Travesía [pasajeros #2]

Capítulo 38

Owen, sentado en el escritorio de su cuarto de hotel, soltó un quejido por lo bajo. Era su estómago. ¿Sería hambre, o los burritos que Chase había comprado esa misma mañana le estaban haciendo un efecto extraño? De todos modos, el novato se había enfermado por haber comprado esa comida en un lugar de poco prestigio.

—Te dije que no comieras de eso —le espetó Johnson cuando vio que Owen colocaba una mano en su estómago.

—¿De qué te sirve vivir bien si no puedes comer lo que quieres? —se defendió Owen con muy buen humor—. Una vida bien vivida no se vive con un abdomen perfecto.

Chase salió del baño, aún con nauseas en su rostro.

—¿Tú qué estás diciendo? —se quejó—. Si tienes el abdomen más marcado que otra cosa.

—¿Qué puedo decir? Me gusta ejercitarme.

—¡Silencio! Puedo ver algo.

Después de haber salido de Madrid, Owen tuvo la idea de seguir de cerca a los Pasajeros sin darse tanto a notar. Tenían más de una misión en los hombros. La primera era mantener a James, Dianne, Cooper y Allori a salvo de las posibles amenazas que Aurora pudiera presentar. En segunda, asegurarse de que los Pasajeros llegaran a salvo a París, donde se encontrarían con Max y Scott, y de ahí hasta Londres, donde seguramente se encontrarían con Miranda, basándose en la lista que Johnson tenía desde semanas atrás, en su actualidad. 

Si todo marchaba bien, llegarían a Egipto una semana después, donde se encontrarían con el Owen del pasado. Una vez ahí, la seguridad aumentaría.

—¿Vamos a seguir sus pasos hasta que entren al Triángulo? —preguntó Chase, en cuanto habían llegado a París.

—Sólo ahí estarán a salvo. Ben entrará con ellos. No podemos alterar el curso del tiempo, pero sí debemos evitar que Aurora entre con ellos.

—Esto parece una mala película de ficción —masculló Johnson.

—¿Bromeas? —soltó Chase—. Esto es fascinante. 

Desde ese momento, siguieron de cerca a la presa de Aurora. En el aeropuerto de París, Owen logró ver a la distancia cómo James golpeaba a alguien, que seguramente era Scott. Instantes después, acaparando las miradas de todos, salieron del aeropuerto, y Chase había sido el encargado de seguirles la pista.

—Se dirigen hacía Inglaterra —dijo el novato esa misma noche—. Encontré unos datos incorrectos en la fuente de ingresos del Eurostar. Llegarán a Fulkestone en un par de horas. De ahí, a Londres.

—Bien, bien —soltó Johnson.

Tras unos días en el Reino Unido, Chase fue el testigo de ver cómo James y Cooper corrían por sus vidas en uno de los parques más representativos de la capital inglesa. ¿De qué corrían? Nadie los estaba siguiendo. Basándose en los cálculos de Johnson, y en los comentarios de Owen, Ben estaba disfrazado de un hombre llamado Blackwood, que en esos precisos momentos estaba en España, o en París, siguiendo las pistas de los Pasajeros. No había nada porque correr.

—Los capturaron —recordó Johnson al momento de reunirse con el novato y con Owen aquella misma tarde—. Me llegó un mensaje. ¿Cómo puede mi teléfono funcione con los tiempos de esta época y no los míos?

—Los teléfonos no tienen capacidades humanas para pensar —Owen terminó su taza de té, y se levantó para recoger sus cosas—. Para tu teléfono, estamos terminando el mes de Enero. Para nosotros… bueno, ya es marzo. 

—Odio los viajes en el tiempo —terció Chase.

—Esto sí sucedió —le reclamó Johnson a Owen en cuanto salieron del restaurante en el que habían pasado, por lo menos, tres horas—. ¿Qué hacemos aquí? ¿No deberíamos trasladarnos a Egipto para…?

—James y los demás llegaron a Egipto el mismo día que yo los encontré —respondió Owen al instante—, sin embargo, en estos momentos están en la prisión.

—¿Y qué quieres? ¿Rescatarlos? —saltó Chase.

—No, yo no… —Owen miró al suelo. Había un boleto de un evento musical, bastante pisoteado por la gente. Era un músico español. ¿Qué clase de nombre era… Alonso? Sin embargo, un nombre le llamó la atención en la parte de abajo del boleto. Contacto: James Adams—. Pero conozco a alguien que sí podría.

 

 

Habían pasado sólo unas horas desde que el grupo de los Pasajeros había sido sometido contra su voluntad. Mientras Johnson y Chase se encargaban de recopilar datos para el rescate, Owen se dirigió hacia el sur de la ciudad. Si todo funcionaba, entonces no se alteraría la línea del tiempo y así evitarían que más energía del Triángulo siguiera fracturando la dimensión. 

Se detuvo frente a un local de publicidad. Jim, o sea, James, tenía que estar ahí. 




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