Travesía [pasajeros #2]

Capítulo 32

Por el tono en la voz de Dylan, James supo que aquellos hocicortos eran criaturas peligrosas. No quiso averiguar las razones, ni dejó lugar a la curiosidad que comenzaba a despertar, sino que tomó a Luna de la mano, y comenzó a apresurar el paso. Si Dylan estaba en lo cierto, y la Montaña Flotante tenía todo tipo de defensas, llegar a ella era un importante objetivo. 

Pero antes de que pudieran proseguir con su carrera, uno de los hocicortos dio un brinco desde las paredes del risco, y logró sujetarse de las cuerdas del puente. Su peso causó que el mismo se tambaleara, obligando al grupo a detenerse. ¿Aquél puente se podía caer? ¿Cuál era su máxima capacidad de peso? Aquellos tablones de madera no se veían tan resistentes.

—¡Cuidado! —bramó Luna.

Otro hocicorto apareció por los aires, y gracias al mal clima, ninguno fue capaz de verlo. Por suerte, Dylan cogió con firmeza su escopeta de energía, y de un disparo limpio y directo, regresó a la criatura al abismo.

Iban a atacarlos en el puente.

—Debemos llegar a la Montaña Flotante —indicó Dylan—. ¡Rápido! 

Ninguno de los Pasajeros se quejó. Dejaron atrás al hocicorto que se colgaba de las cuerdas, y emprendieron la marcha de un modo más veloz. Dylan iba en la cabeza, a sus espaldas, Luna, y luego James junto con Max. Cada uno tenía ambas manos sujetándose de los pasamanos del puente, y por cada paso que daban, el puente se tambaleaba más y más. 

Los hocicortos no se arriesgarían a atacar por los aires. No. Llegarían al nivel del risco, y comenzarían a subir por el puente mismo. O bien, cortarían sus cuerdas para dejarlos caer. 

—¡Max! —James titiritaba de frío—. ¿No tienes alguna película que te recuerde esta situación? ¿Algo para calmarnos los nervios?

—¡Honestamente no me acuerdo de ninguna! —Max, calado hasta los huesos, seguía sujetándose de la cuerda y miraba de vez en cuando hacia atrás para verificar que ninguno de los hocicortos lo sorprendiera.

—¿Nada de nada? —se mofó Han, temblando de pies a cabeza, y recargando la escopeta de energía—. ¿Ni una sola?

—¿Qué te parece Alien? —preguntó James—. ¿No? ¿No hay depredadores ahí?

—¿Hablas de Alien contra Depredador? —titiritó Luna.

—¡Esas películas no son canon! No cuentan.

—¡MAX! 

Un hocicorto voló por los aires sin siquiera darse a notar. La tormenta que seguía azotando aquella parte de la Isla era una desventaja por completo. El reptil alcanzó a tomar a Max por los hombros, y por la fuerza de impulso del brinco que el hocicorto llevaba, al impactarse con el puente, éste se volteó. 

Y el puente también.

Dylan reaccionó primero, y logró sujetarse de un tablón de madera en el momento justo. James, tomando a Luna por la mano, hizo lo mismo. La desventaja fue que la chica no se había sujetado de nada y su única salvación era James.

—¡Aguanta! 

Han se sujetó de las cuerdas del puente, y logró tomar a Max por el pie antes de que la criatura lo llevara consigo al abismo que había por debajo de ellos.

—¡Max! —gritó Han—. ¿Estás bien? 

—¿Cómo demonios volteas un puente? —gritó el muchacho.

Seguía lloviendo, y la situación no mejoraba. Dylan intentó sujetarse de una de las sogas y tirar de ella hasta el otro lado para así voltear su camino a la Montaña Flotante, pero no funcionó. Incluso con ayuda de Han, su esfuerzo fue inútil. 

—Cuando pare la lluvia podremos…

—Por si no te habías dado cuenta… —le reclamó James—. Estoy colgando de un puente, y sujetando a mi herma…

—¡Gracias por decirme gorda!

—Te ayudo —Han se movió unos cuantos centímetros por encima de los tablones, y después de subir a Max con ayuda de las cuerdas, estiró el brazo y tomó a Luna de la muñeca. 

Al momento de subirla, Max lo ayudó.

—Te tengo —le dijo a la chica—. Esto sí es heroico y épico, no como en las películas. 

Dylan tomó una de las sogas y se inclinó para ayudar a James a subir a lo que quedaba del puente. 

Por extraño que pareciese, ninguna de las sogas se rompió, y ninguno de los tablones quebró por el peso. ¿Otra de las sorpresas de la Isla?

—Ahora debemos…

—Emmmm… chicos…

Max volvió a hablar con un tono preocupante. El muchacho miraba hacia el risco, donde un enorme grupo de hocicortos comenzaban a tomar las sogas del puente y comenzaban a trepar por ellas para abalanzarse sobre otra, como monos columpiándose.

—Vienen hacia acá… 

—No hay tiempo de girar el puente —Dylan intentó levantarse y tomó la soga que había por debajo de los tablones—. Tendremos que llegar a la Montaña Flotante a como dé lugar. 

James hizo lo mismo, y tomando a Luna nuevamente, se levantó para proseguir con el camino. Ya no había marcha atrás. Aquellas horrendas y escamadas criaturas no les permitirían descanso, y junto con el mal clima que seguía encima de ellos, era mejor darse prisa. 




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