Capitulo 12
Destino o Futuro
Allí estaba yo, por fin era la chica que deseaba ser, envuelta en un perfecto vestido rojo, que llegaba a mis pies y se confundía entre la arena de aquella playa inmensa. Había tenido la sensación de un paraíso semejante. Todo cuanto alcanzaba mis ojos era indefinidamente precioso. La brisa alocada se enredaba en mis cabellos y el mar inmenso chocaba con el cielo justo en el ocaso eminente. Tenía tanta percepción de cada detalle en mí, que me parecía había salido de mi cuerpo y me avistaba desde un local tranquilo y externo.
Aquella aventura era parte de un pasado que me gustaba recordarme, desde donde incluso inventaba leyendas y no era más, que una princesa que escapó del ogro mal humorado y ella misma se abrió paso hacia su príncipe azul.
Pareciese que me golpeaban los años con pétalos de rosa y decidían ser condescendientes con mi forma física. Aun sentía las energías disputandose por salir corriendo detrás de un sueño inventado, sin mirar atrás.
Pero una vocecita se unió a mi agradable observación, insistía de lejos y aunque la reconocía, no veía, como podía alguien más formar parte de mi nirvana. Me faltaría concentración, y en aquella playa, alguna familia también disfrutaba de unas vacaciones o quizás, quizás…
Volteé despacio como el girasol en busca del sol cada mañana, y ante mí, unos rizos preciosos corría a mi encuentro y como alga de mar se pegaba a mi pierna
-Mamá
No tuve nunca más que cerrar los ojos para imaginar perfecciones.
Lo tenía todo. Aquellos ojos café intensos, que miraban la vida, quizás tan solo hacia un par de años, eran una copia de una mezcla inédita. Sus manitas pequeñas señalaban a donde se me perdía la vista y justo de allí, salía un hombre, ya maduro, pero con el mismo carisma y la hermosa sonrisa de aquel joven que me enamoró tan perdidamente mientras me enseñaba a amarme a mí misma.
Llegó, delicadamente, como la primera vez, besó mi mejilla, tomó nuestras manos con solo una de las suyas, mientras la otra se perdía en mi vientre redondamente hinchado.
-Ya casi llega nuestra estrellita-
Y te vi ahogar una ligera mueca de satisfacción plena, de esas que queremos ocultar, para que la envidia no nos robe nuestros mejores momentos.
Ya no lograba verme sola, ni lo necesitaba, porque ser, estaba implícito en formar parte importante de aquella gran legión que crecía y donde claramente, se fortalecía un amor verdadero, que estaba destinado, entre tanta gente, sobrepasando el tiempo, con tantos mundos, con tantos universos… a encontrarse.