El grupo de Pasajeros llegó a los pocos minutos después de que Dylan y Selina hubiesen arribado al risco. James, aún con el miedo dentro de su ser, necesitó de varios minutos solo, sentado sobre el borde, para poder relajarse y mantenerse apacible para lo que iba a pasar después.
—Sólo dejémoslo descansar —les indicó Dylan a los demás—, acaba de pasar por un gran trauma.
—¿Crees que pueda pasar? —preguntó Dianne—. No sé si…
—Claro, adelante.
Dylan conocía a la perfección lo que James estaba pasando. El hecho de haber visto de frente lo peor que uno podía vivir, e intentar dejarlo atrás, era de las peores experiencias que alguien podía experimentar. En esos momentos, años atrás, había tenido a Selina a su lado, como un enorme apoyo. James necesitaba eso. Necesitaba otro par de hombros que pudieran cargar el yugo que estaba soportando solo. James necesitaba de Dianne.
Mientras él, y el resto de los Pasajeros se encargaron de alzar un campamento, establecer un perímetro seguro, y conseguir algo de leña para una fogata improvisada, Dianne se acercó con lentitud hacia el borde del risco para sentarse junto a James. Él estaba distraído, y al momento en el que la mujer se sentó, se sobresaltó un poco.
—¡Hey! —le susurró ella, tomando su mano—. Está bien, está bien. Todo está bien.
Tenía tiempo que James no sentía la calidez de Dianne. Haber sido acariciado por ella, así como el hecho de que la mujer tomara su mano, calmó demasiado sus nervios y el miedo que había en su interior. Era perfecto.
—¿Estás bien? —le preguntó ella.
¿Lo estaba? Por unos segundos, y casi como un relámpago, James volvió a ver las horribles escenas que habían cruzado por su mente mientras Ben se divertía torturándolo. Dianne cayendo, Luna convirtiéndose en alguien terrible, todos sus amigos muertos en lo que parecía ser un horrible desierto de arenas negras… No estaba bien.
—Tengo miedo —musitó.
—Dylan me dijo que Ben hizo algo contigo —respondió ella—, algo que no quieres compartir. No lo digo para que me digas qué pasó; lo hago para que descanses en que yo estaré aquí para ti. No como alguien que puede cubrirte la espalda, porque ambos sabemos que no soy capaz de ello, sino como un apoyo.
James sonrió casi por accidente. Era el mismo modo en el que Selina le brindaba su apoyo a Dylan. Podía sentir esa clase de cariño sin duda alguna.
—Ben me mostró mis grandes temores —dijo casi sin pensarlo—. Luna se transformaba en un monstruo, o algo así; tú caías por la borda de un barco, intentándote en una especie de mar de fuego, y… los demás estaban muertos a la mitad de una colosal batalla.
Dianne guardó silencio.
Por unos instantes, James creyó que aquellas palabras sólo serían un parte aguas entre ellos dos. Seguramente Dianne se alejaría de él, para así evitar que cosas terribles ocurrieran más adelante. ¿Y si el que tenía que alejarse de los demás era él? ¿Y si lo que tenía que hacer era salir de la Isla? ¿O quedarse, mientras que los demás regresaban a sus vidas normales? No podía darle el lujo a Ben de mostrar una debilidad así de grande.
—No va a pasar —dijo Dianne.
—No estoy diciendo que es el futuro, es sólo que…
—Ben vio eso en ti porque es tu miedo más grande. Perdernos a todos. Fracasar. Intentó amenazarte con nosotros mismos porque él sabe que si se trata de solo ustedes dos, él perdería.
—¿Y qué si logra quitarme a alguno de ustedes? —reclamó James—. Ben no tiene debilidades, yo sí. Ben tiene todo planeado, yo no.
—Pero nos tienes a nosotros, James —le interrumpió Dianne sujetándolo del brazo—. No somos el mejor equipo, pero sin duda alguna seguiremos luchando hasta el final. ¡Mira cuánto nos ha traído esta travesía!
No supo qué responder. Aquél viaje, iniciado el 21 de Enero del 2017, era sólo un pequeño gozo. Un regalo de la aerolínea Atlantic, para demostrar que el mundo seguía estando a salvo y que ningún accidente cambiaría eso. No esperaba terminar junto con otras seis personas, marcados por el destino, ingresando al punto enigmático más misterioso de la historia, en una Isla que no existía. Sin mencionar, claro estaba, que había entablado amistad con grandes personas como Max, Owen, e incluso Scott. Había compartido momentos de gran peso con Cooper. Había conocido a Dianne, con quién había compartido más que experiencias y comentarios. Y estaba Luna. La hermana que había perdido muchos años atrás estaba ahí, nuevamente, a su lado. Esa Travesía no le había traído desgracias. Todo lo contrario. A pesar del peligro, lo que James llevaba más de un mes viviendo podría llamarse como la mejor etapa de su vida.
—Tienes razón —murmuró mirándola por primera vez en aquella tarde—. Tenemos que detener a Ben.