Phoenix se encontraba de pie frente a Phoe.
—Polux me ha contado todo— informó.
Phoe se mantuvo en silencio a la espera de un regaño.
—No busquemos el cofre— Phoenix dio unos pasos más hacia Phoe— Sin él no hay nada que los Dambaes o los Jountugis puedan hacer, por eso, no lo busquemos Phoe— pidió.
Phoe observó a Phoenix con abatimiento.
— ¿Y vivir con la debilidad que me provoca el uso de los elementos? ¿Y vivir con la culpa de una maldición que sufren doce licántropos debido a mí? ¿Y vivir huyendo? ¿Y vivir con el conocimiento de que mi padre se encuentra atrapado en alguna parte del primer mundo y que puede ser libre con tan solo liberar a los elegidos?
— ¿Qué hay de Polux? Ambos pensamos lo mismo.
—No es tu decisión, ni la de Polux. Ustedes pueden convivir con las miradas y el desprecio, pero yo no puedo convivir con todo lo que conlleva ser el elemento trece y que debido a eso se desarrolle un enfrentamiento que pone en peligro a todo el complejo E.
—Sabes donde se encuentra el cofre, ¿Verdad?
Phoe asintió sin más.
— ¿Por qué le haces creer a Polux que no lo sabes y que no acabarás con la maldición?
—Porque eso es lo que quiere creer.
— ¡También quería creerlo!...Entonces, ¿Por qué no lo haces conmigo también?
—Polux es diferente— Phoe comenzaba a molestarse al igual que Phoenix.
— ¡Habla claramente Phoe!
— ¿No crees que es egoísta de su parte mantener con vida a alguien que vive en la agonía y que no quiere ser salvada?....Entonces, ¿Por qué crees que Polux se empecinaría en hacerlo?
— ¿A dónde quieres llegar Phoe?
— ¡Polux tiene sentimientos por mí!
Phoenix la observó atónito.
— ¡Eso es imposible!
—Debería serlo, pero no lo es— corrigió Phoe.
Phoenix se quedó en silencio momentáneamente, mientras observaba a Phoe, decepcionado.
Y al cabo de unos segundos, asintió con rendición.
—Entonces vamos, vamos a buscar el cofre y llevarte ante los Dambaes.
Phoe lo observó indiferente, pero no enunció respuesta alguna.
— ¿Planeaste todo desde el comienzo? ¿Por qué te involucraste en un inicio con Polux?— interrogó con molestia.
— Los Lincer acudieron en mi ayuda. Llevan refugiados en el complejo desde varios años atrás y no podían arriesgarse a ser encontrados por los Dambaes, pero aun así, deseaban encontrar a Polux. Fue allí cuando acudieron a mí.
— ¿Sabías que era un elegido?
—Lo que menos deseaba cuando me desterraron hacia el Medio Mundo, era encontrar a los elegidos, por eso me mantuve en constante movimiento y migraba de un lado hacia otro hasta encontrar un lugar que parecía ser seguro y cuando pude darme cuenta, me encontraba buscando a uno de ellos— Phoe largó un suspiro— Y cuando lo llevé ante los Lincer, fue en ese preciso momento en el que se dio cuenta de quién era.
— ¿Cuándo te diste cuenta de quién era él?
—Cuando llegamos a esta parte de la ciudad por primera vez— Phoe formó una sonrisa— Lucia tan desorientado, es la reacción que esperas que tengan al entrar por primera vez aquí, pero aquel día sucedió algo...Nos habíamos adentrado lo suficiente como para darte cuenta de que no eres bienvenido aquí si eres un forastero y Polux no tardó en notarlo y de pronto, los objetos alrededor comenzaron a regenerarse, las plantas volvían a florecer, los desperfectos exteriores de los edificios habían desaparecido al igual que los de la acera. Creí que tal vez algo andaba mal conmigo y yo estaba provocándolo, por eso quise detenerlo antes de que los ciudadanos pudieran notarlo. Cuando me giré hacía Polux y observé su rostro, sus ojos heterocromos me dijeron que era él quién estaba provocándolo y no me quedó más opción que detener todo a nuestro alrededor y fue allí cuando mis ojos heterocromos salieron a la luz.
Phoenix la observaba con una mirada neutral y Phoe continuó.
—Tendría que haber salido corriendo, ¿Verdad?— soltó una risa divertida— No lo hice, a pesar de que quería hacerlo, pero Polux tomó mi mano y aunque no lo sentí físicamente, lo sentí en mi interior. Sabía quien era yo, le tomó un instante comprenderlo y eso estaba bien para él y por primera vez no sentí la necesidad de huir.
Y Phoenix lo entendió todo en ese momento.
—Lo haces por Polux, ¿Verdad?— la molestia había desaparecido del rostro de Phoenix— Él te ha hablado de mí y creíste que podría convencerlo de que buscáramos el cofre y acabáramos con la maldición, pero no sabías que tenía los mismos pensamientos que él.
Phoe se quedó en silencio.
—Porque también tienes sentimientos por él y quieres acabar con la maldición porque es la única manera en la que puede huir de los Dambaes y salvar a tu padre.
—No hay más que pueda hacer por él. Sabía que tenían los mismos pensamientos, pero hay algo que tú tienes y Polux no, la responsabilidad como líder de los Jountugi. Allí me convencí de que no arriesgarías sus vidas por una, pero me equivoqué. Nunca debí haber recurrido a ti— hizo una pausa para luego informar— Iré por mi misma hacia los Dambaes. Todo esto fue para no lastimar a Polux, pero no sirvió de nada y no podemos perder más tiempo. Sin embargo cuando dijiste que harías lo posible para encontrar una solución, realmente lo creí y por un momento me aferré a tus palabras que fueron de consuelo hasta que regresé a la realidad.
— ¿Por qué me has contado acerca de que debías morir para finalizar con la maldición? Tu plan hubiera funcionado a la perfección si no lo hubieras.
—Ibas a enterarte de todos modos porque Polux sabía acerca de ello y tendrías más tiempo para asimilarlo.
— ¿Por qué intestaste acercarte a los elegidos entonces?
—Quería saber un poco más acerca de los elegidos, también estuve vigilando a los Dambaes y si hubiera recurrido a Tyr, se hubieran deshecho de Polux porque entonces sabría que conocía al dueño del elemento trece y jamás se lo hubieran perdonado, por lo que era peligroso para sus padres también así que eras mi única opción.