Travesía [pasajeros #2]

Capítulo 40

Dylan soltó un quejido antes de caer al suelo, con la mano sobre el estómago.

—¡DYLAN! —bramó Luna.

—¡NO! —bramó Max.

—¡Al suelo! 

Han, desde el otro lado, alzó el rifle que había conservado, y apuntó directamente a James. Éste se dio la vuelta y repitió su acción contra el coreano. Por suerte, Han fue más rápido, y logró refugiarse detrás de una columna caída.

—¡James, detente! 

Él se giró con la misma rapidez que antes, y apuntó contra la chica. Apuntó contra su hermana.

La escena se detuvo de golpe. Max, frente a Luna, alzando ambos brazos queriendo protegerla, y al mismo tiempo, mirando con un miedo atroz al hombre que se había convertido no sólo en su líder, sino en su amigo.

En cambio, él sólo se limitó a mirarlos. No jaló el gatillo, pero en su interior había demasiados deseos de querer hacerlo. ¿De donde salía aquella oscuridad? ¿Por qué estaba sintiendo un odio increíblemente grande hacia sus amigos? Dylan estaba muerto, pero el deseo de eliminar a los demás tenía un gran tamaño. Podía quebrarle el cuello a Luna sin problema, y luego dispararle a Max. Han… no tardaría en caer. Y el pirata… tarde o temprano lo encontraría.

Sin embargo, ahí estaba. Apuntándole a la persona que más quería desde aquella noche que lo había rescatado de la prisión del condado, en Londres.

—¡AHHHHHHHHH! —bramó James mientras alzaba la mano y descargaba el cartucho de su pistola disparando hacia el cielo.

Después, la tiró al suelo, se dio la vuelta, y comenzó a subir los peldaños de la Pirámide. Segundos después, se le perdió de vista.

—¡Dylan! —Luna se levantó casi a rastras y llegó al cuerpo del muchacho. 

En cuanto llegó a él, intentó levantarlo. Max, a sus espaldas, la tomó de los hombros con lentitud. Ambos sabían lo que significaba que el líder de la Isla hubiera muerto. ¿Por qué James había hecho algo así? ¿Por qué razón los habría traicionado de ese modo?

Entonces Dylan tosió.

—Fenómeno, ¡estás vivo! —Luna le soltó un golpe en el pecho con cariño, y al mismo tiempo, con un susto.

—Se necesita algo más que una simple bala para matarme —soltó Dylan, con lágrimas en los ojos mientras intentaba erguirse—. Un arma que no sea hecha por el ser humano. Pero sí duele…

—¿No es como en las películas? 

—No, Max, no es como en las películas.

—Estás sangrando —observó Luna, cubriéndose la boca.

Tenía razón. Sobre el abdomen de Dylan había manchones de sangre justo en el mismo lugar donde una bala de metal sobresalía de la herida.

—Sí, abrió un poco de tejido y carne… pero estoy bien. Estoy bien. 

No lo estaba. Haber sido herido de esa manera no le había quitado la vida, pero el dolor que había sentido fue real. Y si aquello fue real, entonces Selina también lo había sentido, quizás de un modo más perturbador. 

En cuanto supo que ella era para él, y tenía que estar a su lado al momento de liderar el Triángulo, hubo una especie de conexión que los unía. Recordaba bien cómo se había reído en cuanto Owen se lo había explicado. Eso sólo sucedía en las novelas de amor. Sin embargo, fue cierto. Ahora uno sentía lo que le sucedía al otro.

—¡Chico, estás bien! —Han llegó con rapidez, buscando a James con la mirada, y al no encontrarlo, se dirigió hacia los demás—. Te ayudo.

—Gracias —soltó Dylan al alzar el brazo y ser apoyado por Max para ponerse de pie.

Dolía bastante. Claro, le habían disparado y no era la primera vez que sucedía. Anteriormente había recibido varios impactos de bala… uno en el hombro, otro en la espalda, pero la Isla siempre lo había mantenido a salvo. Los Salvadores eran unos cirujanos increíbles. Sin embargo, un tiro en el estómago casi a quemarropa era algo bastante diferente. 

No lo había matado, pero había encarado a la muerte de frente.

—¿Qué demonios sucedió? —bramó Max—. Dylan está vivo, ahora debemos encargarnos de otro problema. Uno mucho más grande.

—Mi hermano nos traicionó —dijo Luna.

—James no nos traicionó —murmuró Dylan, haciendo muecas cada movimiento que hacía. La bala sí había causado daños en su cuerpo—. Ben lo está controlando.

—¿QUÉ? —soltaron Max, Luna y Han al unísono.

—Desde hace ya bastantes horas lo veía de un modo extraño. Incluso desde antes de llegar a la Montaña Flotante —les explicó Dylan—. Me preguntaba bastantes cosas de la Pirámide, de la Isla, de cómo funcionan las cosas… James no era así. Nadie tiene tanta curiosidad.




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