Selina dio un brinco y cayó justo en un charco de lodo, pero esto no pareció importarle a la chica en absoluto. Hizo un ademan para que los Pasajeros restantes la siguieran, y siguió con su camino hacia el frente.
—Esto es alentador —dijo Cooper—. Caminando en medio de la jungla.
—Deja de quejarte, amigo —le dijo Han, caminando a su lado—, si ella dice que por aquí es el camino, entonces no hay de qué preocuparnos.
—¿Confían tanto en mí? —comentó Selina desde el frente.
—Llevas mucho tiempo aquí —respondió Han—, mucho más que nosotros, a decir verdad. Confiaré en cualquiera que conozca esta Isla.
Selina, sin voltearse, respondió:
—Ben también la conoce. ¿Confiarías en él?
Sin esperar respuesta por parte del oriental, la chica siguió hacia el frente. Han, en cambio, se detuvo de golpe, casi avergonzado por sus palabras. Luna y Dianne, riendo por lo bajo, pasaron a su lado y siguieron a Selina.
—Te abatió, viejo —se rió Cooper, siguiendo su camino.
La selva que los rodeaba tenía un aspecto húmedo, verde, y lleno de ruidos extraños. Selina decía que podían ser insectos, mientras que Luna, que ya conocía algo del lugar en el que estaba, sugería que en realidad eran animales de tamaño pequeño. Sin importar lo que aquél par dijera, Dianne, Cooper y Han parecían preocuparse por las respuestas que se les estaba brindando.
El camino que estaban tomando se tornaba un poco difícil. Al principio, al salir de la Fortaleza, el suelo era firme, y los obstáculos que podían aparecer no superaban un tronco caído o un charco de gran tamaño. Ahora todo había cambiado. Selina debía pisar firmemente por uno de los costados de la vereda para así asegurarle al resto que todo parecía seguro. En una ocasión, tuvieron que usar un tronco como puente entre un pequeño risco a lo alto de un monte.
—¿Qué estamos buscando? —preguntó Cooper después de un par de horas.
—Una caverna —respondió Selina—. Ahí encontraremos un portal. Así será más sencillo movernos en dirección a la Nueva Colonia.
—Esperemos que sea así —dijo Dianne—, el camino se está convirtiendo en una pesadilla.
—¡No has visto nada! —Selina dio un brinco, saltando por encima de una grieta grande, y esperó a que el resto de los Pasajeros siguiera sus pasos—. Al sur de la Isla, a unos kilómetros de donde ustedes llegaron, están los glaciares, y créeme, por ahí es imposible pasar.
—¿Alguien lo ha logrado? —Cooper dio un brinco y logró caer sobre la tierra, seguido por Luna.
—Owen, en muchas ocasiones —respondió Selina—, y Dylan, en sólo dos.
—¿Quién querría pasar por un glaciar? —farfulló Han, mientras ayudaba a Dianne a dar el salto. En cuanto ella llegó al otro lado, él se armó de fuerza y brincó sin correr. Por suerte, cayó a un lado de Cooper.
—La misma razón por la cuál nosotros estamos en esta Travesía —respondió Selina, prosiguiendo el curso de la misma—, evitar un peligro mayor.
—Cuando mencionamos a Dylan frente a Owen… —murmuró Dianne, acercándose a la líder del grupo—, bueno… pareció como si hubiera pasado algo entre ellos dos.
—Como una pelea o… no sé, alguna separación —añadió Cooper.
—¿Owen es… familiar de Dylan o algo así?
Selina no respondió. Se detuvo en seco y giró un poco la cabeza. Su semblante se había puesto serio, y la mirada estaba perdida en el camino que había en frente. La jungla seguía su curso.
El silencio por parte de la chica dio a entender que era algo complicado.
¿Qué situación había pasado ahí, entre aquellas dos personas? Dylan, el actual líder de la Isla, y Owen, alguien que prometía tener un pasado interesante. Quizás el heredero del Triángulo sabía cosas que Selina no, o al revés. Tal vez Selina sabía la verdadera historia y no quería compartirla con los demás. O muy en el fondo, yendo más lejos, Owen no quería volver a la Isla porque había tenido una pelea con Dylan. ¿Y si era así?
Después de un rato, Selina volvió a detenerse. Seguían por el sendero, sin embargo, en uno de sus costados había un camino trazado hacia una caverna.
—¿Dentro de esa cueva hay un portal? —soltó Cooper—. Eso está muy cool. ¿Pero…?
—Debemos apresurarnos —terció Selina—, el sol se pondrá pronto. Si Liam estará esperándonos del otro lado, necesitamos llegar rápido.
Ella fue la primera en entrar, seguida por Luna, y después Han. La entrada a la caverna tenía unas piedras grandes como escalones para internarse en la oscuridad. Por fortuna, el grupo llevaba linternas para aquella situación.
—Cuidado aquí —les advirtió Selina—, hay un agujero en el suelo.