Owen seguía observando los rasguños que había dejado Aurora en la escena del crimen. ¿Cómo era eso posible? ¿Cómo una persona era capaz de crear portales por su propia cuenta?
El portal estaba frente a él, y Aurora lo había cruzado.
—Muy bien —suspiró Owen, rascándose la barbilla y levantándose para dirigirse a Johnson—. ¿Cómo vamos?
Johnson estaba detrás de él, hablando por teléfono, y en cuanto Owen lo encaró, terminó su llamada.
—…sí, gracias —apretó un botón del celular y lo guardó en su bolsillo—. La entrada a la MI6 será por el estacionamiento, y las entradas de atrás, tendremos asegurado el lobby.
—Perfecto, no podemos dejar que todo el mundo haga de esta zona un museo paranormal —musitó Owen—. ¿Cuántas bajas?
—Veinticinco, contando a la Pasajero del Atlantic —dijo Chase.
El muchacho estaba detrás de ellos, anotando algunas cosas en su tablet, y escuchaba con atención todo lo que decían.
—Eso es demasiado —terció Johnson—, no podremos encubrir todo esto.
—Ese trabajo es de los directivos, nosotros tenemos algo más grande en nuestras manos. Necesitamos seguir a Aurora.
—¿A esa loca? —soltó Chase.
—¿Acaso estás demente? —le atajó Johnson—. No pudimos ni hacerle un rasguño, las armas que tenemos no disponen del suficiente daño para…
—No tenemos armas de la Isla, tampoco —lo interrumpió Owen—. Pero por el momento, debemos seguirle los pasos, intentar salvar las vidas que están en riesgo.
Sin esperar una respuesta de sus compañeros, Owen solicitó armas, un par de mochilas equipadas con baterías, radios, incluso alguna computadora que pudiera servir, y luego se dedicó a observar con atención el portal que la mujer había abierto en el suelo.
—¿Conocías a… esta Aurora? —le preguntó Chase.
Johnson había puesto los ojos en blanco, estaba claro que no quería sumarse a la persecución de aquella extraña entidad maligna.
—No, sólo había escuchado su historia —dijo Owen—. Pero sí conocí a su madre, Pandora, mucho tiempo atrás, en el Triángulo. El chico y yo tuvimos que llevar a cabo todo un viaje, a través de las dimensiones y los tiempos, para poder liquidarla.
—El chico, el chico —se bufó Johnson—. ¿Por qué no llamas a esta persona por su nombre? ¿Qué acaso están peleados? ¿Es tu hijo?
Owen frunció el ceño.
—No, Dylan no es mi hijo —murmuró—. Dylan es el actual líder de la Isla que está en el Triángulo de las Bermudas.
—¿Saben? —dijo Chase—. Es demasiado para mí.
—¿Por qué te refieres a él como si hubiera una pelea de por medio? —inquirió Johnson, cruzándose de brazos—. ¿Acaso le tienes rencor? ¿Quisiste alguna vez su puesto en esta famosa Isla?
Owen suspiró.
Las ganas que tenía de atrapar a Aurora eran casi las mismas que sentía de golpear a Johnson. Respiró tranquilamente, y voltearse para mirarlos, exhaló el aire que había mantenido dentro de su cuerpo durante algunos segundos. Recordaba con exactitud el por qué hablaba así de Dylan. El por qué sentía un gozo enorme al pensar en él, y al mismo tiempo, una nostalgia de gran peso.
—Dylan está haciendo las cosas bien —se limitó a decir—. Ahora, tenemos que hallar el modo de liquidar a Aurora.
—¿A dónde creen que lleve ese… portal? —musitó Chase.
—Lo averiguaremos pronto —indicó Owen—, ya vienen nuestras cosas.
Del otro lado del lobby se aproximaban dos guardias de seguridad, cargando unas mochilas, un par de escopetas, y un par de bolsas con municiones.
—¿Vamos… a… a… a… atravesar esa cosa? —titubeó Chase.
—En efecto, niño —Owen tomó su mochila, la colgó en su espalda, al igual que la escopeta, y le dio una palmada a Chase—. Espero que estés listo.
—Yo… no, no puedo hacerlo, tengo… cita con el dentista.
—Tus dientes pueden esperar, el universo no —sin hacerle caso, tomó la mochila que le tendían los demás, y de un empujón, impulsó al muchacho para caer en el agujero donde una hora antes había estado el cuerpo de Aurora, refugiada bajo el candelabro.
Chase cayó de frente, y colocó sus manos sobre su cuerpo para intentar amortiguar la caída, pero al instante en el que su cuerpo tocó los rasguños de Aurora, éste fue succionado por la manta que se había arañado. La línea dimensional había abierto sus puertas hacia un nuevo camino, y Chase había entrado en él.
—¿Qué es lo que…?
—Chase está bien —declaró Owen—, quédate tranquilo. En unos segundos más iremos nosotros. ¿Estás listo?