Travesía [pasajeros #2]

Capítulo 35

Scott seguía perplejo, aún cuando Selina y Liam habían intentado explicarle la situación.

—¿Una Pirámide que se mueve? —dijo el Pasajero—. Eso no existe. Es imposible, es…

—¡Recuerda donde estamos, viejo! —soltó Cooper. 

—Bueno, bueno…

La Fortaleza había cambiado por completo. A órdenes de Dylan, todos los hombres se habían puesto en movimiento, llevando a cabo pequeñas operaciones de defensa, así como la construcción de una barricada en los alrededores. No se sabía con certeza de qué era capaz Ben, y mucho menos en esos momentos que se sabía que los Habitantes habían formado una alianza con él.

—Y si esta Pirámide se mueve —murmuró Scott—. ¿Cómo es posible que la encuentren?

Estaban en una habitación llena de escritorios con papeles, brújulas, mapas, portafolios e incluso maletas llenas de herramientas para la navegación. En las paredes, algunos mapas en cuadros que tenían por lo menos quinientos años, así como cartas o tratados que se habían mantenido con el tiempo. 

Scott ya llevaba un par de días fuera de la enfermería, pero como ninguno de sus conocidos estaba presente, se paseó varias veces por la Fortaleza, conociendo algunos puntos débiles de su estructura, así como las funciones de los puestos de cada persona dentro de sus muros. A Scott le fascinaba el arte y la arquitectura, y aunque no era algo a lo que se dedicaba, prestaba atención a cada detalle, cada comentario, cada curiosidad que se respiraba en sus interiores. 

El día anterior, tan sólo el día anterior, desde que Selina y Liam, junto con Cooper, Dianne y Miranda aparecieron en el valle, Scott se sintió más tranquilo. Estar rodeado de desconocidos era un poco extraño para él. 

—Entonces James y los demás están buscando esa Pirámide —dijo Scott.

—Así es —terció Cooper—. Una Pirámide que se mueve. 

—¡Debe ser fenomenal! —saltó Scott—. ¿Se imaginan? ¡Sería algo increíble buscarla! 

—Yo no lo pienso así —farfulló Miranda—. El peligro que hay en el Exterior no se compara con nada que yo haya visto antes. ¿Un desierto sin gravedad? ¿Animales prehistóricos? ¿Máquinas que se mueven por la tierra intentando matarte?

—Bueno, debes admitir que eso también es sensacional —comentó Cooper—. Nada que hayamos visto antes.

—¿Dónde está Selina? —preguntó Dianne.

La chica se había quedado callada en los últimos veinte minutos. Sus pensamientos estaban en otra parte, quizá con James buscando aquella misteriosa Pirámide, o en el hecho de que estaban separados. ¿Por qué estaban separados? ¿Acaso era una decisión por voluntad propia, o Dylan se había esmerado en tenerlos en diferentes caminos? 

—Está con Liam y alguien más llamado… —Cooper chasqueó sus dedos, intentando recordar el nombre de la persona que habían estado nombrando durante el camino de regreso a la Fortaleza.

—Tessa —dijo Miranda—. Se llama Tessa.

—¡Ella mera!

—¿Y quién es? —preguntó Dianne—. ¿No deberíamos estar en el Exterior, buscando el modo de ayudar a los demás?

—Es un riesgo enorme estar juntos —dijo Miranda—. Ben intentará eliminarnos uno a uno. Ni siquiera sabemos qué está ocurriendo, estamos mejor aquí. A salvo. En estos cuatro muros.

—Que si me permiten decirles, no son del todo seguros —se entrometió Scott.

—¿Qué dices?

—Mientras ustedes jugaban a los buscadores del Arca Perdida, estudié la Fortaleza, de un lugar a otro. Tiene pocos puntos sensibles en su muro, sin embargo, el edificio central es el más seguro en el recinto.

—¿Y por qué nos dices esto? —preguntó Dianne.

—Bueno… —se sonrojó Scott—, no creo que sea el mejor lugar en estos momentos para mantener nuestro cuello a salvo.

—¿Quieres salir? —preguntó Cooper.

—¡Un raptor te abrió todo el costado! —exclamó Miranda.

—Miren… —los últimos días le habían ayudado bastante a Scott para reflexionar acerca de las cosas que estaban sucediendo. Aquél viaje, iniciado el 21 de enero, había dado tantas vueltas que cualquier cosa podría pasar. Nadie sabría qué estaba sucediendo hasta que el asunto hubiese terminado. ¿Qué pasaría después? ¿Saldrían vivos de esta? ¿Quiénes no lo lograrían? Estaban en el mítico Triángulo de las Bermudas, en una Isla que no debería existir. Habían visto cómo criaturas que debían estar extintas desde hacia millones de años corrían por sus junglas, e incluso una de ellas le dejó una herida que tardaría en cicatrizar, pero sería un buen recuerdo… ¿a quién demonios se le ocurría que un zarpazo de raptor era un buen recuerdo? —. Tenemos que estar más juntos que nunca en estos momentos.




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