Travesía [pasajeros #2]

Capítulo 37

Aunque el chillido había sido aterrador, no fue suficiente para que Dylan o James se echaran para atrás. Los dos eran los líderes en ese momento. Dylan guiaba la Isla, y James a los Pasajeros, así que no podían darse el lujo de acobardarse y salir corriendo. No a esas alturas. No con todo lo que había en juego. 

—Adelante —dijo James.

Aunque Dylan iba a su lado, el Pasajero se sintió nervioso. No sabía a qué estaba entrando, ni qué amenazas podría haber en su interior. ¿Una ciudad fantasma? ¿Discípulas de Pandora?

Las calles principales de la Ciudadela estaban vacías, justo como se esperaba, pero la niebla que había por doquier hacía la cosa un poco más difícil y tediosa. De repente aparecía un edificio de la nada, y tenían que volver a maniobrar para saber hacia donde dirigirse. ¿Cómo encontrarían la Pirámide de ese modo? 

—Este tipo de neblina —murmuró James después de un rato—, ¿es algo normal de la Isla? 

—No del todo —Dylan iba con cuidado, esperando no chocar contra algún muro que apareciera de la nada—. Aunque he leído en algunos diarios que hubo un tiempo donde el Triángulo era la peor zona del planeta. Bueno… de todas las dimensiones. 

—¿Qué quieres decir? —preguntó Han.

—Que hubo una especie de caída —dijo el muchacho—, y la Isla era peligrosa.

—¿Era? —soltó Max—. ¿No lo sigue siendo?

Algo, o más bien, alguien, corrió muy cerca de ahí, perdiéndose entre la neblina. El sonido de sus pisadas yendo a toda velocidad, y una especie de respiración, fue lo que alertó al grupo.

Killian, en primera estancia, sacó una de sus pistolas del cinturón. 

—¡Wow! —masculló Max—. ¡Suenan igual a las de Piratas del…!

—¡Shhh! —lo calló Han.

Todos sacaron las armas y se colocaron de espaldas, unos a otros, formando un círculo, donde Luna fue la única que se quedó en el centro.

—¿Lo más sensato no sería correr? —inquirió Max.

—Podría ser —musitó Dylan.

—¿Qué demonios hacemos aquí, hombre? —farfulló Han.

La respuesta la sabían todos de antemano, pero ¿por qué ir a una ciudad así sin refuerzos, armamento pesado o alguna otra cosa que sirviera de apoyo en ese preciso instante?

—Porque…

Un chillido alertó al grupo. Una sombra emergió de las tinieblas, transformándose en el cuerpo físico de una mujer apareció en medio de un brinco bastante impulsado por una fuerza sobrehumana. Killian fue el primero en reaccionar, y alzando la pistola, jaló el gatillo. 

La bala golpeó a la extraña mujer, que instantes después de caer al suelo, volvió a levantarse.

—¡Eso es lo que pasa con una mujer loca cuando entras a una ciudad así! —dijo Max, paralizándose por completo.

—Bueno, ¿quién dijo que no sería divertido? —soltó Dylan.

—¡CORRAN!

Fue la persecución más extraña que James había vivido. Siguió a Dylan, paso a paso, e incluso parecía detenerse en cuánto él lo hiciera. No sabía a quién tenía a sus espaldas, pero dudaba mucho que fuera algún Pasajero. En cuanto Han gritó la orden para salir huyendo, todo pasó demasiado rápido.

La neblina aún no desaparecía, y seguir a un muchacho, en una carrera por la vida misma, sin saber a donde se dirigía, ni quién venía por detrás, complicó las cosas demasiado. Traía una pistola en la mano, y sabía que tarde o temprano debería usarla; sin embargo, su atención no estaba en el arma, sino en cómo vencerían a esa extraña mujer.

—¡Sube! 

La voz de Dylan despertó a James.

El muchacho estaba girando a la derecha para entrar en un edificio. Había unas escaleras largas, en ruinas totales, y antes de poder responder, Dylan se precipitó sobre ellas. Si hubieran sido de madera, hubieran crujido justo cuando James colocó su pie en el primero escalón, ya que sintió cómo parte de su estructura se deshacía en cuanto algo pesado se colocaba encima. 

James siguió a Dylan a través de un pasillo segundos después. Ahora corrían por los interiores de un edificio.

—¡Espera, espera! —James se detuvo en seco, y comenzó a mirar a su alrededor—. ¡Luna! ¿Dónde está Luna?

Dylan tuvo que detenerse para saber qué era lo que estaba ocurriendo. Regresó sobre sus pasos, y se asomó por una de las ventanillas del edificio abandonado.

—No es prudente pensar en…

—¡LUNA! 

—¡James! —Dylan frunció el ceño con rapidez e intentó detenerlo—. ¿Qué demonios haces?

—¡LUNA! 

En la calle principal, a través de la neblina, se alcanzó a ver la silueta de una chica. Ésta comenzó a caminar hacia el edificio donde ambos se encontraban.




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