Travesía [pasajeros #2]

Capítulo 5

—¡Rápido! —le indicó Dylan a James al momento se hincarse al lado de Scott, quien ya había caído al suelo casi sin fuerzas—. ¡Vendas, alcohol, lo que haya! 

James y Cooper fueron los encargados de acudir a la mochila del muchacho, que estaba tirada del otro lado de la habitación, y al abrirla tuvieron que sacar todo lo que había en su interior. Había vendas, así como una botella de alcohol, junto con parches, cinta blanca y también algunas jeringas. 

—Aquí tienes —dijo Cooper, yendo hasta donde Dylan estaba.

Scott tenía el abdomen lleno de sangre, pero la herida no estaba en ese lugar. En cuanto Dylan logró recostar bien al Pasajero, abrió su camisa y encontró rasguños inmensos y de gran profundidad a lo largo del costado izquierdo. La sangre salía a montones.

—Jesucristo —soltó Dylan—. Bien… bien… 

—¿Qué necesitas? —James llevó todo lo que había en la mochila y se arrodilló al lado de Dylan y Cooper.

—Necesito dos personas aquí conmigo —dijo Dylan—, así que ustedes dos ya forman parte de la operación. Los demás… en serio, les pediré que se mantengan un poco apartados. Si alguien le tiene pavor a la sangre, por favor…

—¡Yo le tengo pavor a la sangre! —exclamó Cooper, haciéndose hacia atrás. Estaba pálido. Haber visto el cuerpo de Scott en esas condiciones había bastado para provocar nauseas en el Pasajero—. ¡Lo siento, lo siento! 

—Yo lo haré —Miranda se colocó al lado de James y frente a Dylan—; ¿qué tanto tenemos?

—Vendas… 

—Necesitamos algo con qué suturar la herida. No tengo el hilo de cobre, ni los analgésicos para mantener a Scott dormido. 

—¿Quién los…?

—Hay un walkie talkie en mi mochila —Dylan señaló una de las bolsas delanteras—. Sácalo. Selina tendrá que ayudarnos.

—¿Quién es…?

—¡Sólo haz lo que te digo! 

Ni James ni Miranda se movieron. Fue Dianne la que tomó la mochila que estaba en el suelo, y buscó a ciegas en su interior hasta sacar un radio de color negro. Se lo aventó a Dylan, quien lo tomó en el aire, y al hacerlo, alzó la antena y oprimió el botón para poder emitir algún mensaje.

—¿Selina? Adelante. 

No hubo respuesta. 

—¿Quién es Selina? —murmuró Cooper. 

—¿Selina, estás ahí?

Dylan ya se mostraba un poco preocupado. La tensión del momento parecía no ser suficiente. La mano con la que sujetaba el walkie talkie estaba firme, pero la otra, que estaba sobre la herida de Scott, temblaba bastante. ¿Tenía miedo? ¿Aquella chica, Selina, significaba tanto para él? 

¿Dylan? 

El muchacho soltó un suspiro demasiado profundo. ¿Acaso había aguantado la respiración todo ese momento? 

—¿Está todo bien? —preguntó.

¿Dónde demonios estás? ¡Sólo a ti se te ocurre correr como Rambo en la jungla, buscando ejercer…!

—Selina, Selina —Dylan titubeó—; encontré a los que llegaron a la Isla. Están aquí conmigo. Un raptor nos atacó…

¿Raptor, dices? ¿En esta zona de la Isla?

—Suena demasiado ilógico, lo sé; en los mapas no concuerda. Necesito que vengas. Hay alguien herido gravemente.

¿Dónde están?

—En el puerto.

Voy para allá.

Dylan apagó el walkie talkie, y volvió a concentrarse en mantener la herida de Scott bajo presión. Tanto él como James tenían ambas manos con las vendas que había en la mochila. Si Selina no llegaba rápido, se arriesgaban a que Scott perdiera la vida. 

¿Cómo había sucedido aquello? ¿Por qué un raptor había atacado? Más bien, tres de ellos. ¿O habían sido cuatro? Dylan parecía bastante confundido. Sólo en una ocasión lo habían atacado, o en dos, pero eso había sido mucho tiempo atrás, la primera vez que llegó a la Isla. Sin embargo, la situación había cambiando. Él era el líder, él era el responsable de todo lo que sucedía en su interior. Se le tenía prohibido a toda criatura del Triángulo atacar al Heredero del mismo. Se suponía que era intocable.

Se suponía.

Si Ben había comenzado aquél caos, entonces una larga jornada le deparaba a él y a su gente. La pregunta era si los Pasajeros formarían parte de aquella travesía.

—¿Todo en orden? —James rompió el silencio.

—¿Orden? —le espetó Miranda—. ¡Tu amigo se está muriendo y…!

—Esos raptors no son nada, comparándolos con las demás criaturas que hay en la Isla —terció Dylan, mirándola—; si Ben comenzó el desequilibrio en el Triángulo, hay una fina línea entre el orden y el caos tanto aquí como en el mundo real. No podemos dejar que salga. 




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