Antes de poder hacer alguna otra cosa, Owen jaló el gatillo de la escopeta. Había sido demasiado tarde, ya que Aurora, o Pandora, dio un salto ofensivo en contra de sus adversarios, y la bala sólo le rozó la pierna. En un intento desesperado por esquivar su ataque, Owen volvió a empujar a Johnson, y luego se arrojó a sí mismo al suelo.
En cuanto Aurora golpeó lo que quedaba de la puerta de piedra, ésta de derrumbó al instante. Owen no esperó ni un segundo más, y disparó su escopeta contra el cuerpo de la mujer mientras ella desaparecía bajo el rellano y se internaba a la oscuridad.
—Demonios, demonios, demonios —soltó Johnson al levantarse.
Owen se paró con rapidez, sacó la radio de su bolsillo trasero, sacó la antena que tenía y comenzó a emitir.
—¿Chase? ¿Estás ahí?
—¿Qué sucede? Cambio.
—Aurora, o Pandora, ya no sé quién es quién, va para allá.
Unos chillidos se escucharon del otro lado de la emisión.
—¿Qué? ¡Acaso…!
Owen apagó su radio, bajó la antena, y la devolvió a su bolsillo. Alzó la escopeta y entró a lo que quedaba de la nueva cámara.
—Dejemos que grite un rato.
—¿Qué? —le espetó Johnson—. ¡Así lo encontrará más fácil!
—Igual que nosotros, andando.
El interior de la cámara no era más que un corredor demasiado extenso que recorría de forma descendente el resto del pasillo. A partir del cruce, se encontraron con un mundo de escaleras, que iban de un lado a otro, de arriba para abajo, y extrañamente, de abajo para arriba.
—¿Qué es este lugar?
—Muy en los interiores de las pirámides, el ser humano intentó recrear la Pirámide central de la Isla —explicó Owen, alumbrando lo que había al alcance con su linterna, que iba por encima de la escopeta—. Sí, Pandora construyó las primeras para enterrar a su hija exiliada, pero en el resto de las dimensiones… bueno, la orden era mantener las construcciones lo más fieles posible a la Pirámide real.
—Entonces hay una Pirámide en la Isla.
—Es correcto.
—¿Y esa Pirámide qué es, qué hace o qué?
—No es un edificio de gobierno —le explicó Owen, comenzando a bajar uno de los tantos miles de escalones que recorrían el lugar—. El Árbol Milenial es el centro de la Isla, sin embargo… tiene una conexión con la Pirámide, la cual se considera como el corazón del Triángulo.
—Puras tonterías.
—Eso dicen todos —Owen lo ignoró—, sin embargo, aquí tenemos la prueba.
—Me estás diciendo que el conjunto de las Pirámides de Giza, así como otras pirámides del mundo, fueron construidas basándose en un monumento universal que resultó ser el corazón del punto más enigmático de la Tierra. ¿Cómo puedo creer esas tonterías?
—¡No es un monumento!
—¡Chicos!
Chase apareció en uno de los cruces que tenían unas escaleras con otras. Se le veía un poco nervioso, bastante pálido, y cansado. Seguramente había estado corriendo por horas.
—¿Encontraste algo?
—¡Una loca psicópata y homicida me está siguiendo! —bramó Chase—. No tuve tiempo de buscar.
—Sigamos descendiendo —indicó Owen—. Tal vez al fondo encontremos…
Aurora apareció por encima de ellos, saltando por los aires. Owen reaccionó y alzó la escopeta para propinarle un disparo al pecho de la mujer. El disparo dio en el blanco, y la mujer cayó a unos cuantos metros de donde ellos estaban. Necesitaban apurarse.
—¿Entonces qué demonios pasa? —bramó Johnson mientras corrían por los escalones restantes a lo largo de la cámara. Frente a ellos estaba la entrada a un extenso corredor que Chase alumbró con su linterna—. ¿Quién es Pandora? ¿Quién es Aurora? ¿Quién es Dylan?
—Pandora es la madre de Aurora —respondió Owen, metiendo más cartuchos a la escopeta—; exilió a su hija de la Isla, y la enterró viva en las Pirámides de Giza. Ya te lo expliqué. Sin embargo… creo que nada de eso ocurrió realmente.
—¿El qué? —preguntó Chase.
—Creo que Pandora usó a su hija como un seguro de vida. La enterró con vida, maldiciéndola, con una especie de… ¡qué sé yo!, pero al morir, Pandora podría volver a la vida en el cuerpo de su hija.
—Disparates —terció Johnson.
—¡Díselo a ella! —gritó Chase.
A espaldas de ellos apareció Aurora nuevamente, con ambas manos en forma ofensiva, con las uñas listas para atacar. Owen volvió a empujar a sus compañeros, y al caer al suelo, disparó dos veces. Las balas cumplieron su objetivo, impulsando el cuerpo de su atacante, que golpeó la pared a sus espaldas.