Travesía [pasajeros #2]

Capítulo 23

Owen fue el primero en llegar a la Pirámide de Keops. El sitio estaba casi abandonado, y el poco movimiento que había se debía a los fuertes vientos que comenzaban a golpear la zona arqueológica. 

Se sentía un poco cansado, pero el descanso tardaría en llegar. El tiempo era crucial, y si no se apuraban, Aurora sería capaz de no sólo cometer más asesinatos, sino comenzar un viaje entre dimensiones, lo que haría mucho más difícil su captura. Aquella mujer era capaz de todo.

—¿Cómo sabemos si ese demonio está aquí? —terció Johnson en cuanto le dio alcance.

—Está aquí —indicó Owen—. Entremos.

—Chicos —Chase apenas llegó a la Pirámide de Keops—, chicos… ¿no es demasiado riesgoso entrar sin un equipo de respaldo?

—Nosotros somos el equipo de respaldo —Owen ignoró las advertencias de seguridad que se habían colocado en días anteriores y entró por uno de los conductos de la Pirámide de Keops.

En su interior, justo en el pasillo principal, había varios listones que prohibían el paso a cualquier turista curioso que quisiera pasarse de listo. Owen dio un paso al frente, y se agachó para poder cruzar sin ningún problema. 

Descendió por las escaleras hasta toparse con un pasillo lo bastante extenso. El aire que se respiraba ahí era muy diferente, y Owen lo sabía. No era aire. Era un hedor diferente. Algo que tenía bastante sin respirar.

—¿Alguna vez vieron la Momia? —susurró Chase, detrás de él.

—Max hace ese tipo de comentarios, no es agradable —respondió Owen, avanzando sin siquiera molestarse en responder a su pregunta.

—No soy cinéfilo —se defendió Chase—, sin embargo… quedé con traumas gracias a esa película. Ahora puedo decir que la estoy viviendo en su máximo esplendor. 

—No seas collón —le espetó Johnson.

—¡Atentos!

Owen se detuvo en el siguiente cruce. Había varios cuerpos de agentes especiales de la MI6, así como zarpazos en las paredes y en el techo del pasillo. La sangre sobre ellas se veía muy fresca, como si un niño chiquito hubiese pintado con una enorme brocha por todo el lugar.

—Está cerca.

—¿Qué… qué… demo… demo…? —Chase se detuvo en seco e intentó retroceder, peor Johnson se lo impidió.

—Toma el hacha —le indicó Owen.

Varios de los hombres aún traían sus armas enfundadas, así como varias palas, y hachas, regados por los suelos. Aurora los había tomado por sorpresa. ¿Qué posibilidades tenían ellos, que eran un grupo reducido?

En el corredor siguiente había un par de señalamientos, escritos en otro idioma. Entre ellos, una puerta que había sido sellada.

—¿Qué demonios dice? —se quejó Johnson.

—Esta zona está cerrada al público —observó Chase—. Es una cámara no explorada.

—Pues retirada, andan…

—Detrás de esta puerta hay un camino que nos dirigirá directamente a la conexión con la Isla.

—¿Cómo sabes eso? ¡Jamás has estado aquí! —le espetó Johnson.

—¿Cómo están los indicadores de calor? —le preguntó Owen a Chase.

El novato bajó el hacha que había tomado del suelo, y se dispuso a sacar su tablet, así como el aparato de detección de temperatura. 

—Está alto —dijo—. Del otro hay demasiada energía… ¿No deberíamos…?

—No tenemos tiempo para llamar a los especialistas, estamos solos.

Owen no esperó a que Johnson o Chase le respondieran. Tomó su escopeta, y de un tiro limpio y directo, rompió parte del seguro que se había puesto en la puerta de la cámara. Se produjo un ruido seco, así como una brisa de viento arenoso, seguidos de un chillido agudo de una mujer, no tan lejos de ahí.

—Se enojó la dueña del lugar —Johnson sacó sus armas y quitó el seguro de ellas.

—Chase, necesito que seas rápido —le indicó Owen, mirándolo a los ojos—. Quiero que cortes la rama.

—¿Rama? ¿Qué rama?

—Toma el hacha, y busca una especie de raíz que irradia luz —le explicó—. Esa ramificación nos conecta directamente con el Árbol Milenial, que está en la Isla.

—¿DE QUÉ DEMONIOS ESTÁS HABLANDO? —chilló Johnson—. ¡Estamos a punto de ser asesinados por una mujer, y tú estás hablando de árboles míticos! 

—Este Árbol es lo que le da la vida al universo mismo —le atajó Owen—. El Árbol es el inicio de la existencia, y la Pirámide en la Isla es su fuente de vida. Ambos están conectados; sin uno, no puede existir el otro. 

—¿Y eso de qué nos va a servir? Perdóname pero no puedo permitir que destruyas una pirámide… 




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