Travesía [pasajeros #2]

Capítulo 19

Antes de jalar el gatillo, Owen dio un par al frente. Tal vez de ese modo, su adversario retrocedería ante el peligro inminente. 

—¡MATA A ESA COSA! —bramó Johnson.

Owen no necesitó escuchar la orden dos veces. En cuanto la mujer extraña dio un paso al frente, disparó el arma. 

La bala impactó en el rostro de su atacante, y debido a la magnitud del disparo, la mujer giró la cabeza. Ese había sido todo el daño. No causó más. Sin embargo, la rabia y el enfado que ahora sentía la obligaron a soltar un chillido aún más sonoro.

—Rayos…

La mujer golpeó a Owen con su brazo, y éste fue impulsado por la fuerza del ataque. Voló por los aires hasta el otro lado de la habitación, donde cayó encima de un librero, tirando todos los libros al suelo, y dejando al hombre fuera de combate. 

La mujer comenzó a correr hacia la puerta de entrada, obligando a Chase a quitarse del camino. De una patada abrió ambas puertas, y en cuanto pasó al pasillo, soltó otro chillido. Del otro lado había dos o tres agentes de fuerzas especiales, que comenzaron a abrir fuego contra la criatura. 

La mujer se inmutó rápidamente. Dio un par de brincos, impulsando su cuerpo con las paredes, y en menos de diez segundos, los soldados de fuerzas especiales ya estaban en el suelo, con cortes bastante profundos en la garganta, pecho y cara. 

Owen se levantó de golpe, y fue directamente al armario donde Johnson tenía todas sus armas. Sin siquiera dudarlo, tomó una escopeta y se dio la vuelta. 

—¡ESA COSA NO SE MURIÓ! —soltó Johnson, dejando el cuerpo de Hellen en el suelo y siguiendo los pasos de Owen.

—Por supuesto que no —terció él—. No iba a ser tan sencillo.

Avanzó por la oficina hasta llegar a la entrada, y antes de proseguir se dirigió a Chase. No podían arriesgarse. No podían dejar que la mujer saliera de la MI6.

—Necesito que cierren todo —le ordenó—. No sé a quién demonios tengas que llamar, pero quiero el recinto cerrado, todas las cámaras prendidas. No quiero que esa mujer salga de aquí.

—Yo… esto… sí —Chase se levantó a trompicones, pero logró mantenerse erguido, y al seguirlo por el pasillo, tomó una de las radios que traía uno de los soldados de fuerzas especiales muerto, y comenzó a hacer las peticiones a los de seguridad.

—¿De dónde demonios sacaste el tono de Clint Eastwood? —Johnson, cojeando, llegó hasta donde Owen iba. 

—Era el jefe de seguridad, en la Colonia, allá en la Isla. Hace muchos años.

—¿Jefe de Seguridad? —se bufó Johnson—. ¡JA! Se te da bien, con razón los músculos. 

Owen, ignorando las burlas de Johnson, se colgó la escopeta a la espalda, y comenzó a correr. ¿Hacia donde se había dirigido la mujer? 

—¡Escaleras abajo! —indicó un hombre que estaba en el suelo, en el cruce con el corredor.

Traía un rasguño enorme en la pierna, y la sangre ya manchaba el suelo en su totalidad. Sin duda había pasado por ahí. 

Owen se arrodilló a su lado, sostuvo sus manos con fuerza y lo ayudó para hacer presión sobre la herida. Sin duda alguna, Owen sabía de primeros auxilios, y quizás no era la primera vez que se enfrentaba a algo así.

—¿Quién demonios era esa cosa? —preguntó Johnson cuando iniciaron el descenso rápido por las escaleras del recinto.

—Esa criatura horripilante que viste en tu oficina se llama Aurora —explicó Owen, mirando con atención las escaleras—. Hija de Pandora, una habitante de la Isla que hay en el Triángulo de las Bermudas.

—¿Qué?

—Pandora exilió a su hija hace muchos siglos —Owen ignoró el comentario de su compañero—, la condenó a permanecer enterrada en una de las Pirámides de Egipto. ¿Por qué crees que fueron construidas en primer lugar? La Pirámide de Keops. ¿En qué dimensión? Sólo pocos conocían su ubicación exacta, y supongo que Ben es uno de ellos. 

—¿Y para qué demonios sacó a esa… esa cosa? 

—Si lo supiéramos, estaríamos un paso adelante, o dos. ¿Tienen escopetas de energía en esta dimensión? No he visto ninguna desde que llegué. 

—¿Escopetas de…?

—No, no tienen —Owen tomó la suya entre las manos y al llegar al corredor de la planta baja, recargó la munición—. No estaría mal pedirle unas cuantas a Chuck.

—¿Quién demonios es Chuck?

—¡ABAJO! 

Owen alcanzó a empujar a Johnson en el mismo segundo en el que el cuerpo de uno de los agentes de seguridad volaba por los aires en dirección suya. En cuanto Owen se percató de lo que sucedía, corrió en dirección del peligro.

Unos días atrás, Owen había recorrido esos mismos pasillos, y corredores, para rescatar a Allori de las garras de la MI6. Todo había estado tranquilo y en orden en ese momento, hasta que James llegó y disparó por doquier para brindarle una oportunidad a los suyos de escapar. Ahora todo lucía totalmente diferente. 




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