era culpa de nadie más que mía, que solo me tocaba dar la cara y hacerle entender, que había cambiado, crecido, evolucionado, madurado. Y que no me interesaba  retornar a su juego.
Comprendía  que quizás le debía una explicación clara. Que debía pagar su antigua protección con respeto. Y comunicarle que su olvido, solo me trajo dicha. Lo planeé mil veces en mi mente, hasta escribí mil mensajes que nunca salieron de borrador.
Pero  me conocía aquel torbellino. Cómo había llegado a entender hasta mis silencios, realmente me había observado tanto, que sabía las palabras que usaba cuando estaba enojada y pretendía que no. Anotaba cuidadosamente mis manías y  aquellos caprichos q yo  me obligaba a cumplir. Como un arma secreta había sacado su mejor anzuelo, me recordaba cuánto amor me había entregado. Solo veía la carnada de oro y aquel  palacio de comodidades que estaba a mi disposición. No me haría preguntas, no habría reproches, hasta se culpaba y aceptaba su error, el no dar señales de vida, pero nunca de olvidarme:
-Porque te amo.
Repitió esa frase par de veces, sin descaro. Aquello que tanto anhelé en años y nunca había pasado. Y caóticamente solo llegaban a mí los buenos ratos, escudriñé en cada imagen y ya había logrado tapar el dolor que me había causado.
¿ Pero qué derecho tenia después de haberme abandonado, de ofrecérmelo todo, hasta escaparnos. Sin mirar a atrás, sin pasado?.
Por suerte la distancia era el catalizador más efectivo a sus palabras, con menos espacio, quizás no lo hubiese pensado y correría nuevamente a él. Sus frases solo taladraban un sabor de culpa inesperado, toda su versión sonaba increíblemente genial y con más altas que bajas. Parecía que todo aquello negativo lo podía hasta haber inventado para seguir siendo la protagonista de alguna que otra historia. Era el efecto de sus conocida manipulación.
Coincidía que debíamos vernos y decidir qué hacer con la llave de la cerradura de mi celda, según él siempre abierta.



#22054 en Novela romántica

En el texto hay: romance

Editado: 10.09.2021

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